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Opinión

Nacen y se reproducen corruptamente

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Así se titula el libro publicado en estos días por el ex secretario nacional anticorrupción Luis Verdesoto, quien hace un ejercicio académico enriquecido por la experiencia de su paso por el servicio público. El texto no constituye una justificación de su gestión, sino más bien se trata de un esclarecedor documento que orienta de manera eficiente y marca una línea de actuación del estado para combatir, desde la técnica y la práctica, el flagelo de la corrupción.

Está claro que, es una tarea complicada la lucha contra los ladrones que se transforman de la noche a la mañana en nuevos ricos, esos sinvergüenzas que inclusive, tienen la desfachatez de presumir lo robado sin escrúpulo alguno y caminan impunes y campantes por el mundo entero.

Las reflexiones y conclusiones a las que el autor llega a lo largo de su obra, son fundamentales para comprender que, la corrupción no puede ser utilizada como pretexto para justificar ningún proceso social o político, sean de izquierda o de derecha, nada ni nadie está por encima de la ley y por supuesto tampoco de valores como la honradez y pulcritud en el manejo de los bienes y recursos públicos, el cuento de que lo estatal es de todos y de nadie y por lo tanto “vale todo” porque no afecta puntualmente a nadie, es una falacia que incide directamente en el crecimiento económico a todo nivel.

Verdesoto evidencia esta falacia cuando descubre el trasnochado argumento de que el corrupto agente estatal que recibe los sobornos estaría “moralmente” exculpado, pues los sobornos no provendrían de fondos públicos y su destino sería el “beneficio popular”, en buen romance que “roben pero que hagan” o como aquella tristemente célebre frase de una asambleista de las llamadas progresistas “si van a robar, roben bien”.

Los insumos y herramientas están ahí, explicadas, reseñadas y listas para su implementación que, al final del día, dependen de la voluntad política, convicción y arrestos de gobernantes y conciencia de gobernados.

Si estamos frente a un delito de cálculo y oportunidad, programado por la delincuencia organizada, es un deber moral de la gente decente organizarse para combatirlo, porque no hay duda de que el tiempo pasa y los malos ganan espacio desde adentro y desde afuera.

La coordinación institucional garantizada, desde siempre, en la normativa constitucional es uno de los caminos. La Unidad de Análisis Financiero y Económico -UAFE- ya tiene una metodología para la detección temprana de lavado de activos y debe tomar el protagonismo, los mapas de riesgo de corrupción están señalados y deben ser ampliados, hay que perseguir el delito, detectarlo en las personas políticamente expuestas, movimientos de dinero, transacciones bancarias, compra y venta de inmuebles y aumento desmesurado e injustificado de patrimonio. Hay mucho trabajo por hacer, se debe incluir en los análisis de riesgos a 120.000 funcionarios de las empresas públicas y 256.000 de los GADs (cifras estimadas), en muchos cantones del Ecuador no hay Dios ni ley y nadie los regresa a ver, viven entre la ineptitud de las autoridades, la desidia ciudadana y la “sapada” de los círculos de poder.

Se ha dicho que siempre habrá corruptos, pero se debe decir que siempre habrá gente buena que esté dispuesta a mitigar este problema que, dicho sea de paso, consta entre los cinco principales y más acuciantes problemas de la sociedad ecuatoriana.

Se necesita romper paradigmas y tomar al toro por los cuernos, la obra comentada es una vía expedita que se ha refrendado, en la práctica, con una actitud leal del autor a los más altos principios de la Patria, así se debe actuar, cueste lo que cueste.

Seguiremos martillando… Fuente: El Telégrafo

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Opinión

Rehabilitación fallida en el sistema penitenciario ecuatoriano.

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Por: Franco Stalin Tamay Vega.

La crisis penitenciaria que enfrenta Ecuador en el siglo XXI es alarmante y representa uno de los mayores desafíos para el sistema de justicia y seguridad del país. Las cárceles, lejos de cumplir su objetivo rehabilitador, se han convertido en centros de operación para organizaciones criminales, muchas de ellas vinculadas al narcotráfico. Estas estructuras delictivas no solo controlan el interior de los centros de privación de libertad, sino que también extienden su influencia fuera de ellos, agravando la situación de violencia e inseguridad que afecta a toda la población.

El impacto de esta crisis es evidente en el incremento alarmante de la violencia en el país. Según estadísticas oficiales de InSight Crimen (2018), InSight Crimen (2024), DINASED (2024), la tasa de homicidios en Ecuador pasó de 5.8% por cada 100,000 habitantes en el año 2017 a 46.1% en el año 2023. Este incremento, que representa casi un aumento de ocho veces en solo seis años, evidencia el nivel de descontrol en materia de seguridad pública y el incremento de la estructura criminales en diversos sectores de la sociedad.

Un ejemplo de las fallas estructurales del sistema penitenciario fue el antiguo Penal García Moreno, que no cumplía con los estándares mínimos para garantizar la rehabilitación social de los privados de libertad. El hacinamiento, la insalubridad y la violencia constante entre los internos fueron factores determinantes para su cierre. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por modernizar las cárceles del país, estas problemáticas persisten en los actuales centros de privación de libertad.

En un Estado constitucional de derechos y justicia, los centros de privación de libertad deberían tener como objetivo principal la rehabilitación y reinserción de los privados de libertad. No obstante, surge la pregunta: ¿realmente cumplen con ese propósito? Una vez que una persona cumple su condena, se enfrenta a una sociedad marcada por el desempleo, la falta de oportunidades y la exclusión social, factores que frecuentemente la llevan a reincidir en actividades delictivas.

La solución a los problemas de delincuencia organizada en Ecuador no se encuentra únicamente en la privación de libertad. Tal como lo plantea Melton, el comportamiento criminal está influenciado por factores biológicos, psicológicos y sociales. En este sentido, es fundamental reconocer que la falta de oportunidades es uno de los principales detonantes.

Por ello, es fundamental implementar políticas públicas enfocadas en educación, salud y deporte, que sienten las bases para el desarrollo de futuras generaciones. Es necesario garantizar el acceso gratuito y universal a la educación, promover programas de prevención del consumo de drogas y fomentar espacios de recreación y formación integral. Asimismo, es importante fortalecer estrategias de empleo y reinserción social para quienes han cumplido sus condenas, con el objetivo de evitar la reincidencia y reducir los niveles de violencia.

Más allá de la construcción de nuevas cárceles o el endurecimiento de las penas, se requiere un enfoque integral que analice las causas estructurales de la delincuencia y priorice el bienestar social como herramienta preventiva. Solo de esta manera será posible reducir el impacto de la violencia, desarticular las redes criminales y garantizar la seguridad y justicia en Ecuador.

 

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La sociedad de rodillas

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El Ecuador, pequeño reflejo de la realidad del mundo, está de rodillas frente a la combinación letal entre capitalismo dogmático religioso y una fuerza armada irregular, violenta. Nos llegó de pronto el veneno de lo que hoy se reconoce como “anarcocapitalismo” o capitalismo salvaje, sin tener el contrapeso de una sociedad – antídoto. Combatida la razón crítica, calificada a veces de manera distorsionada, como colonialista, queda un “lumpen” colocado en todos los pisos y estratos de la masa. El único valor que mueve sus instintos, es el del dinero, fuere por necesidad real de supervivencia, por necesidad de falso estatus materialista, por amenaza y coerción o por la patología de la acumulación.

Los individuos biológicos constituyen ahora una masa, que sienten y nada más; nadan en las pasiones y emociones trágicas y placenteras, una de ellas, comprar. Rezan plegarias automáticas a nombre de un dios secuestrado y acomodado a sus conveniencias: bendicen la mercancía y a los zombis, considerándolos entes iguales. Rinden culto a su cuerpo, su secreta deidad ritualizada. Estrujan todo lo que fue la esencia del proyecto “humanista” y humanitario. Destruyen el lenguaje racional y reflexivo para la creación y la conciencia crítica; acaban con el mito metafísico – filosófico, el ritmo cósmico, el amor y la capacidad de maravillarse del mundo.

Nadie quiere pensar la hondura del problema que nos está desgarrando: todo es un basural de opinión vacía. Las redes y los medios incentivan las emociones, siguiendo libretos internacionales, que escogen los tópicos de miedo, la pasión y la violencia. Dominan mediante la técnica de la repetición.

El capitalismo, sistema global económico, operado por los estados nacionales, crea las condiciones para la formación de elites, que contrapesa sus afanes de dominación y explotación, con el límite, para no destruir lo que necesitan: la sociedad y la masa consumidora. Los países tienen por lo general elites algo ilustradas. Ecuador no tiene nada, no se los ve. Los otros, los intelectuales, están silenciosos, como asistiendo a un entierro.

Es tan barroca decadente esta coyuntura (ojalá sea coyuntura), que baña todo el mito o utopía de la democracia. Todo es una puesta en escena curtida, putrefacta, llena de imágenes publicitarias horribles, con cartelitos de medio pelo. ¿Y los actores? Mejor no hablar de los actores. Fuente: El Telégrafo

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Opinión

Identidad política: Un imperativo para toda organización

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El concepto de identidad política se refiere a la forma en que los ciudadanos se identifican con una organización política, partido o ideología. Tiene que ver con el conjunto de creencias, valores, símbolos y narrativas que las personas asocian con una corriente política, por lo que es influenciada por factores como la cultura, la historia, experiencias personales e interacciones sociales. Dicho concepto también hace referencia a cómo los partidos comunican este conjunto de elementos a sus electores.

En el Ecuador, la caída de los partidos tradicionales durante las últimas décadas, demostró la desconexión de estos con las necesidades cambiantes de una sociedad más informada y exigente. La falta de renovación de narrativas, el incremento de la corrupción, el incumplimiento de promesas, unido a la volatilidad de la militancia, la aparición de figuras independientes y el crecimiento de movimientos alternativos, alejaron a las organizaciones de la ciudadanía.

Si bien el desgaste de los partidos tradicionales permitió al surgimiento de nuevas fuerzas que prometieron cambios estructurales, estas tampoco lograron sostenerse en el tiempo, producto de estructuras caudillistas, la mala administración del poder, una corrupción marcada, así como por la confrontación permanente de la cual el país no ha podido salir. Ello ha profundizando la falta de confianza ciudadana en las organizaciones políticas.

Este escenario evidencia la necesidad de fortalecer la identidad política de los partidos como un pilar fundamental para la estabilidad democrática en el mediano plazo. Este proceso no solo permite a los participantes entender el tipo de partido y los valores que éste representa, sino que también establece un vínculo emocional y racional con ellos.

Con un escenario electoral a las puestas, es crucial que los partidos se enfoquen en desarrollar procesos y estrategias que les permitan diseñar su identidad y garantizar su relevancia en el ámbito político, para lo cual deben tomar en cuenta algunos elementos centrales.

En primer lugar, desarrollar una narrativa clara y coherente que responda a las demandas de la sociedad, pero que se mantenga fiel a sus valores fundamentales. Un segundo punto es trabajar en la adaptación de los mensajes, sin perder de vista sus principios básicos. Para ello, será necesario el diálogo y retroalimentación permanente.

Otro aspecto a tomar en cuenta son las conexiones reales con las bases sociales, pero no solo en época electoral, sino de manera constante. Ello fortalecerá la identificación con el partido y sus causas. Finalmente, la adopción de estrategias creativas que les permita a las organizaciones comunicar su mensaje, evitando caer en discursos vacíos o técnicos, logrando así una conexión con el electorado.

De cara a las elecciones del 2025, es crucial el fortalecimiento de la identidad de las organizaciones políticas a fin de revitalizar el sistema democrático del país. La toma de medidas al interior de estas es fundamental para retomar la confianza ciudadana y posicionarse como actores legítimos para el fortalecimiento de la democracia en el Ecuador. Fuente: El Telégrafo

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