Opinión
¿Pedir en 2023? Sí, pero exigiéndose

Tanto este año que hemos iniciado, así como los siguientes años que ustedes y yo tengamos la oportunidad -básicamente bondad divina- de seguir viviendo; pueden ser distintos a los anteriores, positivamente hablando. De hecho, puede el siguiente ser mucho mejor que el anterior, siempre y cuando comprendamos y asimilemos que nada podrá transformarse -se aspira que en positivo- sin nuestra propia transformación. Partiendo de esa proposición ‘transformarse para transformar’, soy audaz en pensar que una buena parte de nosotras y nosotros, quienes tratamos de actuar desde la razón, ejerciendo crítica propositiva y guiados bajo la doctrina social de la Iglesia (que resalta a priorizar el bien común, frente al porvenir individual), piensa y desea profundamente que en nuestro país, Ecuador, hay actitudes que deben deponerse, para dar paso a conductas que persigan que ‘nadie se quede atrás ni afuera’, que promuevan bienestar colectivo, que generen armonía y que sí se centren en ‘lo que une’ y se alejen de ‘lo que separa’ y de rencillas, ‘riñas de compadres’ o ‘lucha seducida por egos’. En concreto, y para una muestra, tres ansias que, estimo, la mayoría de personas en Ecuador tiene para este 2023:
1. El poder depositado por el Soberano en sus representantes: al parecer cuando surge una disputa administrativa, el desenlace se tiene en la justicia constitucional. Entonces, usted tiene a personas políticas haciendo uso de herramientas que no han sido destinadas para ellas(os), y sí han sido destinadas para empoderamiento de la ciudadanía, precisamente por la relación de desventaja y vulnerabilidad que se da -en los primeros- al momento de interactuar con el aparato estatal -y los abusos y omisiones de los segundos-. El resultado es una desnaturalización de las garantías jurisdiccionales, una suerte de “pica” de unos u otros, una “sacada de lengua” a las normas y procesos, y la mayor parte de la agenda de las y los magistrados judiciales en cuanto a las causas por atender pasan a ser ocupadas por líos de políticos, en vez de las situaciones de las y los Mandantes, quienes no defienden ‘puestos’ o no anhelan ‘aferrarse al cargo’, sí, por el contrario, claman justicia, y quieren que las y los jueces pongan un alto a las arbitrariedades de ciertas funcionarias y puntuales funcionarios, dejando sentado precedente para que ninguna otra persona ‘de a pie’ experimente alguna lamentable, triste y dolorosa situación, que en muchas ocasiones abarca a los seres queridos.
“Que nuestra clase política (o política de clase) [ofrezco reflexionar una vez más en esta expresión] abandone la pretensión de desplazar y hurtar el espacio {recurrir y activar las garantías de derechos} que legal, legítima, constitucional y moralmente le pertenece a la ciudadanía, en especial a aquella que reside en las periferias. Nada menos ciudadano y menos humano que aprovecharse de lo que ha sido creado para proteger al ciudadano, en beneficio propio; lo cual resulta egoísta y hasta perverso”.
2. La Asamblea Nacional y el Ejecutivo: debemos ser claros (no tibios, pero tampoco caer en la deshonestidad intelectual y asumir [subliminalmente] una posición): creo en las buenas intenciones de quienes hacen ambas funciones del Estado, creo que ambas administraciones han tomado decisiones que han creído son las más adecuadas según el ‘timing político’ pero, simultáneamente, soy de la idea que ambas circunscriben una suerte de poca sensibilidad para con las demandas ciudadanas. No creo que alguna de ellas opere oponiéndose a la fiscalización, ni tampoco creo que cualquiera de ellas actúe para propiciar una desestabilización institucional, o peor aún que ejerzan algún tipo de control, intromisión o injerencia en la tarea juzgadora propia de las y los jueces. Sin embargo, si fue incorrecto el anuncio de “prohibición de que los funcionarios que conforman el frente de seguridad pública asistan a los llamados legislativos”; sí, lo estuvo. Así mismo, que fue una equivocación que se haya desconocido una disposición legal como consecuencia de la activaciónde una garantía jurisdiccional, en vez de hacer uso de los mecanismos legales establecidos en la Ley para cambiar esa decisión judicial; sí, lo fue. Aquí, en ambas entidades, la sensatez debe ser el uniforme para servir. La brújula que debe guiar el trabajo de las administraciones debe y tiene que ser nuestra gente: disminuir las brechas de desigualdad; eliminar la pobreza; controlar la tasa de natalidad (sí, y hay que decirlo); preocuparse auténticamente por que el Sector Privado genere plazas de empleo sostenido en la estabilidad y en el ofrecimiento de salarios dignos y altos; controlar y transitar hacia la prevención de la seguridad ciudadana; estimular al sector real de la economía con alivio/apoyo financiero; buscar innovadores mecanismos para que en la productividad nacional se reduzcan costos sin perder calidad y se incrementen las ganancias, y con ello impactar positivamente en la competitivdad de la economía, ocasionando así mayor y mejor posicionamiento de nuestra economía en el ámbito global; garantizar que las activides petroleras y mineras (que, aunque son agotables, resultan sumamente necesarias en favor de obtener recursos económicos en aras de mejorar la salud financiera del país, donde los pasivos disminuyan, incluyendo el servicio [costo] de deuda) sean desarrolladas preservando el medio ambiente y observando que no vulneren los derechos de las comunidades ni de las personas… Si nuestras administraciones hacen “lo imposible” por mantener su mentalidad, a modo de terquedad, pasará el tiempo, habrán hecho muy poco, nos demostrarán que se negaron a transformarse, y, como la naturaleza es sabia, perdieron el tiempo y no habrán transformado en positivo a la nación ecuatoriana.
3. El sistema de salud y una de sus manifestaciones: el IESS. Evitando extenderme en demasía, aunque esta arista es altamente compleja y delicada; la actual administración no puede aún sanar (resolver) los padecimientos (problemas) de la institución. El problema básico: la tardía e ineficiente atención a las y los afiliados, y a nuestras y nuestros jubilados. En EE.UU., donde ha sido parte de mi formación académica, nos decían en la GWU: “Si una administración lleva un tiempo y no funciona, la razón: o es que la administración no tiene el estilo de liderazgo que se requiere, o se niegan a dejarse ayudar por quienes, tal vez divergen en perspectivas políticas pero son altamente técnicos y buenos en lo que hacen”. Una vez más: nada cambiará, si ‘casa adentro’ no cambia. Se requiere de conocimiento y más de sentido común. Se requiere de una real comprensión y concientización de la lógica del ciudadano (no de lo que como funcionaria o funcionario se quiere o se piensa es mejor para la población destino). Se requiere de tomar decisiones complejas, como por ejemplo el que una institución está destinada exclusivamente para atender a quienes la sujetan con el pago de la cuota (prima) mensual, es decir, para afiliadas y afiliados, y las y los cesantes (jubilados), y que, paulatinamente, se abandone aquella política deseable y positiva pero asfixiante si no se planifica y se cuenta con el soporte financiero (sea desde el aparato estatal, o desde el frente privado vía incentivo/subvención): cobertura de cónyuge e hijos de afiliadas o afiliados. ¿Duro? ¿:Políticamente incorrecto? ¿Quita “votitos”? ¿Es que tengo amigos en el sector privado y qué van a decir? Bueno, como diría mi profesor de Derecho: “Si no se tiene el valor, dedíquese a otra cosa”.
Ansias de un 2023 maravilloso, donde empecemos a transformarnos para transformar al mundo. Fuente: El Telégrafo
Noticias Zamora
Oro entre la esperanza y la exclusión: el grito silenciado de Zamora Chinchipe

Por: Alcíbar Lupercio – Periodista comunitario.
En este pedazo de la Amazonía ecuatoriana, donde el verde espeso de la selva se funde con el sudor del trabajo honrado, la tierra guarda un tesoro tan brillante como polémico: el oro. Desde su redescubrimiento en la década de los 80, cuando las minas de Nambija abrieron sus entrañas a la esperanza, la provincia de Zamora Chinchipe no volvió a ser la misma. Pero el oro, que debía traer desarrollo, ha terminado sembrando conflicto, división y desconfianza.
No fue la riqueza la que trajo primero a los habitantes, sino la necesidad. En los años 60, cuando la sequía azotaba a Loja, muchos migraron hacia esta provincia. Vinieron con la firme decisión de hacer patria, de habitar estas tierras que también eran codiciadas por intereses extranjeros. Aquí alzaron la bandera del Ecuador, hombro a hombro con los pueblos originarios, como el shuar, defendiendo con valor un territorio que otros intentaban arrebatar. Hoy, medio siglo después, la amenaza no viene del vecino país, sino de los tentáculos de poder económico –nacional e internacional– que han descubierto en Zamora no solo un suelo fértil, sino un botín dorado que se pretende arrancar sin importar el costo social o ambiental.
La minería, legal o no, ha sido durante décadas el motor económico de esta provincia. Miles de familias han vivido de ella, han puesto pan en sus mesas, han pagado estudios y han generado empleo donde el Estado ha estado ausente. Y sin embargo, son precisamente esos pequeños mineros los que hoy son estigmatizados, perseguidos y silenciados. El discurso de la defensa del medio ambiente se ha vuelto el nuevo dogma de los poderosos para legitimar el despojo y marginar a los verdaderos actores del territorio.
La criminalización de la pequeña minería, en contraste con la permisividad hacia las transnacionales, es una paradoja que hiere. Se persigue al campesino que extrae oro con sus propias manos, mientras se abren las puertas a quienes vienen con maquinaria pesada, contratos blindados y respaldo político. Se ignora que el problema no es la minería, sino la falta de regulación justa, de acompañamiento técnico, de créditos, de capacitación, de visión de Estado.
Hoy no hay dinero en las calles de Zamora. La paralización minera no solo afecta a los mineros, sino a los comerciantes, transportistas, productores, emprendedores. Se detuvo el flujo económico y con él, el aliento de una provincia que ha aprendido a sostenerse casi sola. La pobreza golpea con fuerza, mientras las autoridades locales miran de lejos, sin proponer soluciones ni liderar un verdadero diálogo.
No se puede andar sobre oro y vivir en la miseria. No se puede exigir cuidado ambiental sin ofrecer alternativas reales. Y no se puede llamar ilegal a quien ha trabajado la tierra por generaciones, mientras se legaliza, con leyes a la medida, a los grandes capitales.
La solución no está en la represión, ni en el silencio cómplice. Está en la regularización, en el acompañamiento, en la justicia social y en el respeto por quienes han sostenido esta provincia sin ayuda estatal. Está en mirar con seriedad a la pequeña minería y reconocer su aporte al tejido económico local. Está en sembrar paz, diálogo, desarrollo y dignidad.
Zamora Chinchipe no es solo un mapa minero. Es un territorio de historia, de lucha, de cultura y de gente que merece vivir con derechos, no con dádivas. El Estado tiene una deuda histórica con esta provincia, y es momento de saldarla con políticas públicas reales, no con persecuciones disfrazadas de legalidad.
Los mineros no son delincuentes. Son emprendedores, padres y madres de familia, ciudadanos que exigen ser reconocidos. Y su grito, aunque intenten callarlo, retumba en las montañas que alguna vez defendieron héroes anónimos. Porque esta tierra, rica en recursos, no puede seguir empobrecida por decisiones centralistas ni por intereses ocultos.
Legalizar la pequeña minería, apoyar al productor, invertir en infraestructura social, y erradicar la corrupción que se esconde en las instituciones del Estado no es una opción: es una urgencia ética. De lo contrario, nos estaremos auto eliminando como sociedad y como país.
Es tiempo de unidad. Es tiempo de verdad. Es tiempo de justicia.
Noticias Zamora
Un buen padre deja huellas, no cicatrices

Noticias Zamora
La nueva regulación del consumo de drogas y su impacto en la sociedad ecuatoriana

El 7 de junio de 2025, la Asamblea Nacional de Ecuador aprobó la Ley Orgánica de Solidaridad Nacional, una reforma integral que busca fortalecer la lucha contra el crimen organizado. Esta ley introduce cambios significativos en la regulación del consumo de drogas, reemplazando la anterior «Tabla de Drogas» por un sistema más técnico y contextualizado.
La Tabla de Umbrales de Consumo, también conocida como «Tabla de Drogas» establecida en 2013 por el Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (CONSEP), fijaba cantidades máximas de diversas sustancias que una persona podía portar para que se considerara consumo personal y no tráfico ilícito. Sin embargo, en noviembre de 2023, el presidente Daniel Noboa derogó esta tabla mediante el Decreto Ejecutivo N.º 28, argumentando que facilitaba el microtráfico al permitir que se encubriera como consumo personal el tráfico de pequeñas cantidades. Esta eliminación dejó un vacío legal que fue parcialmente cubierto por una resolución de la Corte Nacional de Justicia número 14-2023, instruyendo a jueces y fiscales a evaluar caso por caso, basándose en análisis meticuloso del caso en concreto.
La Ley Orgánica de Solidaridad Nacional, aprobada el 7 de junio del 2025, reforma el artículo 228 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) para establecer que los parámetros para determinar el consumo personal de drogas serán fijados y actualizados mediante una resolución conjunta entre el Ministerio de Salud Pública, la Fiscalía General del Estado y el Consejo de la Judicatura. Lo que busca evitar la criminalización de los consumidores y garantizar que no se confundan con traficantes por la sola posesión de una cantidad determinada.
La nueva normativa establece que no se presumirá el consumo de drogas en ningún caso. Por lo tanto, será requisito obligatorio la realización de pericias toxicológicas o psicológicas antes de emitir cualquier decisión o informe legal correspondiente. Lo cual permite una evaluación más justa y precisa de cada situación, diferenciando claramente entre consumo personal y microtráfico.
Aunque la reforma ha sido vista como un avance hacia un trato más justo para los consumidores, algunos expertos en derecho penal han cuestionado la participación de entidades judiciales en la definición de parámetros técnicos sobre adicciones, argumentando que se trata de un tema de salud pública que requiere la intervención de especialistas. Además, la implementación efectiva de estos nuevos criterios dependerá de la capacitación y coordinación entre las instituciones involucradas.
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