Opinión
Las razones económicas por las que no conviene una Asamblea Constituyente

Varias razones sustentan la negativa a convocar, en este momento, a una Asamblea Constituyente. Entre las más importantes están las de naturaleza económica. Describo algunas.
En primer lugar, si se llega a proponer un proceso de esa envergadura, los agentes económicos tomarán recaudos antes de emprender en nuevas actividades. Dicho posicionamiento resulta plenamente comprensible pues, frente a posibles cambios en las reglas de juego básicas que orientan las relaciones entre Estado, mercado y sociedad, lo más prudente es ser cauto.
Así, hasta que no se conozcan las líneas matrices de la nueva estructura económica del país, el inmovilismo será la tónica entre oferentes y demandantes. La aversión al riesgo entrará a jugar un papel clave, más aún si se considera que estamos en un país en el que predecir el comportamiento de los actores políticos se ha vuelto cada vez más difícil. Literalmente, entraremos en un limbo económico por mucho tiempo.
Bajo un escenario de incertidumbre como el señalado, el desempleo, una de las principales problemáticas del país, difícilmente descenderá. Dado que los nuevos términos de la contratación serán desconocidos por un buen tiempo, la decisión que generará menores costes a los empleadores será esperar.
Esa espera, que implica también contratiempos de otro orden al sector productivo, será preferible a tomar una decisión que luego pueda comprometer las finanzas de la empresa, sobre todo de la más pequeña. Al fin y al cabo, quienes tienen mayor músculo económico siempre podrán capear de mejor forma los avatares de la vida política nacional.
De otro lado, para los que tienen recursos frescos, una Asamblea Constituyente también los colocará en una disyuntiva. Ahí, siguiendo la línea más conservadora del juego económico, muchos preferirán colocar sus harinas a buen recaudo. Algunos fondos, los más grandes, irán a distintos espacios financieros internacionales mientras que los que tienen menos ceros acudirán a depósitos a plazo dentro del país. Ganar algo de intereses mientras pasa el vendaval de la política siempre será una buena opción. Sin embargo, la mediana tranquilidad de unos irá a costa de quienes tienen la tarea de colocar esos recursos en la economía nacional. Ahí la banca nacional podría afrontar dificultades frente a una (mayor) contracción en la demanda de créditos.
Al ambiente anotado hay que agregar las secuelas en el orden internacional. Maximizadores de beneficios como son los organismos multilaterales de crédito, ante un evento de la trascendencia de una nueva carta constitucional, aguardarán antes de tomar decisiones que comprometan sus recursos. El historial del país en ese tipo de espacios no se ha caracterizado por el cumplimiento de la palabra ofrecida y eso seguramente será un aditamento para que las posibilidades de financiamiento externo entren en stand by por algunos meses. Meses que pueden convertirse en años si se considera que de cada arista del sistema económico que se vaya a discutir en la Asamblea Constituyente pueden derivarse largas y tediosas disquisiciones que, como ya se ha visto, en muchas ocasiones no llegan a ningún punto de acuerdo.
A todo lo dicho hay que agregar que no se avizora una agenda económica sostenida y sostenible que marque el modelo que se pretendería impregnar en la nueva Constitución. Hay reformas sueltas que han sido identificadas desde varios sectores, desde luego, pero no hay una elaboración orgánica del país económico que se quiere. Sin un libreto claramente establecido, una Asamblea Constituyente, en lo económico, puede terminar como una gran colección de demandas puntuales de diferentes actores y grupos de presión. Ya tenemos esa triste experiencia con el larguísimo articulado de Montecristi. No valdría la pena volver a caer en un error de ese tipo.
Los cambios en materia económica son necesarios, necesarísimos, pero quizás bajo las condiciones actuales del país, la opción más prudente está en reformas parciales a la Constitución, algo que se puede hacer con menores costes políticos y menor incertidumbre para los agentes productivos. Fuente: Primicias
Noticias Zamora
No hay distancia que el amor no recorra para traer de vuelta a un hijo

Por Lic. Mario Paz
Introducción
Ver cómo un hijo se aleja del buen camino es una de las experiencias más dolorosas que puede vivir un padre o una madre. Es una mezcla de impotencia, tristeza y frustración. Lo que antes era una relación cercana, llena de cariño y confianza, ahora parece estar rota por la rebeldía, las malas decisiones o la influencia de personas equivocadas. Y aunque el corazón de madre o padre grita por recuperarlo, muchas veces no sabemos por dónde empezar. ¿Qué hacer cuando las palabras ya no funcionan? ¿Cuando sentimos que lo perdemos un poco más cada día?
Este artículo no es una fórmula mágica, pero sí una guía sincera para padres que, pese al dolor, no están dispuestos a rendirse. Porque cuando el amor es verdadero, siempre busca un camino de regreso. Y aunque su hijo esté descarriado hoy, aún hay esperanza para restaurar lo que parece perdido.
Nunca es tarde para rescatar un hijo (a)
Aunque la situación sea dolorosa, la batalla no está perdida. Muchos jóvenes regresan al buen camino con amor, límites claros y apoyo constante. Este proceso es importante abordarlo con empatía, firmeza y perspectiva a largo plazo. Recuperar a un hijo descarriado, no es sencillo, deberá probar con los hechos que está dispuesto a recuperarlo. Debe ser perseverante en el proceso.
Imagínese que un médico llega tarde con un paciente, lo encuentra grave, se desanima y dice “debí venir antes, la situación es compleja y ya no puedo salvarle la vida” ¡sería ilógico! Si llegaste tarde actúa con más decisión y energía. No te muestres autoritario, sino transparente, logre que su hijo le entienda, para obtener su respeto. Sea claro en sus sentimientos, reconozca sus errores, pero si su hijo (a) le insultan muéstrese ofendido, no lo tolere. Ensénele a que aprenda a decir las cosas que la fastidian o le ofenden, sin mostrarse agresivo (a).
El hijo (a) descarriado (a), es como un potrillo herido que corre desesperado, no sabe que sus lesiones solo sanarán bajo la cobertura de alguien que le ame. Usted debe ser ese alguien que le atrape y le cure. Cobertura es el principio básico.
Cuando una criatura recibe amor, modifica su comportamiento negativo, se deja guiar, confía en su padre/madre y los hace responsable del rumbo elegido, por otro lado, al dar cobertura, el adulto diseña un código de conducta, dirige al joven y evita riesgos, mientras lo conduce suavemente al camino correcto.
Busque entender, no solo corregir
Detrás de cada hijo que se ha descarriado hay una historia. No siempre se trata de simple rebeldía. A veces es dolor no expresado, heridas emocionales no resueltas, traumas o abusos, falta de atención o afecto, baja autoestima, falta de límites claros o influencia de amistades negativas.
Antes de imponer reglas o soltar sermones, pregúntese: ¿Qué lo llevó a este punto?. Y más importante aún: ¿Su hijo siente que puede confiar en usted para hablar de eso? Escuchar sin juzgar es fundamental para identificar las raíces del problema.
Trabaje en la comunicación sin confrontación, cambie la dinámica: menos sermones, más escucha, use frases como “me duele verte así” en vez de “te lo dije”, practique la escucha activa: mirar a los ojos, no interrumpir, validar sentimientos, el objetivo es reabrir puentes de diálogo.
Su hijo probablemente ya sabe que está decepcionado. Pero si cada intento de diálogo termina en reclamos, no volverá a hablarle. Necesita saber que puede contar con usted sin ser juzgado.
Cambie los reproches por preguntas sinceras: ¿Cómo te has sentido últimamente? ¿Qué necesitas de mí? ¿Cómo puedo ayudarte sin presionarte? No se trata de justificar lo que hace, sino de abrir una puerta al diálogo.
Reconstruya el vínculo afectivo
Antes de corregirlo, debe reconectarse emocionalmente con su hijo (a). Invítelo (a) a comer, mirar una película, salir a caminar, recuérdele anécdotas felices de su infancia y muestre interés por sus gustos y pensamientos, aunque no los comparta. A veces, lo que más necesita no es una lección de moral, sino saber que todavía lo ama incondicionalmente, aunque esté roto,
Un hijo (a) puede estar lejos emocionalmente, pero un gesto sincero de cariño puede empezar a derribar las murallas.
Debe empezar por hacerle sentir que le ama y que es importante para usted, es la única manera de provocar un cambio en alguien que ha sufrido mucho por el abandono de tantos años. Después háblele de sus experiencias más crudas. Dígale cosas que no confiaría a un niño, así se dará cuenta que le considera una persona madura. Los adolescentes luchan con desesperación por sentirse mayores; si se sienten manejados como niños lo rechazan o huyen.
Ponga límites con amor, no con miedo
Recuperarlo no significa permitirle todo por miedo a perderlo más. El amor verdadero también pone límites, establezca las reglas del hogar, pero con razones, no con amenazas y hágalas cumplir, sea firme y coherente, pero evite castigos humillantes o amenazas que lo alejen aún más.
Dígale con claridad: “No apruebo lo que haces, pero nunca dejaré de amarte. Estoy aquí para ayudarte a salir de esto, pero hay cosas que no puedo permitir bajo este techo.”
No tenga miedo de pedir ayuda profesional
Usted no tiene que hacerlo todo solo. Hay psicólogos, terapeutas familiares, consejeros espirituales y centros de apoyo que pueden ser una bendición y apoyo en momentos críticos. En casos graves, como adicciones o conductas destructivas, acudir a un especialista no es debilidad, es sabiduría y participe usted también en la terapia: no se trata solo de “arreglar al hijo”, sino de sanar la relación familiar. La restauración es de ambos lados.
Ore y mantenga viva la esperanza en Dios
Si es creyente y tiene fe espiritual, este es el momento de ponerla en acción. La parábola del hijo pródigo es más real de lo que crees. Muchos jóvenes regresan, incluso después de haber tocado fondo, confíe en que Dios puede restaurar lo que hoy parece roto. Ore por su hijo, clame por su vida. Dios no ha terminado con él y tampoco con usted como padre, tenga la certerza que su familia sera restaurada. Donde hay oración, hay camino de regreso.
Sea paciente, la restauración es un proceso amargo pero de frutos dulces.
Recuperar a un hijo no es cuestión de días, no espere cambios inmediatos, a veces el hijo necesita tocar fondo para valorar lo que tenía, cada pequeño avance es una victoria. Puede haber retrocesos, puede que parezca que no escucha, pero su constancia es un mensaje poderoso: dígale, aquí estaré cuando decidas regresar.
Cada pequeño avance cuenta. Cada conversación que no termina en gritos, cada límite que respetas con amor, cada gesto de cariño que das sin esperar nada a cambio… todo suma.
Conclusión: nunca es tarde para volver al hogar
Un hijo descarriado no es un hijo perdido. Aunque parezca que no escucha, el amor verdadero siempre deja huella. Tú eres su raíz, su origen, su refugio más profundo. Aunque hoy esté lejos, puede volver. Pero necesita saber que, cuando lo haga, tú estarás ahí con los brazos abiertos y el corazón dispuesto (lea la parábola del hijo prodigo del hijo pródigo, narrada en Lucas 15:11-32).
No será fácil, ni rápido; pero sí es posible, que este personaje con alma entristecida que hoy parece ajeno… aún es su hijo y aún puede recuperarlo. Para ello será clave la perseverancia, la oración, el acompañamiento emocional y el amor firme de un padre/madre que luchan incansablemente por recuperar a su hijo.
El hijo pródigo no es historia antigua, es un llamado al amor persistente.
Noticias Zamora
La justicia no se construye castigando a los débiles

Estimada Gobernadora de Zamora Chinchipe: Con el debido respeto y consideración que merece su investidura, me permito expresar una preocupación legítima que recorre las calles, los ríos y las voces de nuestra provincia: no se combate la corrupción sancionando a los más débiles.
Lo que escuchamos hoy es una vez más la repetición de un patrón profundamente injusto. Las sanciones caen sobre los pequeños propietarios de terrenos donde se realizaron actividades mineras, mientras los verdaderos responsables—los que otorgaron permisos, los que se beneficiaron en silencio, los que miraron hacia otro lado desde las oficinas del poder—siguen envueltos en la impunidad y protegidos por las sombras de la burocracia.
La corrupción no germina en la periferia. Nace en los núcleos del poder y se alimenta de la omisión, del silencio cómplice, de la permisividad institucional. Por ello, la solución no puede limitarse a castigar a quienes, en muchos casos, solo buscaban sobrevivir. Se requiere una investigación técnica, profunda y sin concesiones, que revele quiénes autorizaron, quiénes toleraron y quiénes lucraron con el ecocidio que hoy golpea nuestros ríos y amenaza la vida misma de nuestras comunidades.
Los dueños de predios, muchas veces forzados o intimidados, tienen hoy una oportunidad crucial para romper el cerco del miedo: denunciar a quienes los visitaban bajo el amparo de la noche para extorsionarlos o exigir pagos a cambio de impunidad. Es hora de revelar los nombres y las redes. La corrupción no actúa sola; opera en complicidad con funcionarios, autoridades locales e instituciones que, por acción u omisión, permitieron que la ilegalidad se normalizara.
Señalar únicamente a los más vulnerables es una estrategia antigua y deliberada. No podemos permitir que los que buscaron un sustento sean convertidos en los chivos expiatorios, mientras los verdaderos destructores de la naturaleza se esconden tras discursos vacíos y estructuras de poder que les protegen.
Zamora Chinchipe exige más que titulares: necesita un proceso real de fiscalización, verdad y justicia, que no termine en sanciones simbólicas ni lavados de imagen institucional. La responsabilidad debe ser integral, sin excepciones.
Recuperar nuestros ríos es urgente. Pero más urgente aún es restaurar la dignidad colectiva y la confianza en las instituciones. Eso solo será posible cuando la justicia alcance a todos, sin miedo, sin favores y sin distinciones.
Noticias Zamora
Minería ilegal: riqueza fugaz, destrucción eterna

Por Mario Paz
Introducción
La provincia de Zamora Chinchipe, ubicada en el extremo suroriental del Ecuador, se ha consolidado como una de las regiones con mayor riqueza mineral del país, especialmente en oro. Sin embargo, esta abundancia de recursos ha atraído no solo la minería legal y regulada, sino también prácticas extractivas informales e ilegales que generan graves impactos sociales, ambientales y económicos. La minería ilegal en Zamora Chinchipe se ha convertido en un problema de creciente preocupación, debido a la destrucción de ecosistemas sensibles, la contaminación de fuentes hídricas, el deterioro del tejido social y la vulneración de derechos colectivos, especialmente de comunidades rurales e indígenas. En este contexto, es fundamental comprender las causas, consecuencias y acciones necesarias para enfrentar esta problemática desde un enfoque integral y sostenible, que involucre tanto a las autoridades competentes como a la ciudadanía y sectores productivos locales.
Problemática:
La expansión acelerada de la minería ilegal en Zamora Chinchipe ha superado las capacidades de control y respuesta de las instituciones estatales, generando un escenario de alta conflictividad social y degradación ambiental. Las zonas más vulnerables se han convertido en focos de explotación desordenada, donde operan redes de minería ilegal sin respetar normas ambientales, laborales y de seguridad, afectando directamente la biodiversidad, las fuentes de agua y la calidad de vida de las comunidades locales. Además, esta actividad fomenta la economía informal, la inseguridad y la presencia de actores vinculados a actividades ilícitas. A pesar de los esfuerzos de la sociedad civil, la falta de coordinación, recursos y mecanismos efectivos de control gubernamental han permitido que estas prácticas persistan y se expandan en el territorio, convirtiéndose en una amenaza directa al desarrollo sostenible de la provincia. La minería ilegal ha destruido en días lo que la naturaleza tardó siglos en crear.
La factura de la indiferencia:
El precio que la provincia de Zamora Chinchipe paga por la destrucción de la naturaleza, a través de la minería ilegal es muy alto. Las lluvias torrenciales han dejado tras de sí un panorama desolador: ríos desbordados, campos arrasados, viviendas destruidas y familias enteras sumidas en la angustia. Pero estos desastres naturales no son únicamente producto del invierno. Son también el reflejo amargo de décadas de destrucción silenciosa, de acciones irresponsables que, en nombre del lucro fácil, han destruido los delicados equilibrios de nuestros ecosistemas.
Las imágenes de inundaciones no son solo fenómenos naturales; son las cicatrices visibles de un problema más profundo. Las riveras de nuestros ríos han sido devastadas por actividades como la minería ilegal, que, sin control y sin respeto por la vida, ha talado árboles que servían como barrera natural contra las crecientes. Han destruido los suelos, contaminado las aguas y desplazado comunidades enteras, todo por el oro que se extrae a costa de nuestro futuro.
Este llamado no es solo a las autoridades, sino a toda la humanidad. Cada árbol que cae, cada río que se contamina, cada comunidad que pierde sus puentes, es una herida que nos afecta a todos. No podemos seguir actuando como si el daño a la naturaleza fuera un problema ajeno. Es hora de asumir responsabilidad colectiva, de exigir a los gobiernos acciones firmes y de frenar el avance de actividades ilegales que arrasan con la vida y la infraestructura.
La minería ilegal no solo roba los recursos del suelo; nos roba el agua, el aire limpio, la biodiversidad, la seguridad alimentaria, el futuro de las nuevas generaciones. No podemos permitir que por la ambición de unos pocos, toda la provincia pague este alto precio. Que lo acontecido este año nos sirvan como un grito de alerta. No esperemos más tragedias para entender que no hay desarrollo posible si destruimos la casa común que es la Tierra.
Instituciones responsables de evitar la expansión de la minería ilegal en Zamora Chinchipe
Es pertinente señalar la grave omisión de autoridades que, teniendo las competencias para frenar estos delitos ambientales, han optado por el silencio, la indiferencia o, peor aún, por la complicidad. Las autoridades locales y nacionales tienen el deber de proteger nuestros territorios, de hacer respetar las leyes, de velar por el bienestar de quienes habitan las zonas afectadas. El control de la minería ilegal involucra varias instituciones del Estado, que tienen competencias tanto preventivas como correctivas, estas son:
Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales No Renovables (ARCERNNR): Es el organismo técnico encargado de regular, controlar y vigilar la actividad minera, incluyendo la prevención y sanción de actividades mineras ilegales. Realiza operativos de control, fiscalización y clausura de actividades mineras no autorizadas.
Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE): Supervisa y controla el cumplimiento de la normativa ambiental en actividades mineras. Puede iniciar procedimientos sancionatorios por afectación ambiental provocada por la minería ilegal. Las Fuerzas Armadas del Ecuador y Policía Nacional, apoyan las acciones operativas para controlar y erradicar la minería ilegal, en coordinación con otras instituciones. Participan en operativos de decomiso, desalojo y destrucción de maquinaria utilizada en minería ilegal.
Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD): Deben participar en la vigilancia ambiental y en la coordinación territorial de acciones contra la minería ilegal. Tienen competencia en ordenamiento territorial y pueden identificar zonas de riesgo o impacto ambiental.
Las instituciones encargadas de regular, controlar y vigilar la actividad minera se han mostrado débiles, con poca capacidad operativa y voluntad política para frenar la minería ilegal. La presunta corrupción y complicidad de funcionarios públicos que permiten o incluso facilitan la actividad ilegal. Los Gobiernos locales con autoridades omisas, permisivas que incluso han facilitado el avance de la minería ilegal a cambio de beneficios económicos o políticos y la sociedad civil, han permitido o incluso participado en estas prácticas ilegales.
¿Qué hacer para controlar la minería ilegal en Zamora Chinchipe?
Para evitar la minería ilegal en la provincia de Zamora Chinchipe, es fundamental aplicar un enfoque integral y coordinado que involucre acciones preventivas, correctivas y de desarrollo alternativo.
- Operativos conjuntos: Realizar operativos interinstitucionales liderados por la ARCERNNR, MAATE, Fuerzas Armadas, Policía Nacional y Fiscalía.
- Uso de tecnología: Monitoreo satelital, drones, y sistemas de georreferenciación para detectar actividades mineras ilegales.
- Control de insumos: Regular y vigilar el transporte de maquinaria, combustibles, explosivos y sustancias químicas que se usan en minería ilegal.
- Fortalecimiento de las capacidades de respuesta rápida de las entidades estatales en la provincia.
- Organización comunitaria: Impulsar redes de vigilancia comunitaria que colaboren en la denuncia y control social.
- Fomentar actividades productivas alternativas: como la agroecología, turismo sostenible, piscicultura, entre otras.
- Apoyo financiero y técnico a asociaciones locales que impulsen emprendimientos sostenibles.
- Campañas educativas locales, involucrando a niños, jóvenes y líderes comunitarios de sensibilización sobre los impactos de la minería ilegal en la salud, el ambiente y el tejido social.
- Aplicar todo el rigor de la ley a autoridades corruptas que permiten la minería ilegal a cambio de beneficios económicos. Sancionar conforme a la Ley de Minería, COIP y normativa ambiental a quienes incursionen en la minería ilegal.
- Revisión de concesiones mineras para evitar superposiciones y conflictos, asegurando que toda actividad minera cumpla con la normativa vigente.
- Mesas provinciales de lucha contra la minería ilegal, con participación activa de autoridades, GADs, comunidades y organizaciones sociales.
- Protocolos claros de actuación frente a actividades ilegales, asegurando la protección de derechos humanos.
- Apertura del catastro minero: El catastro minero de Ecuador fue cerrado oficialmente el 24 de enero de 2018 mediante la Resolución Nº 001-DE-ARCOM-2018, emitida por la Agencia de Regulación y Control Minero (ARCOM). Esta medida suspendió temporalmente el otorgamiento de nuevas concesiones mineras en todos los regímenes: minería artesanal, pequeña, mediana y a gran escala. El objetivo era permitir una planificación adecuada del sector y depurar el sistema de concesiones.
Desde entonces, el catastro ha permanecido cerrado, impidiendo la adjudicación de nuevas zonas mineras, la formalización de la minería y la implementación de procesos de remediación ambiental en áreas concesionadas. Esta situación ha generado preocupación debido al aumento de la minería ilegal, que ha afectado áreas protegidas como el Parque Nacional Podocarpus, la cuenca del río Yacuambi y el Rio Zamora.
Conclusión:
La codicia de unos pocos condena el futuro de muchos. Y lo que es más repugnante ver a estos personajes codiciosos que destruyeron la naturaleza y la vida de muchas personas, ponerse botas amarillas y llevarles mendrugos de pan a los perjudicados de la minería ilegal, como pretendiendo curar sus conciencias del mal causado y habrán muchos perjudicados que los vean como redentores, algo así como como si Drácula les llevara una pinta de sangre a sus víctimas.
La minería ilegal ha ganado terreno en la Provincia de Zamora Chinchipe por la combinación de inacción estatal, corrupción, debilidad institucional, mafias organizadas, alta demanda de oro y pobreza local. La minería ilegal representa uno de los desafíos socioambientales más urgentes del sur del Ecuador. Su abordaje exige soluciones integrales que combine medidas de control y sanción efectiva, el fortalecimiento de la gobernanza territorial, la promoción de actividades productivas sostenibles y el involucramiento activo de las comunidades locales. Solo a través de la articulación de esfuerzos entre el estado, la sociedad civil, los gobiernos locales y las comunidades, será posible frenar el avance de esta actividad ilícita y garantizar la protección de los ecosistemas y derechos de las poblaciones afectadas. La minería ilegal es perjudicial desde todo punto de vista y no es sostenible ni ética.
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