Connect with us

Opinión

Tributo al ecuatoriano resiliente

Publicado

on

Tributo al ecuatoriano resiliente

06 de octubre de 2024

En medio de la confluencia de varias crisis que sufre el país justo es reconocer la capacidad de aguante y la resiliencia del pueblo ecuatoriano ante una montaña de situaciones difíciles que lo afectan, unas surgidas de imprevisto y otras causadas por inconsultas decisiones, acciones u omisiones de las autoridades. Se dice que los malos tiempos forjan personas recias, recursivas. Justo esto ocurre con los ecuatorianos, nos damos modos para avanzar en una carrera de resistencia con obstáculos, sin renunciar al sueño de vivir días mejores.

Los cortes de luz son solo la punta del iceberg, muestra de ineficiencia e indolencia de varios gobiernos; en el siglo de la conectividad y la inteligencia artificial volvemos a los mecheros. Se trata también de la economía estancada, del angustiante desempleo, de la delincuencia apropiada de los espacios abandonados por el Estado, del alto costo de la vida -la canasta básica bordea los USD 800-, de servicios públicos deplorables, del incremento en los combustibles y el IVA, de las crisis políticas y de la justicia combinadas con corrupción.

Pero, ante la adversidad hay compatriotas que no se rinden; están el vendedor ambulante que sobrevive bajo el sol o la lluvia, el que espera pacientemente la atención pública a su dolencia o necesidad, los que ayudan a otros a pesar de sus limitaciones económicas, y quienes mantienen la tienda del barrio o su emprendimiento solo con luz del día, todos ellos portan su fe como sólida armadura.

Gran parte de la responsabilidad del flagelo de los ecuatorianos es de la clase política, de sus peores exponentes, vendedores de humo que viven en una burbuja saciando hambres atrasadas a costa del Estado, personajes que olvidaron el apostolado de servir a la sociedad. Mi tributo para la gente de a pie, la que hace mucho con casi nada, la que se duele del país, la que sobrevive luchando cada día sin dejar de ver alguna esperanza en un mar de complejidades. Fuente: El Telégrafo

Opinión

Escuelas sin miedo: un llamado urgente contra la violencia escolar

Publicado

on

Introducción

En Ecuador, miles de niños, niñas y adolescentes llegan cada día a la escuela con la esperanza de aprender y crecer, pero muchos se encuentran con un escenario distinto: insultos, golpes, humillaciones, amenazas e incluso abusos que dejan cicatrices visibles e invisibles. La violencia escolar se ha convertido en un problema estructural que trasciende las aulas y compromete a toda la sociedad, pues no solo afecta la seguridad y el bienestar de los estudiantes, sino también la confianza en el sistema educativo y la labor de los docentes.

Las cifras oficiales y los testimonios son alarmantes: seis de cada diez estudiantes han sufrido algún tipo de agresión en su escuela; miles de casos de violencia sexual han sido denunciados en la última década; y los propios maestros se han convertido en víctimas de intimidaciones, extorsiones e incluso asesinatos. La violencia en el entorno escolar no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de un entramado de factores familiares, sociales y comunitarios que hacen urgente un abordaje integral.

Frente a esta realidad, la tarea de erradicar la violencia escolar no puede recaer únicamente en el Ministerio de Educación ni en los docentes: requiere de la corresponsabilidad de estudiantes, familias, autoridades y comunidades. Solo así será posible construir aulas seguras, donde el aprendizaje se viva con respeto, empatía y confianza.

¿Qué entendemos por violencia escolar?

La violencia escolar se entiende como cualquier acción u omisión, intencional y reiterada o no, que ocurre dentro del entorno educativo y que causa daño físico, psicológico, sexual o social a los miembros de la comunidad escolar (estudiantes, docentes, personal administrativo o familias). No se limita solo al acoso entre estudiantes, sino que incluye múltiples formas de agresión entre estudiantes, de docentes hacia estudiantes, de estudiantes hacia docentes y de padres o familiares hacia docentes o autoridades.

En términos generales, se considera violencia escolar cuando se vulnera el derecho a una educación segura, inclusiva y libre de maltrato, afectando la convivencia y el proceso de aprendizaje. En el contexto ecuatoriano, el Ministerio de Educación la define dentro de las “situaciones de violencia en el ámbito educativo”, que pueden ser:

  • Violencia física (golpes, empujones, daño a pertenencias).
  • Violencia psicológica (insultos, amenazas, humillaciones).
  • Violencia sexual (tocamientos, acoso, abuso, explotación).
  • Negligencia o maltrato institucional (cuando la escuela no actúa ante un caso o normaliza la violencia).

Factores que abonan violencia escolar

La violencia escolar no surge de manera aislada; responde a un conjunto de factores personales, familiares, escolares y sociales que interactúan, entre ellos:

Factores individuales

  • Baja autoestima o inseguridad personal, que lleva a algunos estudiantes a usar la agresión como mecanismo de defensa.
  • Dificultades de autocontrol y regulación emocional, impulsividad o problemas de manejo de la ira.
  • Consumo de alcohol y drogas en adolescentes, que incrementa la probabilidad de conductas agresivas.
  • Experiencias previas de victimización: quienes han sufrido maltrato, violencia familiar o abuso, pueden reproducir estas conductas en la escuela.

Factores familiares

  • Ambientes de violencia intrafamiliar (gritos, insultos, golpes) que normalizan la agresión como forma de resolver conflictos (7 de cada 10 mujeres son agredidas por su cónyuge) .
  • Ausencia o poca supervisión parental: falta de acompañamiento en tareas, relaciones sociales o uso de redes digitales.
  • Estilos de crianza autoritarios o negligentes: exceso de castigo, desinterés o permisividad sin límites claros.
  • Carencias afectivas o falta de comunicación, que dejan a los niños y adolescentes sin referentes de confianza.

Factores escolares

  • Clima escolar conflictivo: escuelas donde predominan las rivalidades, la falta de respeto y la ausencia de normas claras.
  • Deficiencias en la gestión institucional: poca aplicación de protocolos, falta de respuesta ante denuncias o indiferencia de autoridades.
  • Relaciones jerárquicas rígidas o autoritarias entre docentes y estudiantes.
  • Falta de espacios de participación y diálogo estudiantil, que deja a los alumnos sin canales para expresar sus inquietudes.
  • Escasez de personal especializado (psicólogos, trabajadores sociales, DECE) para atender conflictos y prevenir la violencia.

Factores sociales y comunitarios

  • Normalización de la violencia en la sociedad: medios de comunicación, redes sociales y entornos donde se exalta la agresión.
  • Entornos comunitarios inseguros: presencia de pandillas, microtráfico o crimen organizado que penetra en los planteles.
  • Desigualdad social y económica, que genera tensiones y exclusiones dentro del espacio escolar.
  • Uso inadecuado de tecnologías: el ciberacoso amplifica la violencia y dificulta su control.

Estadísticas de violencia escolar en Ecuador

Entre estudiantes (violencia física, psicológica, acoso): Un estudio de UNICEF y el Ministerio de Educación revela que casi 6 de cada 10 estudiantes (60 %) entre 11 y 18 años sufrieron al menos un acto violento en el último periodo escolar. Las formas más comunes: insultos (38 %), rumores (28 %), sustracción de pertenencias (27 %), y golpes (10  %). La prevalencia varía por región: Amazonía (64 %), Costa (61 %), Sierra (56 %).

Violencia sexual en el ámbito educativo: Entre 2014 y 2024, el Ministerio de Educación registró más de 28 082 casos de violencia sexual contra estudiantes; el 90 % de las víctimas fueron niñas, casi la mitad tenían entre 8 y 14 años. El 26 % de los agresores pertenecía al sistema educativo (docentes, estudiantes, personal), mientras que el 74 % eran externos.

Los agresores dentro del sistema educativo fueron principalmente docentes (37 %), compañeros (30 %) y estudiantes (25 %). Conductores y autoridades escolares también aparecen en menor medida.

En contexto doméstico, se sabe que la mayoría de agresores sexuales infantiles son familiares o personas de confianza: según datos de la Policía, muchos victimarios corresponden a otros familiares (59.4 %), padrastros (10.5 %), padres (5.7 %), abuelos (5.3 %), hermanos (2.6 %). Esto refleja violencia dentro del entorno familiar, aunque no específicamente en la escuela.

Agresiones hacia docentes

Entre 2023 y principios de 2025, la Unión Nacional de Educadores (UNE) documentó 700 denuncias de violencia contra docentes, incluyendo intimidación, extorsión, secuestro y violencia psicológica. En cambio, el Ministerio reporta solo 179 casos oficiales en 2025, con cifras confirmadas de extorsión, secuestro e incluso tres asesinatos. La diferencia sugiere un importante sub registro.

Denuncias y respuestas institucionales

Entre 2022 y 2024, se reportaron: 5 941 casos de violencia física, 4 567 casos de violencia psicológica y 1 195 casos de acoso escolar.

El porcentaje de víctimas que no denuncian es alarmante: el 96.6 % no lo hace, especialmente mujeres, por temor a represalias o por normalizar la violencia.

Recomendaciones para reducir la violencia escolar

Para las instituciones educativas

  • Implementar protocolos claros y efectivos, como el Plan Nacional para la Erradicación de la Violencia en el Contexto Educativo, con ejes de prevención, detección, atención y reparación.
  • Formar a docentes y personal en detección temprana, abordaje protector y cultural de paz.
  • Fortalecer los DECE (Departamentos de Consejería Estudiantil), presentes ya en más de 1 700 instituciones, con psicólogos y trabajadores sociales.
  • Organizar actividades prácticas e interactivas (dramatizaciones, dinámicas grupales), no solo charlas pasivas, para sensibilizar con mayor impacto.
  • Incorporar medidas de seguridad, botones de alerta, comités interinstitucionales, y, en casos extremos, reubicación de docentes.

Para las familias 

  • Mantener comunicación constante y de confianza con sus hijos sobre sus vivencias escolares.
  • Estar alerta a señales como miedo, retraimiento, problemas de sueño o caída del rendimiento.
  • En casos de riesgo, denunciar de inmediato ante la escuela o autoridades competentes, evitando el silencio.
  • Participar en la vida escolar (reuniones, círculos restaurativos, talleres “Educando en Familia”).

Para los estudiantes 

  • Tener claro que la escuela no es un lugar para el miedo: buscar a un adulto de confianza para expresar lo que ocurre.
  • No normalizar la violencia entre compañeros: ser espectador activo ayuda a quebrar la impunidad.
  • En caso de agresiones, especialmente en entornos digitales, guardar evidencia (capturas, mensajes) y reportar.
  • Fomentar habilidades socioemocionales como empatía, comunicación asertiva, resolución pacífica de conflictos y autocuidado digital.

Lección de Dinamarca para el sistema educativo ecuatoriano

En Dinamarca, desde hace varias décadas (desde 1993), las escuelas implementaron una hora semanal obligatoria llamada Klassens tid (“el tiempo de la clase”), Durante esta hora, los estudiantes junto con su profesor/tutor aprenden a escucharse, compartir preocupaciones, hablar de sus sentimientos y resolver conflictos en un ambiente de confianza y respeto. El objetivo principal es fortalecer la empatía, el respeto mutuo y la cohesión de la clase, más allá de las materias académicas tradicionales. 

¿Cómo funciona?: Se crea un espacio seguro para que los estudiantes expresen sus preocupaciones, dificultades y logros. Se trabajan actividades como: dinámicas de reflexión y diálogo, resolución conjunta de problemas dentro del grupo, ejercicios de empatía y comprensión del otro, celebración de los logros individuales y colectivos.

No hay exámenes ni calificaciones: el objetivo es aprender a convivir y desarrollar habilidades socioemocionales.

Impactos positivos en Dinamarca 

  • Según el World Happiness Report 2025, publicado por el Wellbeing Research Centre de la Universidad de Oxford, Dinamarca es considerado el 2do país con mayores índices de felicidad y bienestar estudiantil en el mundo.
  • Más inclusión, más cooperación y, sobre todo, generaciones enteras que entienden que la empatía también se enseña y se cultiva igual que cualquier otra habilidad y cuando se siembra en las aulas, cambia para siempre a toda la sociedad.
  • Los niveles de acoso escolar y violencia en las aulas son de los más bajos en Europa.
  • Los estudiantes desarrollan una fuerte capacidad de trabajo en equipo, confianza en sí mismos y empatía hacia los demás.

Relevancia para Ecuador y América Latina: Implementar prácticas similares podría ayudar a:

  • Reducir el acoso escolar y la violencia en las aulas.
  • Fortalecer la educación socioemocional, que a menudo no tiene un espacio formal en el currículo.
  • Promover climas escolares más saludables y participativos.
  • Complementar los protocolos de prevención de violencia ya existentes con un espacio de formación práctica en convivencia.

Conclusión

La violencia escolar en Ecuador no es un fenómeno aislado ni inevitable: es el reflejo de heridas sociales, familiares e institucionales que se reproducen en las aulas y afectan profundamente la vida de niños, niñas, adolescentes y docentes. Sus consecuencias van más allá del daño inmediato: generan miedo, limitan el aprendizaje, destruyen la confianza en las instituciones educativas y comprometen el futuro de toda una generación.

Frente a esta realidad, es urgente reconocer que la escuela debe ser un espacio seguro y protector, donde el respeto, la empatía y la convivencia pacífica sean principios inquebrantables. Para lograrlo, se requiere la acción coordinada de todos los actores: familias que acompañen con cercanía y comunicación, docentes y autoridades que apliquen protocolos claros y efectivos, estudiantes comprometidos en rechazar la violencia, y un Estado que garantice recursos, políticas sostenidas y justicia ante cada caso.

La experiencia internacional demuestra que sí es posible construir aulas libres de miedo, como el ejemplo de Dinamarca con su Klassens tid. Ecuador tiene la oportunidad de adaptar estas lecciones e innovar en la educación socioemocional, cultivando la empatía y el respeto desde edades tempranas.

“Escuelas sin miedo” no es solo un lema, sino una meta impostergable: transformar las aulas en espacios donde aprender sea un derecho protegido, convivir sea una experiencia de paz y cada estudiante pueda crecer sin temor, con dignidad y esperanza.

Continuar Leyendo

Noticias Zamora

La Crisis de la Cultura: Entre el Populismo y la Ceguera Moral»

Publicado

on

Por Lic. Claudio Torres

¡Estamos en crisis!…

La ética, la ideología, las ideas y la racionalidad económica que sostuvieron nuestra civilización actual han entrado en crisis. Anteriormente, la noción de crisis se asociaba   exclusivamente con desequilibrios económicos. Sin embargo, hoy en día, esa noción se ha ampliado a un abanico de amenazas que afectan las estructuras sociales más profundas: la ética, la moral, el pensamiento y la racionalidad que se cuidaban en la familia y la sociedad.

Esta crisis se acompaña de una obsesión por el dinero y el poder. Los “proyectos políticos” actuales no surgen de la necesidad de cambiar realidades que afectan al pueblo, sino de una enfermiza búsqueda de poder. Esta búsqueda ha llevado a que las ideologías y movimientos políticos se encuentren en crisis. El gobernante prioriza el poder sobre el bien común y, en su afán por mantenerlo, recurre al populismo.

Lo más pernicioso es que esta crisis ha corroído la cultura, la identidad y la gestión cultural en las instituciones del estado. La pérdida de pueblos ancestrales, sus lenguas y costumbres es alarmante. Es fundamental fortalecer los procesos culturales como antídoto ante esta crisis multidimensional y la pérdida de sensibilidad humana, a la que Bauman se refiere como ceguera moral en esta modernidad de estructuras líquidas.

Recientemente, la ministra de Cultura, Romina Muñoz, reaccionó ante la eliminación del Ministerio de Cultura, señalando que «a todos» les sorprendió esta decisión. Justificó acríticamente la medida afirmando que «la forma actual en la que están organizados el Ministerio y el Sistema Nacional de Cultura no es óptima». Aunque esta cartera de estado no cumplió con sus objetivos, la cultura ha sido borrada de la discusión y responsabilidades del ejecutivo….Menos cultura significa más manipulación de las masas.

La histórica Casa de la Cultura Ecuatoriana, creada desde la sociedad y no desde el poder, también enfrenta esta crisis y la ceguera moral. La actual administración es criticada por su gestión arbitraria, evidenciada empezando por  el cambio de nombre de la institución a «Casa de las Culturas«, lo que desdibuja la noción de cultura promovida por Benjamín Carrión. Hoy, la Casa se ha convertido en un espacio de politiquería, con un grupo de directores provinciales que apoyan estas pretensiones.

En nuestra provincia, la ceguera moral se manifiesta en cambios superficiales, como el logotipo institucional, y en la mercantilización de la gestión cultural. Ahora, el dinero y el «eventismo» son el centro de la gestión cultural, relegando las ideas y la iniciativa a un segundo plano. Si Benjamín Carrión hubiera necesitado dinero, la Casa de la Cultura no existiría.

En un contexto social consumista, esta forma de gestión cultural no contribuye al desarrollo. El populismo, financiado con recursos públicos, solo satisface a un grupo selecto que aplaude al administrador, mientras la mayoría de los actores culturales son ignorados. Muchas provincias ya han superado el eventismo y trabajan en proyectos culturales sostenibles y de alto impacto social.

Hemos dejado de lado la producción de diálogo y pensamiento crítico; actualmente, no existen foros ni se producen textos que fomenten esta reflexión. Al populista no le interesan las ideas, ya que teme la crítica que podría amenazar su poder, a menudo adquirido mediante la compra de conciencias. Por otro lado, la historia ecuatoriana está marcada por momentos en los que los gobiernos de turno, muchos de ellos aprendices del autoritarismo, no han perdido la oportunidad de, bajo el pretexto de crisis sociales, desmantelar la inversión en educación y cultura. Son conscientes de que estos derechos son emancipadores, y un pueblo carente de cultura y educación se convierte en un terreno fértil para el populismo.

Martin Luther King afirmó que “el mal es inherente a la sociedad y las relaciones sociales”. Donskis complementa esta idea al señalar que hoy el mal se manifiesta en la insensibilidad y la falta de reacción ante el sufrimiento ajeno en la insensibilidad y en los ojos apartados de una silenciosa mirada ética. Por desgracia, muchos creadores ávidos de difundir su pensamiento, ante una gestión como la actual, se encuentran impotentes. Pero siempre habrá esperanza, como dice Raúl Pérez Torres, “contra la cultura, nada puede el olvido”, pero mientras esto sucede, los verdaderos hacedores de la cultura se replegarán a sus trincheras, continuando la lucha por la verdadera cultura.

Continuar Leyendo

Opinión

La Corte Constitucional: guardiana de sus derechos, de los míos y de los de todos

Publicado

on

Raphael Abalco Vizcaino.
Abogado en libre ejercicio profesional.
0959559772
oabalco@gmail.com

En las últimas semanas, en ese laboratorio permanente de tensiones constitucionales en el que parece vivir el Ecuador, fuimos testigos de un intento por convertir a los jueces de la Corte Constitucional en “enemigos del pueblo”. Unos aplaudieron; otros, con razón, alzaron la voz.

¿De dónde viene esta confrontación? Voy a lo esencial, y lo digo desde ya: esto no va contra el Gobierno de turno; va a favor de la Constitución, de la institucionalidad y de sus derechos, los de su familia y los míos.

El país atraviesa una crisis marcada por la delincuencia organizada y la violencia. Ante ese escenario, desde el poder se ofrecieron respuestas rápidas: leyes que, en no pocos casos, se alejaban del marco constitucional. En democracia, sin embargo, nada está por encima de la Carta Magna. Por eso existe el control constitucional: el freno de emergencia de la democracia que impide que la urgencia —o la popularidad— atropellen derechos.

Ese control lo ejerce la Corte: revisa si una ley respeta o vulnera derechos y, cuando corresponde, la detiene cautelarmente. No es un tecnicismo: es la garantía de que ninguna autoridad, por muy poderosa o bien intencionada que sea, puede ponerse por encima de las reglas comunes.

Alguien podría creer que aquí se “defiende a los jueces”. No. Aquí se defiende al Derecho, a la institucionalidad y, en consecuencia, a las personas. ¿Por qué importa proteger a la Corte? Porque mañana, si cualquiera de nosotros enfrenta una decisión arbitraria —un impuesto sin sustento legal, una expropiación injustificada, una restricción de libertades en nombre de una emergencia—, la Corte es la que nos pone en igualdad de condiciones frente al poder. Es el lugar donde un ciudadano común puede exigir, con razones y con reglas, que se le respete la dignidad.

Hace pocos días, la Corte suspendió cautelarmente artículos de varias normas: la Ley de Integridad Pública, la Ley de Solidaridad, la Ley de Inteligencia y disposiciones de su Reglamento, al advertir que, prima facie —es decir, en un análisis preliminar—, no se ajustaban a la Constitución. Conviene ser precisos: no “eliminó” leyes; suspendió artículos para evitar daños mientras decide de fondo.

La respuesta fue una campaña de desprestigio contra los nueve jueces. Llegó a verse, incluso, gigantografías con sus rostros y el eslogan: “estos son los jueces que nos están robando la paz”. Nada más lejano a la realidad. Se trata de magistrados con trayectorias sólidas que cumplieron su deber: impedir que el poder rebase los límites constitucionales.

Preocupó, además, que desde el Ejecutivo —aparentemente mal asesorado— se alentaran mensajes que abonaron a ese clima, incluso con convocatorias públicas. Insisto: la defensa de la Corte no es oposición política. Hoy gobierna una persona; mañana, otra. Lo que debe permanecer son las instituciones que frenan los caprichos del poder. Sin instituciones fuertes no hay democracia: hay arbitrariedad.

Como recordó el exjuez constitucional Agustín Grijalva, al Ecuador le tomó décadas construir una Corte independiente de partidos y gobiernos. Esa independencia, precisamente, es lo que incomoda: significa que la Corte no responde a cálculos de coyuntura sino a la Constitución, que es —o debería ser— el pacto supremo que nos une.

Nuestro deber ciudadano es claro: defender a la Corte es defendernos a nosotros mismos. No se trata de banderas partidistas, sino de exigir razones, pedir explicaciones, cuidar las reglas. Si debilitamos a la Corte, mañana no habrá quién nos ampare cuando el abuso toque a nuestra puerta.

Las democracias no se pierden de golpe: se pierden cuando dejamos de cuidar sus instituciones. Por eso, frente a los ataques a la Corte Constitucional, la pregunta no es “¿qué han hecho los jueces?”, sino “¿qué seríamos sin ellos?”. La respuesta es simple y contundente: sin Corte estaríamos desprotegidos. Con ella, tenemos una guardiana firme de nuestros derechos. Y defenderla hoy no es estar en contra del Gobierno: es estar a favor de la institucionalidad, la independencia de funciones y el respeto de todos nuestros derechos.

Continuar Leyendo

Trending

Derechos reservados El Amazonico