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Opinión

México lindo y querido, también te equivocaste

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¿Cómo se te ocurre opinar de la política interna de otro país? ¿Cómo se te ocurre conjeturar sobre hechos tan sensibles como la muerte de un candidato presidencial? Eso no se hace. Tú, México lindo y querido, que siempre has sido un referente de la diplomacia internacional, ahora apareces con semejante despropósito. Repudiable. Te equivocaste de principio a fin.

Tú, que siempre enarbolaste el principio de soberanía, en cuestión de minutos tiraste por el traste toda tu tradición democrática y respetuosa de los derechos. Haya pasado lo que haya pasado luego, lo que hiciste no está bien. No te victimices ahora porque tú diste inicio a este embrollo que ahora nos tiene enfrentados. Como los de acá deben aprender, tú también deberías tomar lo sucedido como un llamado de atención: aprende a cerrar la boca en los asuntos que no te competen. Limítate a hablar de tu país, tal cual exiges a los otros.

Cierto es que desde acá reaccionaron de forma desproporcionada al echar a la respetable Raquel Serur. Cierto es. Equivocación nuestra. Pero ante eso, ¿cómo reaccionas? Le otorgas asilo político a una persona con sentencia ejecutoriada por la justicia ecuatoriana. Sentenciada, no con proceso judicial en trámite. Sentencia. Órale cuate, la regaste. Y la regaste mal, muy mal.

Peor aún, te solicitaron el asilo en diciembre. No diste respuesta en más de tres meses y justo, ¿qué coincidencia, no? Lo haces luego del despropósito de este gobierno. Si tan seguro estabas que a quién diste el asilo era perseguido político, ¿por qué demoraste tanto tiempo en hacer pública tu decisión? ¿No estabas seguro de la calidad de perseguido político del sujeto de marras o fue la forma de responder a la indefendible actitud nuestra? Ahora criticas lo ocurrido en tu Embajada, con mucha razón, desde luego. Sin embargo, también valdría la pena que asumas tu enorme grado de responsabilidad en lo ocurrido.

A lo hecho pecho, México lindo y querido. Acá la regamos, claro. Pero tú, reconoce, actuaste muy mal.

Primero, opinaste sobre lo que no debías.

Segundo, otorgaste un asilo controvertido, muy controvertido, precisamente a raíz de la reprochable actuación de nuestro gobierno.

Ni lo que hicieron ustedes ni lo que se hizo acá es justificable, pero de ahí a que quieras aparecer como víctima, hay una distancia. Si los de acá dejan un terrible precedente en la esfera internacional, tú, México lindo y querido, has hecho lo mismo. No estás limpio en este conflicto. Valdría la pena que te hagas cargo de tu enorme carga de responsabilidad en lo ocurrido.

Acá no pecamos de nacionalistas para evadir el atropello del gobierno, pero tampoco somos desprolijos para permitir que te coloques en la posición en la que ahora pretendes posicionarte. Te pregunto, México lindo y querido, ¿qué habrías hecho si un Jefe de Estado opinaba sobre asuntos de tu política interna? Seguramente reaccionabas, ¿no? Quizás no como lo hicimos acá, pero seguramente con firmeza y aplomo.

Bueno, nos equivocamos. Te equivocaste también. Fuente: Primicias

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Opinión

Unidos contra la violencia

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La reciente noticia del atentado en contra del político colombiano Uribe Turbay en la ciudad de Bogotá, demuestra una vez más el avance de la violencia en nuestro continente que inunda las calles de sangre y atemoriza a las personas de bien a ser parte de la política, pero también a realizar actividades cuotidianas.

El fatal atentado que sufriera Fernando Villavicencio en la ciudad de Quito, más la infinidad de crímenes cometidos en contra de alcaldes, concejales, autoridades diversas en prácticamente todas las provincias del Ecuador, nos muestran la imagen más descarnada de los criminales tratando de adueñarse de los espacios y de manejar las sociedades a su violenta manera.

Las noticias que nos llegan de actos delictivos como secuestros, cobro de extorsiones, muertes violentas, atentados, en diversas partes de la geografía latinoamericana, nos dejan con la impresión, por la similitud de acciones, de que el crimen organizado actúa de manera conjunta y golpea a los diversos sectores de las sociedades.

La reflexión, además de la solidaridad con las víctimas, con sus familiares y con la sociedad en general, viene por el lado de pensar que, si los criminales actúan de manera organizada y tienen estrategias sangrientas, por qué los gobiernos no actúan en conjunto, me refiero a los de América Latina, por qué no se diseñan estrategias, controles, acciones que vayan a minimizar y ojalá a erradicar la acción de estos criminales de nuestros territorios.

Organizaciones como la OEA deberían tomar un liderazgo en este sentido, dejando de lado las diversas ideologías de los mandatarios del momento, para pensar en cómo conseguir seguridad para los ciudadanos del continente.

Análisis económicos nos dicen del impacto que la inseguridad causa en nuestras economías y en cómo América Latina aparece como el área del planeta que menos crecimiento económico registrará este año y esto en buena parte se debe a la inseguridad que azota las calles, las plazas y la vida misma de las ciudades.

Hay que unir fuerzas, estamos compelidos a hacerlo, la realidad de lo que ocurre cada día en nuestra región es un llamado poderoso a la actuación en conjunto. Fuente: El Telégrafo

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Noticias Zamora

Oro entre la esperanza y la exclusión: el grito silenciado de Zamora Chinchipe

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Por: Alcíbar Lupercio – Periodista comunitario.

En este pedazo de la Amazonía ecuatoriana, donde el verde espeso de la selva se funde con el sudor del trabajo honrado, la tierra guarda un tesoro tan brillante como polémico: el oro. Desde su redescubrimiento en la década de los 80, cuando las minas de Nambija abrieron sus entrañas a la esperanza, la provincia de Zamora Chinchipe no volvió a ser la misma. Pero el oro, que debía traer desarrollo, ha terminado sembrando conflicto, división y desconfianza.

No fue la riqueza la que trajo primero a los habitantes, sino la necesidad. En los años 60, cuando la sequía azotaba a Loja, muchos migraron hacia esta provincia. Vinieron con la firme decisión de hacer patria, de habitar estas tierras que también eran codiciadas por intereses extranjeros. Aquí alzaron la bandera del Ecuador, hombro a hombro con los pueblos originarios, como el shuar, defendiendo con valor un territorio que otros intentaban arrebatar. Hoy, medio siglo después, la amenaza no viene del vecino país, sino de los tentáculos de poder económico –nacional e internacional– que han descubierto en Zamora no solo un suelo fértil, sino un botín dorado que se pretende arrancar sin importar el costo social o ambiental.

La minería, legal o no, ha sido durante décadas el motor económico de esta provincia. Miles de familias han vivido de ella, han puesto pan en sus mesas, han pagado estudios y han generado empleo donde el Estado ha estado ausente. Y sin embargo, son precisamente esos pequeños mineros los que hoy son estigmatizados, perseguidos y silenciados. El discurso de la defensa del medio ambiente se ha vuelto el nuevo dogma de los poderosos para legitimar el despojo y marginar a los verdaderos actores del territorio.

La criminalización de la pequeña minería, en contraste con la permisividad hacia las transnacionales, es una paradoja que hiere. Se persigue al campesino que extrae oro con sus propias manos, mientras se abren las puertas a quienes vienen con maquinaria pesada, contratos blindados y respaldo político. Se ignora que el problema no es la minería, sino la falta de regulación justa, de acompañamiento técnico, de créditos, de capacitación, de visión de Estado.

Hoy no hay dinero en las calles de Zamora. La paralización minera no solo afecta a los mineros, sino a los comerciantes, transportistas, productores, emprendedores. Se detuvo el flujo económico y con él, el aliento de una provincia que ha aprendido a sostenerse casi sola. La pobreza golpea con fuerza, mientras las autoridades locales miran de lejos, sin proponer soluciones ni liderar un verdadero diálogo.

No se puede andar sobre oro y vivir en la miseria. No se puede exigir cuidado ambiental sin ofrecer alternativas reales. Y no se puede llamar ilegal a quien ha trabajado la tierra por generaciones, mientras se legaliza, con leyes a la medida, a los grandes capitales.

La solución no está en la represión, ni en el silencio cómplice. Está en la regularización, en el acompañamiento, en la justicia social y en el respeto por quienes han sostenido esta provincia sin ayuda estatal. Está en mirar con seriedad a la pequeña minería y reconocer su aporte al tejido económico local. Está en sembrar paz, diálogo, desarrollo y dignidad.

Zamora Chinchipe no es solo un mapa minero. Es un territorio de historia, de lucha, de cultura y de gente que merece vivir con derechos, no con dádivas. El Estado tiene una deuda histórica con esta provincia, y es momento de saldarla con políticas públicas reales, no con persecuciones disfrazadas de legalidad.

Los mineros no son delincuentes. Son emprendedores, padres y madres de familia, ciudadanos que exigen ser reconocidos. Y su grito, aunque intenten callarlo, retumba en las montañas que alguna vez defendieron héroes anónimos. Porque esta tierra, rica en recursos, no puede seguir empobrecida por decisiones centralistas ni por intereses ocultos.

Legalizar la pequeña minería, apoyar al productor, invertir en infraestructura social, y erradicar la corrupción que se esconde en las instituciones del Estado no es una opción: es una urgencia ética. De lo contrario, nos estaremos auto eliminando como sociedad y como país.

Es tiempo de unidad. Es tiempo de verdad. Es tiempo de justicia.

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Noticias Zamora

Un buen padre deja huellas, no cicatrices

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Cada tercer domingo de junio, muchas familias alrededor del mundo se reúnen para celebrar el Día del Padre, una fecha dedicada a honrar a la cabeza del hogar, que ha sido ejemplo, refugio y guía.

A diferencia de otras festividades, el Día del Padre suele celebrarse de forma más discreta. Sin embargo, su importancia no es menor. Es una oportunidad para detenernos un momento y reconocer el papel fundamental que juegan los padres, ellos aman con un afecto diferente, tal vez áspero, sin vanidades, de impulsos contenidos, con su mirada clara hacia el futuro, pero tan seguro y protector como el león protege a su manada. Quienes nacimos antes de 1999, vivimos la última generación de padres que crecimos con el siglo, con tranvía y vino tinto, sin carnaval ni comparsa.

Hoy celebramos a los padres, esos héroes cotidianos que nos acompañan en cada paso. Este artículo es un homenaje a su amor silencioso, su fortaleza diaria y su presencia constante.

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Muchas veces, el amor paternal no se expresa con palabras dulces o gestos grandilocuentes. Es un amor que se manifiesta en madrugadas silenciosas, en largas jornadas laborales para asegurar el bienestar del hogar, en los pequeños actos de cuidado y protección. Es un amor que enseña a través del ejemplo, que construye valores y que, con el tiempo, se convierte en un pilar inquebrantable de la identidad de los hijos. Mi Padre: sin capa, sin poderes… pero mi héroe para siempre.

Cuentan que a un circo muy famoso llegaron dos leones para ser amaestrados: el primero fue confiado a un entrenador que desde el comienzo estableció disciplina y reglas justas, este león, aprendió rápido y no solo se convirtió en la estrella del circo sino que adquirió respeto y cariño de su entrenador. El segundo león fue puesto en manos de un entrenador energúmeno que lo educó a la libre reglamentación emocional, este león, terminó atacando a cuanta gente se le acercaba y asesinando a su instructor, así que tuvo que ser sacrificado.
Así como los entrenadores de los leones, también hay padres que desde el comienzo establecen reglas de disciplina inteligente, donde la responsabilidad y el orden no se discuten; el afecto y la motivación estimulan a sus hijos a cumplir sus metas académicas y a cumplir sus proyectos de vida, que dan como resultado la realización personal. Pero también hay Padres que desvaloran el inmenso beneficio de la disciplina, el afecto y la motivación y los reemplazan por desorden, mal trato y denigración, que termina empujando a sus hijos hacia la frustración y metas incumplidas. Los padres inteligentes no descuidan el afecto, la disciplina y la motivación en sus hijos, esa trilogía hace florecer el talento y la inteligencia de ellos.

Que siembres la semilla en el campo no te convierte en un buen agricultor, para ser un buen cultivador, es necesario limpiar la maleza, abonar la tierra y estar pendiente de los depredadores, solo así obtendrás una buena cosecha. Engendrar un hijo no te convierte en un buen padre, para serlo debes cuidar y proteger a tus hijos, acompañarlos en todas las etapas de su vida, apoyarlos a cumplir sus metas y brindarle un ambiente de armonía en la familia, ya que los momentos felices que los padres comparten con sus hijos son como una suave lluvia en su personalidad que permiten que penetre en ellos el fertilizante de la disciplina y la rectitud, factores que hacen posible el éxito y florecimiento de sus hijos.

Para que los padres den cobertura a sus hijos, debe haber un vínculo de respeto mutuo. Si los padres no respetan a sus hijos o sus hijos no respetan a sus padres, es en vano todas las palabras que les digan a ellos, porque la sordera intencional (no hay la voluntad de escuchar), es peor que la sordera congénita. Para tener el derecho a ser escuchados y que sus hijos valoren los consejos y sugerencias de sus padres, debe existir una relación embellecida por el amor y el respeto. Le ha pasado a usted, que cuando dialoga con sus hijos con el ánimo de corregir alguna conducta incorrecta, se respira un aire espeso de frustración al sentirse desoído a causa del desafecto? Entonces, lo primero que debe hacer es restablecer la buena relación con sus hijos y no sólo lo escucharán, sino que se esforzarán para poner en práctica sus consejos. Para tener éxito en el diálogo con sus hijos, descarte para siempre el mal trato.

Los hijos, como los barcos, están destinados a navegar sus propios mares, enfrentar sus propias tormentas y descubrir sus propios horizontes. Es parte de la vida y del crecimiento natural que busquen su rumbo, que se equivoquen, que exploren y aprendan. Los padres, en cambio, somos como esos puertos seguros donde ellos siempre podrán regresar. Somos ese refugio de amor incondicional, de comprensión, de escucha y guía.

El mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es nuestra presencia tranquila, nuestro oído atento, nuestro abrazo disponible y nuestro amor incondicional, incluso cuando las decisiones de ellos no sean las que hubiéramos elegido. Porque al final, el hogar no es solo un lugar físico, es ese espacio emocional donde siempre se puede volver, recargar el alma para seguir navegando en el mar de la vida. Así que los padres no debemos “ni retenerlos ni empujarlos”, las puertas de casa siempre debe estar abiertas para que alcen el vuelo o para que aterricen.

El liderazgo de nuestros padres fue indiscutible, ellos, no toleraban hijos vagos, mal educados ni desobedientes, el que no hacía caso “por la buena”, lo hacía “por la mala”. Debemos reconocer ciertos excesos de los “Padres de ayer” donde no había mucha comunicación, sino más bien imposición y castigo físico.

Sin embargo, parece que los “padres de hoy”, en el intento de corregir esos errores, han pasado de un extremo al otro, del “autoritarismo al permisivismo” y se han convertido en los últimos hijos que les tuvieron miedo a sus padres y los primeros que temen a sus hijos. Los últimos que crecieron bajo el mando de sus padres y los primeros que crecen bajo el chantaje de los hijos y lo que es peor, los últimos que respetaron a sus padres y los primeros que aceptan el irrespeto de sus hijos. En la crianza de los hijos, cobra vital importancia una frase sencilla pero muy efectiva “Ni tanto que queme el santo ni tanto que no lo alumbre”. Ni autoritarismo, porque aplasta; ni permisivismo, porque ahoga. Los hijos necesitan con urgencia padres con una actitud respetuosa y firme que garantice una gobernabilidad beneficiosa para toda la familia, solo así evitaremos que las nuevas generaciones se ahoguen en el descontrol, hastío y libertinaje en el que se está hundiendo la sociedad que parece ir a la deriva sin parámetros ni destino.

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El Día del Padre es más que una fecha en el calendario; es una invitación a reflexionar, agradecer y celebrar la figura paterna en todas sus formas. Que este día sirva para reconectar con ese amor esencial, silencioso y firme que nos ha acompañado desde el primer paso. Porque detrás de cada hijo que se siente seguro, hay un padre que lo sostuvo, lo animó y creyó en él incluso antes de que él mismo lo hiciera.
En este Día del Padre, más allá de los regalos materiales, lo más valioso que podemos ofrecerles a nuestros padres es nuestro tiempo, nuestra gratitud y nuestro respeto. Y para aquellos padres que ya no están, la memoria se convierte en un puente entre el amor que fue y el que permanece. Porque un buen padre nunca se va del todo: vive en los recuerdos, en las enseñanzas y en el corazón de quienes tuvieron la fortuna de llamarlo papá.

Feliz día a mi padre en el cielo y a todos los padres del mundo que aman a sus hijos con el amor de Dios. El amor de Dios no es rencoroso, no “saca en cara” los errores, no abandona, ama sin distinciones y nos perdona sin importar la gravedad de la falta.
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