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El alivio financiero: entre el derecho ciudadano y la responsabilidad institucional

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Por Alcibar Lupercio, periodista.

La aplicación de la Ley de Alivio Financiero, a través de la resolución 2025-0145 emitida por la Junta de Política y Regulación Financiera, marca un punto de inflexión en la relación entre el sistema financiero y los ciudadanos ecuatorianos. No se trata simplemente de una medida técnica de diferimiento de pagos, sino de un instrumento de política pública con fuerte carga social y sentido de justicia económica.

En medio de una coyuntura marcada por la pérdida de ingresos, el desempleo y el aumento de la morosidad en créditos de consumo —que ya supera el 6,5 %—, la posibilidad de postergar el pago de deudas hasta por 180 días constituye un respiro legítimo y necesario. Su impacto no es menor: preserva la estabilidad de los hogares y previene el colapso de su economía familiar, sin que esto implique costos por mora ni cargos legales.

Desde una perspectiva política, esta medida ratifica la capacidad del Estado para intervenir cuando el bienestar de la población lo exige, protegiendo a quienes han cumplido con sus obligaciones crediticias y que, a pesar de ello, hoy necesitan una pausa. Pero también revela una realidad preocupante: algunas entidades financieras niegan este derecho o informan de manera incorrecta, contraviniendo no solo la resolución oficial sino el principio de transparencia al que están obligadas.

Por ello, es imprescindible recordar que este beneficio aplica en todo el sistema financiero: bancos públicos, privados y cooperativas, y que ninguna entidad puede negarse a otorgarlo si se cumplen las condiciones establecidas. En caso de negativa, el camino correcto es presentar una queja formal ante la Junta de Política y Regulación Financiera o ante las Superintendencias correspondientes. El silencio o el rechazo infundado es una falta institucional que debe ser corregida.

Sin embargo, postergar no significa olvidar. El alivio financiero no es una condonación, sino un diferimiento que extiende el plazo del crédito: por ejemplo, si un préstamo finalizaba en diciembre de 2026, tras acogerse a los seis meses de alivio, se terminará de pagar en junio de 2027. Este acuerdo, voluntario y claro, debe formar parte de una estrategia de reorganización financiera responsable, tanto por parte del ciudadano como de las entidades.

En síntesis, el alivio financiero es una oportunidad que demanda corresponsabilidad. Su éxito depende de usuarios informados, bancos comprometidos y autoridades vigilantes. Solo así, esta política podrá cumplir su verdadero objetivo: garantizar una recuperación económica con rostro humano, centrada en la dignidad de quienes siguen apostando por cumplir, aun en medio de la adversidad.

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Más Allá de las Barreras: Un Llamado a la Dignidad y la Inclusión

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Introducción

Cada 3 de diciembre el mundo conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992 para recordarnos una verdad fundamental: una sociedad solo es justa cuando todas las personas pueden vivir con dignidad, acceder a oportunidades reales y participar plenamente en la vida colectiva.

En Ecuador, esta conmemoración nos invita a mirar más allá de los avances normativos y las políticas públicas, para reflexionar sobre las condiciones reales en las que viven miles de personas con discapacidad. ¿Hemos logrado construir entornos verdaderamente accesibles? ¿Garantizamos una educación inclusiva y de calidad? ¿Reconocemos y valoramos su talento, su voz y sus derechos? ¿O seguimos levantando barreras que limitan su autonomía y su proyecto de vida?

Las personas con discapacidad conforman un grupo diverso, con necesidades, capacidades y experiencias igualmente diversas. Sin embargo, muchas continúan enfrentando prejuicios, exclusión e indiferencia. Esta reflexión nos recuerda que la discapacidad no es un límite, sino una condición humana; y que las barreras más profundas y a menudo invisibles no están en los cuerpos, sino en las estructuras, las políticas y las actitudes sociales que frenan el desarrollo pleno de quienes viven con una discapacidad.

En este contexto, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad no es solo una fecha para conmemorar, sino un llamado urgente a la acción, a la empatía y a la corresponsabilidad. Nos enseña que la inclusión no se proclama: se construye. Y que ese compromiso involucra al Estado, a las instituciones, a las familias y a cada uno de nosotros.

Dignidad en Cifras: La Realidad de la Discapacidad en Ecuador 

En el mundo, más de 1.000 millones de personas (una de cada siete) viven alguna forma de discapacidad. En Ecuador, según datos del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (CONADIS), se registran aproximadamente 471.205 personas con discapacidad, lo que equivale al 2,67 % de la población nacional. Dentro de este universo el 45,66 % presenta discapacidad física, 23,12 %, discapacidad intelectual, 14,12 %, discapacidad auditiva, 11,54 %, discapacidad visual y 5,55 %, discapacidad psicosocial. Sin embargo, muchas de ellas continúan enfrentando abandono, exclusión y postergación. Esto se debe, en gran parte, a prejuicios y barreras sociales que limitan sus oportunidades. Tal como expresó María del Carmen Azuara de Curi: “No es la discapacidad lo que hace difícil la vida, sino los pensamientos y acciones de los demás.”

Estas cifras revelan una diversidad amplia de realidades y necesidades. Las discapacidades pueden ser físicas, sensoriales, intelectuales o psicosociales, y cada una requiere respuestas diferenciadas por parte del Estado, la sociedad, el sistema educativo y las familias.

Por ello, la lucha por empoderar, visibilizar y garantizar los derechos de las personas con discapacidad nos convoca a todos. Especialmente interpela a quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones y en la formulación de políticas públicas, pues la igualdad de oportunidades solo se materializa cuando la inclusión deja de ser un discurso y se convierte en acción.

Ejemplos inspiradores como Tony Meléndez, Adriana Macías y Nick Vujicic nos recuerdan que, con tenacidad y apoyo social adecuado, las barreras pueden transformarse en plataformas de crecimiento. Sus vidas son testimonio de la resiliencia humana y del enorme potencial que florece cuando se derriban los muros de la discriminación. 

Leyes que Protegen, Acciones que Transforman 

El Ecuador cuenta con un robusto marco constitucional y legal que respalda los derechos de las personas con discapacidad. La Constitución de 2008 las reconoce como grupo de atención prioritaria y garantiza igualdad de oportunidades, acceso a salud, educación, empleo, rehabilitación y la eliminación de todas las barreras que limiten su participación plena.

Sobre esta base, la Ley Orgánica del Servicio Público (LOSEP) dispone que las instituciones públicas con más de 25 servidores deben incorporar al menos un 4 % de personas con discapacidad, asegurando accesibilidad, adaptación laboral y protección contra la discriminación. Asimismo, la Ley Orgánica de Discapacidades establece mecanismos de certificación, registro, rehabilitación integral, inclusión educativa y social, y acceso a ayudas técnicas y ajustes razonables.

El CONADIS coordina políticas públicas y acciones nacionales para garantizar la inclusión, mientras que el Ministerio de Educación impulsa la educación inclusiva en escuelas regulares y unidades especializadas, con apoyos pedagógicos y adaptaciones curriculares.

El Ministerio de Salud Pública cumple un rol determinante: previene y detecta tempranamente condiciones discapacitantes, certifica la discapacidad, ofrece rehabilitación integral, entrega ayudas técnicas, garantiza atención prioritaria, sensibiliza a la población y produce datos epidemiológicos para la toma de decisiones. Su intervención marca el punto de partida para que las personas accedan a los derechos y servicios establecidos en la ley.

En conjunto, estas normas y políticas evidencian el compromiso formal del Estado con la inclusión. Sin embargo, el gran desafío sigue siendo su implementación efectiva: convertir los principios legales en acciones sostenidas que aseguren dignidad, igualdad y justicia social para todas las personas con discapacidad. 

La Inclusión Nos Convoca: Un Compromiso de Todos 

Alcanzar una verdadera inclusión de las personas con discapacidad no es responsabilidad de un solo actor: es un compromiso compartido entre el Estado, la sociedad, el sistema educativo y las familias. Solo cuando cada uno asume su rol con convicción, la inclusión deja de ser un ideal y se convierte en una realidad cotidiana.

El Estado: Garantizar derechos con acciones concretas

Corresponde al Estado asegurar que los derechos de las personas con discapacidad se cumplan plenamente. Esto implica:

  • Destinar recursos suficientes y sostener políticas públicas reales.
  • Implementar de manera efectiva la Ley Orgánica de Discapacidades.
  • Desarrollar programas integrales de salud, rehabilitación, educación, protección social y empleo.
  • Garantizar accesibilidad universal en espacios públicos, servicios, transporte y edificaciones.

Sin presupuesto, seguimiento y voluntad política, los derechos permanecen solo en el papel.

La sociedad: Transformar la mirada para transformar la inclusión

La inclusión comienza en la forma en que vemos y valoramos a quienes son diferentes. La sociedad debe avanzar del asistencialismo hacia el reconocimiento pleno de la dignidad y los derechos. Para ello es necesario:

  • Eliminar barreras físicas, sociales y estructurales.
  • Construir una cultura que celebre la diversidad funcional.
  • Garantizar accesibilidad comunicacional: lengua de señas, materiales adaptados y tecnologías de apoyo.
  • Impulsar empleo inclusivo y participación social efectiva.
  • Promover campañas de sensibilización en comunidades, escuelas y medios de comunicación.

Una sociedad que excluye se limita a sí misma; una que incluye, se fortalece.

El sistema educativo: Un pilar decisivo para el cambio

La educación tiene el poder de abrir puertas o de mantener barreras. Por ello, el sistema educativo debe:

  • Fortalecer la formación docente en educación inclusiva y atención a la diversidad.
  • Garantizar recursos especializados y adaptaciones curriculares.
  • Crear entornos accesibles, seguros e integradores.
  • Involucrar a las familias y redes de apoyo en el proceso educativo.

La escuela no debe reproducir desigualdades: debe ser el espacio donde se derriban.

Las familias: El primer sostén de la inclusión

La familia es el núcleo emocional y afectivo de toda persona con discapacidad. Su rol es fundamental para el desarrollo, la autonomía y la autoestima. Entre sus responsabilidades están:

  • Registrar y certificar la discapacidad para acceder a derechos y beneficios.
  • Buscar terapias, atención médica y rehabilitación temprana cuando sea necesario.
  • Informarse sobre apoyos disponibles y estrategias de acompañamiento.
  • Exigir inclusión educativa y social, participando activamente en escuelas y comunidades.
  • Promover la autonomía, la participación y los proyectos personales.

Una familia que acompaña y cree en las capacidades abre caminos donde otros ven límites.

Un compromiso que nos une

En este Día Internacional de las Personas con Discapacidad, renovemos nuestro compromiso de pensar, decidir y actuar con un enfoque verdaderamente incluyente. La única discapacidad peligrosa es la incapacidad de amar, de sentir y de tener corazón.

La inclusión no es un favor: es justicia. Solo cuando nuestras acciones —y no solo nuestras palabras— transformen la vida de quienes han enfrentado barreras históricas, podremos afirmar que estamos construyendo una sociedad realmente humana.

No es la Discapacidad: Son las Barreras que Construimos 

Las mayores barreras no están en los cuerpos, sino en las sociedades que aún no aprenden a incluir. Cuando el Estado, las instituciones y la comunidad no garantizan una protección real a las personas con discapacidad, las consecuencias son profundas, injustas y dolorosas.

Exclusión social y marginalidad:

Sin accesibilidad, empleo digno, educación inclusiva o apoyos adecuados, miles de personas quedan fuera de la participación social, económica y política. Esta exclusión no solo limita su desarrollo individual; también empobrece a la sociedad al privarla de su talento, creatividad y diversidad.

Pérdida de oportunidades y desarrollo truncado:

La ausencia de inclusión educativa, laboral y comunitaria implica la pérdida de capacidades, proyectos de vida y aspiraciones. Una sociedad que impide el desarrollo pleno de todos sus miembros se limita a sí misma y renuncia a su propio potencial humano.

Mayor vulnerabilidad frente a pobreza, discriminación y violencia:

Cuando las políticas no son efectivas o no se aplican, aumentan los riesgos de abandono, abuso, maltrato y discriminación. La exclusión genera ciclos persistentes de pobreza que afectan no solo a la persona, sino también a su familia y a su entorno más cercano.

Impacto en la salud y el bienestar integral:

Sin acceso a rehabilitación, atención médica o apoyo psicosocial, la calidad de vida se deteriora notablemente. La salud física y emocional se ve afectada por la falta de servicios adecuados, la sobrecarga familiar y el aislamiento social.

Retroceso en derechos humanos y justicia social:

Negar protección y garantías a las personas con discapacidad es vulnerar principios esenciales de igualdad y dignidad. Es incumplir compromisos éticos y legales, debilitando la convivencia democrática. Un país que excluye no avanza: retrocede.

Una reflexión necesaria:

Cuando una sociedad cierra puertas, lo que se limita no es la discapacidad, sino nuestra propia humanidad. La inclusión no es un gesto de buena voluntad; es una obligación ética, legal y profundamente humana. Construir un país más justo empieza por derribar las barreras que nosotros mismos hemos creado.

Más Allá de las Aulas: Un Camino Abierto a la Dignidad y al Futuro 

Durante mi gestión al frente de la Dirección Distrital 19D01 Yacuambi–Zamora Educación (1 de septiembre de 2013 al 6 de marzo de 2019), una de mis prioridades fue fortalecer las oportunidades educativas para las y los estudiantes de la Unidad Educativa Especializada “Andrés Francisco Córdova”, institución dedicada a la formación de personas con discapacidad. Hasta el año 2016, esta unidad únicamente ofertaba la educación básica superior hasta décimo grado. Sin embargo, gracias a un trabajo comprometido y articulado, impulsamos y elaboramos el proyecto para la creación del Bachillerato en Hotelería y Turismo, aprobado en 2017 y que permitió proyectar la primera promoción de bachilleres para el año 2020.

Como parte del fortalecimiento institucional, gestionamos un convenio con CELEC que hizo posible la construcción de tres aulas completamente equipadas, con mobiliario adecuado y accesos inclusivos para garantizar un entorno seguro y pertinente a las necesidades de estudiantes con discapacidad.

En el ámbito académico, realizamos gestiones ante el Gobierno de Japón, a través de la Agencia de Cooperación Internacional JICA–Ecuador, logrando la presencia de docentes especialistas provenientes de este país. En una primera etapa contamos con el valioso acompañamiento pedagógico de Yuki Codera y posteriormente de Yuki Manno, dos destacadas profesionales que apoyaron en la capacitación del personal docente, el trabajo con las familias y la atención directa a los estudiantes de la institución.

Gracias a estos esfuerzos sostenidos, desde 2020 hasta 2025 la Unidad Educativa Especializada “Andrés Francisco Córdova” ha graduado seis promociones de bachilleres con discapacidad. Esto no solo representa un logro educativo, sino también un avance significativo para su inclusión laboral, en cumplimiento del artículo 64 de la LOSEP, que obliga a las instituciones públicas con más de 25 servidores a contratar al menos un 4% de personas con discapacidad.

Es una enorme satisfacción saber que contribuimos a que las personas con discapacidad culminen su bachillerato y cuenten hoy con herramientas que fortalecen su autonomía, dignidad e inclusión plena en la sociedad.

Conclusión 

El Día Internacional de las Personas con Discapacidad no es solo una fecha en el calendario: es un recordatorio de que la dignidad, la igualdad y la inclusión deben ser parte de nuestra vida cotidiana. En Ecuador contamos con un marco legal y normativo que reconoce y protege los derechos de las personas con discapacidad; sin embargo, la distancia entre la ley y la realidad sigue siendo amplia. Persisten barreras físicas, culturales, sociales y estructurales que limitan el acceso pleno a la educación, a la salud, al empleo y a la participación comunitaria.

La inclusión no puede seguir siendo una aspiración abstracta ni un discurso repetido cada 3 de diciembre. Debe convertirse en una práctica concreta, en una decisión ética y en un compromiso sostenido. Implica garantizar condiciones dignas, promover oportunidades reales, eliminar prejuicios y transformar los entornos para que todas las personas puedan desarrollarse plenamente. El desafío es compartido.

El Estado debe asegurar políticas efectivas, financiamiento adecuado y una implementación real de la Ley Orgánica de Discapacidades. La sociedad debe abandonar el asistencialismo y reconocer la dignidad y el valor de la diversidad humana. El sistema educativo tiene que fortalecerse, adaptarse y abrir puertas, no cerrarlas. Y las familias necesitan acompañamiento, información y apoyo para promover la autonomía y los proyectos de vida de sus seres queridos.

Solo cuando cada actor asume su responsabilidad, la inclusión deja de ser un ideal y se convierte en realidad.

Solo cuando nuestras acciones facilitan la vida de quienes históricamente han enfrentado barreras, podemos afirmar que estamos construyendo una sociedad verdaderamente humana.

Porque, al final, una nación que excluye se debilita, pero una que abraza la diversidad se engrandece.

Que este 3 de diciembre sea más que una conmemoración: sea una invitación permanente a mirar sin prejuicios, a actuar con justicia y a construir un Ecuador donde todas las personas, sin excepción, puedan vivir con dignidad, participar plenamente y aportar al progreso colectivo.

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Ruth Ramón González destaca como la mejor árbitra en el Campeonato Sudamericano Calce Elite 2025

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En días recientes se desarrolló el Campeonato Sudamericano Calce Elite, evento deportivo de alto nivel que tuvo lugar del 21 al 29 de noviembre en Moche, Perú, reuniendo a delegaciones de varios países de la región. El certamen congregó a árbitros y jueces procedentes de Argentina, Brasil, Perú, Chile, Ecuador, entre otros países, consolidándose como una de las competencias de mayor relevancia en el ámbito del boxeo sudamericano.

En este contexto, la ecuatoriana Ruth Maricela Ramón González, joven zamorana de tan solo 19 años, obtuvo un reconocimiento destacado al ser nombrada la mejor árbitra del campeonato. El reconocimiento fue otorgado por el árbitro internacional Jones Kennedy, quien resaltó el profesionalismo, la precisión técnica y el carácter demostrados por Ramón González durante su participación en el evento.

Ruth Ramón no es ajena al éxito deportivo. Fue campeona nacional en los años 2022 y 2023, y actualmente se desempeña como árbitra en competencias oficiales de boxeo, consolidando un ascenso prometedor en su carrera dentro de esta disciplina.

Este nuevo logro posiciona a Zamora Chinchipe y al Ecuador en un sitial de honor dentro del deporte sudamericano, ratificando el talento, el esfuerzo y la disciplina de sus jóvenes representantes. La destacada participación de Ramón González demuestra que sigue preparándose y continúa proyectándose a nivel nacional e internacional con excelencia.

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Unidad Educativa Fiscomisional La Inmaculada inicia sus Fiestas Patronales 2025-2026 con un emotivo pregón

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El lunes 1 de diciembre, la Unidad Educativa Fiscomisional La Inmaculada dio inicio oficial a las Fiestas Patronales La Inmaculada 2025-2026, celebraciones tradicionales en honor a la Virgen María Inmaculada. La apertura estuvo marcada por el Pregón de Fiestas, un recorrido lleno de alegría y devoción por las principales calles del cantón Zamora.

La comunidad educativa se integró activamente. Niños, niñas y jóvenes de todos los paralelos participaron con vestimentas alusivas a la celebración, destacando atuendos de ángeles y representaciones de María, además, del uso de coloridos globos que embellecieron la caminata. El acompañamiento de docentes y padres de familia fortaleció el espíritu comunitario que caracteriza estas festividades.

La jornada concluyó con una presentación de danzas, donde se evidenció el compromiso artístico y cultural de los estudiantes. Este acto final llenó de color, música y emoción a los asistentes, reafirmando la importancia de mantener vivas las tradiciones religiosas y culturales de la institución.

Con este significativo pregón, la Unidad Educativa Fiscomisional La Inmaculada da inicio a un ciclo festivo que continuará con diversas actividades en honor a la Virgen María Inmaculada, fortaleciendo la fe y la identidad comunitaria.

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