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Opinión

CNE: pasa todo y no pasa nada

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Desde el retorno a la democracia en el año 79, los ecuatorianos vivimos esperanzados en que los procesos eleccionarios tengan como característica sine qua non, la eficiencia, la transparencia y la pulcritud en los procedimientos de quienes tienen como misión, promocionar la cultura democrática, fortalecer la participación política, promover la confianza ciudadana y trabajar por el reconocimiento institucional del Consejo Nacional Electoral, hoy en 2023, está claro que no han cumplido su misión.

Las redes sociales y los medios de comunicación en general se han visto inundados y han dado cuenta de los escandalosos episodios de fraude físico y telemático, los consejeros y su presidenta comparecen en los sets televisivos y radiales intentando explicar lo inexplicable, porque en el Ecuador pasa de todo y al mismo tiempo parecería, a juzgar por la indolencia generalizada que se palpa en el ambiente … no pasa nada.

Para desgracia de todos, tendremos que seguir alimentando una esperanza que nunca se concreta, porque vistos los sucesos acaecidos en estos tiempos, hemos sido testigos de polémicas decisiones e interpretaciones antojadizas de la ley que, han desembocado en el otorgamiento de derechos a unos, en desmedro de otros, en una suerte de “quítate tú, pa´ ponerme yo” y por arte de birlibirloque, entre atropellos y cálculos, sin más ni más, se repiten ahora presencialmente las elecciones en el exterior, a trancas y barrancas … y no pasa nada.

Sorprende que el consejero José Cabrera, experto en informática y miembro del pleno del organismo, se pronuncie luego de dos semanas de haber fallado estrepitosamente en el escrutinio, en el registro de resultados y transmisión de actas, sin contar con la confusión y mezcla de votos de las diferentes circunscripciones territoriales, en buen romance, luego de haberse perpetrado flagrantemente en contra de los derechos de nuestros compatriotas y del sistema democrático en general. Cabrera expresa, suelto de huesos en televisión nacional que, de los problemas suscitados se enteró por los medios de comunicación (!) y de renuncia ni hablar, tajantemente ha dicho que no, seguramente cree que su “sacrificio por la Patria” vale la pena.

Institucionalmente se ha esgrimido tibias explicaciones que apuntan a ataques externos, sin que se hayan tomado las precauciones debidas a nivel interno, la consejera Nájera exhibe documentos y acusa de direccionamiento del proceso de contratación pública y de toma de decisiones ilegales… y no pasa nada.

La presidenta Atamaint y los demás consejeros, Acero, Cabrera y Pita, en medio de la tormenta, no tienen la menor intención de ajustar las velas, cero correctivos, más allá de remitir a la Fiscalía un par de datos conocidos por todos y que no representan una actuación institucional contundente, como corresponde…y no pasa nada.

Es vox populi que la conspiración para inclinar la balanza, ronda la esquina de la Av. 6 de diciembre y Bosmediano, en cualquier caso, las autoridades electorales son directamente responsables y todos, incluidos mandos medios y operativos, deberán asumir ante la justicia y la historia, su responsabilidad, porque no se trata de ejecutar garantías de fiel cumplimiento y buen uso del anticipo y sanseacabó. Se trata de tener la precaución y seguimiento puntual de las actividades de la institución que dicen dirigir.

Si no existen respuestas satisfactorias al país, se impone la dimisión de todos y en ese caso, ad portas de la elección final, nos veremos abocados a una encrucijada dramática: Caos con ellos y caos sin ellos.

La solución podría estar, siempre y cuando reconozcan sus fallos lo cual es imposible, en pedir asistencia internacional y activación nacional de la sociedad civil, con un indispensable y riguroso filtro de honorabilidad tamizado por el escrutinio público.

Mientras tanto…en ciudad Gótica… en octubre esperamos un debate racional en donde los protagonistas sean los candidatos y sus propuestas, a través de un mecanismo sensato y bien elaborado.

También esperamos… los informes concluyentes de los magnicidios de Agustín Intriago y Fernando Villavicencio, porque como sociedad sería una barbaridad que estos crímenes empiecen a alinearse en los archivos no resueltos de la historia. Hay autores intelectuales que deben ser aprehendidos, estén donde estén.

Finalmente, para no perder la costumbre, hay que decir con vergüenza que, el país asiste nuevamente a diferentes disputas que nos afectan a todos como nación, las instituciones convertidas en trincheras, a fuego cruzado, abusando del poder y del derecho, sin recato alguno se bambolean entre el ridículo, la inoperancia y la trafasía.   Fuente: El Telégrafo

Noticias Zamora

Más allá de las luces: la navidad como encuentro, fe y esperanza

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Introducción

La Navidad es una de las celebraciones más extendidas y esperadas en el mundo. Cada año, millones de personas se preparan para vivirla entre luces, encuentros familiares y tradiciones que despiertan alegría y nostalgia. Para algunos, es un tiempo de descanso, regalos y celebración; para otros, una oportunidad de reflexión espiritual, reconciliación y esperanza renovada.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el significado original de la Navidad ha ido diluyéndose, dando lugar a una celebración donde lo comercial suele ocupar un lugar central, relegando a un segundo plano su esencia más profunda. En medio del ruido, las prisas y el consumo, corremos el riesgo de olvidar el verdadero acontecimiento que da sentido a esta fiesta: el nacimiento de Jesucristo, expresión máxima del amor de Dios por la humanidad.

Volver al origen de la Navidad no significa rechazar sus tradiciones, sino redescubrir su propósito más auténtico. Comprender su historia, su significado espiritual y su vigencia en el mundo actual nos permite rescatar una celebración que invita al encuentro, fortalece la fe y renueva la esperanza. Más allá de las luces y los adornos, la Navidad nos llama a detenernos, a mirar al otro con amor y a permitir que Dios vuelva a nacer en el corazón humano. 

Nochebuena: la espera que transforma el corazón

Los días previos a los acontecimientos importantes suelen estar cargados de una profunda trascendencia emocional. Son momentos de expectativa, reflexión y preparación interior. Basta con recordar la víspera de una boda, de un cumpleaños significativo, de una graduación, del inicio de una etapa laboral estable o del nacimiento de un hijo o un nieto. En esos instantes, el corazón se llena de esperanza, ilusión y compromiso, porque sabemos que algo trascendente está a punto de ocurrir.

De la misma manera, la Nochebuena, celebrada cada 24 de diciembre, representa la antesala de uno de los acontecimientos más significativos para la humanidad: el nacimiento de Jesucristo. Esta noche simboliza la espera consciente y amorosa del Mesías, quien vino al mundo hace más de dos mil años para traer un mensaje de esperanza, salvación, reconciliación y amor incondicional.

Más allá de luces, regalos y celebraciones externas, la Nochebuena nos invita a hacer una pausa, a silenciar el ruido cotidiano y a mirar hacia nuestro interior. Es una oportunidad para renovar, con profunda humildad, la decisión de “nacer de nuevo”, abriendo nuestro corazón a Jesús y permitiendo que su mensaje transforme nuestras actitudes, pensamientos y acciones.

En este espíritu de recogimiento, la Nochebuena también nos llama a reafirmar el compromiso de cuidarnos mutuamente, de permanecer unidos como familia y comunidad, tanto en los momentos de alegría como en las dificultades y las pruebas más duras. Nos recuerda que el verdadero sentido de la Navidad se vive en el amor compartido, en el perdón sincero, en la solidaridad, en la empatía y en la paz que se construye día a día.

Que esta noche sagrada sea un tiempo para fortalecer los lazos familiares, sanar heridas, renovar la fe y permitir que nuestras acciones reflejen el mensaje generoso de Jesucristo: amor, paz, esperanza y unidad, valores que siguen siendo esenciales en el mundo actual.

Navidad sin Cristo: una celebración vacía de sentido 

La Navidad conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén, un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad (antes de Cristo y después de Cristo). Este hecho simboliza la llegada de la luz, el amor y la salvación al mundo, en medio de una realidad marcada por la oscuridad, el sufrimiento y la esperanza de redención.

Aunque la Biblia no establece una fecha exacta para el nacimiento de Jesús, la Iglesia fijó el 25 de diciembre a partir del siglo IV, otorgándoles un profundo sentido espiritual centrado en Cristo, la verdadera Luz que vence toda oscuridad.

La Navidad es, sin duda, el acontecimiento más resplandeciente para el pueblo cristiano, porque celebra el nacimiento de Jesucristo hace más de dos mil años, quien vino al mundo para tender un puente entre Dios y la humanidad. Su llegada representa una salvación infinitamente valiosa y costosa en amor, pero absolutamente gratuita para todo aquel que decide acogerla con fe y humildad.

Celebrar la Navidad sin Cristo es como festejar un cumpleaños sin el cumpleañero, una boda sin los novios o una gala de premiación sin los triunfadores. Es una celebración vacía, desprovista de su esencia. La Navidad no se reduce a adornos, regalos o grandes banquetes; su verdadero significado se encuentra en el corazón transformado.

La Navidad eres tú cuando, con sencillez y humildad, decides nacer de nuevo, aceptar a Jesús en tu corazón y vivir su mensaje sin vanidades ni ostentaciones. La Navidad eres tú cuando resistes con fortaleza los vientos adversos y las dificultades de la vida, y cuando anuncias el mensaje de paz, justicia y amor a la humanidad no solo con palabras, sino con acciones concretas.

Una Navidad sin Cristo es como un billete falso: puede parecer auténtica a simple vista, pero carece de valor real. Solo cuando Cristo ocupa el centro de la celebración, la Navidad recupera su sentido pleno y se convierte en una experiencia viva de fe, esperanza y amor compartido.

Navidad: cuando el amor vence al egoísmo 

La Navidad nos invita a revisar nuestras actitudes y a desterrar el egoísmo que muchas veces se instala silenciosamente en el corazón humano. Para comprender mejor esta verdad, existe una antigua y significativa parábola conocida como “el país de las cucharas largas”.

Cuenta la historia que un viajero, en su recorrido por el mundo, descubrió por casualidad un país extraño. Al llegar al final del camino, encontró una enorme casa dividida en dos habitaciones: a la derecha, la habitación negra, y a la izquierda, la habitación blanca.

Movido por la curiosidad, el viajero ingresó primero a la habitación negra. Desde la puerta escuchó gritos lastimeros y lamentos de dolor. Al entrar, observó una mesa larguísima rodeada por cientos de personas. En el centro se encontraban los manjares más suculentos y apetecibles. Cada persona tenía una cuchara atada a la mano, pero el mango era el doble de largo de su brazo. Todos alcanzaban la comida, pero ninguno podía llevarla a su propia boca. Aunque la abundancia estaba frente a ellos, morían de hambre. La escena era desesperante, y los gritos de angustia lo obligaron a salir de allí con pasos apresurados.

Luego decidió visitar la habitación blanca. Lo primero que le llamó la atención fue el silencio y la serenidad del lugar. En el centro también había una mesa enorme, aún más abundante en manjares. Las personas tenían exactamente las mismas cucharas largas atadas a sus manos. Sin embargo, nadie pasaba hambre. Cada uno tomaba el alimento y lo ofrecía a la persona que tenía enfrente. Así, todos se alimentaban y vivían en armonía.

Esta parábola nos confronta con una elección profunda: vivir en un mundo dominado por el egoísmo, los intereses personales y la indiferencia, representado por la sala negra, o construir un mundo donde reinen la generosidad, la empatía, la solidaridad y el trabajo en equipo, simbolizado por la sala blanca.

La Navidad es, precisamente, tiempo de perdón, de solidaridad y de amor auténtico. Es el momento propicio para extender la mano al prójimo sin alardes, sin buscar reconocimiento, recordando las palabras del Evangelio: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. Solo así, cuando compartimos con sencillez y corazón sincero, honramos verdaderamente el nacimiento de Jesús y permitimos que Dios se sienta orgulloso de nuestras acciones. 

El rostro comercial de la Navidad y la pérdida de su esencia 

Hoy en día, la Navidad se celebra en casi todos los rincones del mundo, aunque de formas diversas según las culturas y tradiciones locales. Sin embargo, resulta evidente que el aspecto comercial ha adquirido un protagonismo creciente: promociones, regalos, decoraciones y campañas publicitarias dominan el ambiente, desplazando en muchos casos el sentido espiritual y humano de esta festividad.

A pesar de ello, la Navidad continúa siendo una oportunidad para el reencuentro, la solidaridad y la reflexión interior. En medio del ruido del consumismo, muchas personas y comunidades buscan rescatar su verdadera esencia a través de actos de servicio, reuniones familiares, oración y gestos sencillos de amor y perdón. El gran desafío de nuestro tiempo consiste en equilibrar la celebración externa con una vivencia interna auténtica.

En este contexto surge la figura de Papá Noel, también conocido como Santa Claus, cuyo origen se remonta a San Nicolás de Bari, obispo del siglo IV reconocido por su generosidad y su ayuda desinteresada a los más necesitados, especialmente a los niños. Con el paso de los siglos, su historia fue transformándose a través de diversas tradiciones europeas, particularmente en países como Holanda y Alemania.

Durante los siglos XIX y XX, esta figura fue adaptada y popularizada, principalmente en Estados Unidos, hasta adquirir la imagen actual: un personaje alegre, vestido de rojo y portador de regalos. Si bien su propósito inicial fue fortalecer la ilusión, la fantasía infantil y el espíritu de generosidad, con el tiempo también se convirtió en un símbolo comercial que impulsó el consumo masivo durante la temporada navideña.

En estas fiestas, el comercio y el mercadeo se intensifican, como si el amor debiera demostrarse únicamente a través de un regalo. Dar obsequios es un gesto valioso, pero no debe desvirtuar el verdadero significado de la Navidad. Basta con levantar la mirada al cielo, observar el verdor de las montañas, percibir la fragancia de las flores o el aroma de la tierra mojada, para redescubrir que la Navidad existe por el nacimiento de Jesucristo y que su esencia es el amor, la reconciliación, la paz y la unidad familiar.

Pareciera que, como humanidad, hemos descuidado a la familia y a la naturaleza, bienes que Dios nos encomendó cuidar y proteger, provocando así el deterioro de la calidad de vida de todos los seres vivos. Que esta Navidad sea un tiempo propicio para tender la mano al caído, perdonar al que nos ofendió y ofrecer esperanza a quien se ha rendido. 

Mensaje de Navidad: Cristo, el puente entre el cielo y la tierra

Que esta Navidad no sea solo de luces y regalos, sino de corazones abiertos. Que el mayor obsequio sea el tiempo compartido, el perdón ofrecido y el amor sincero. Que en cada hogar nazcan la paz, la esperanza y la solidaridad que el mundo tanto necesita, porque el verdadero sentido de la Navidad vive en cada gesto de bondad.

La Navidad no es solo una fecha: es un encuentro. Es el recordatorio vivo de que Dios decidió habitar entre nosotros, abrazar nuestra humanidad y llenarla de esperanza. Celebrar la Navidad sin Cristo sería como encender luces sin luz verdadera, como entonar villancicos sin alegría eterna. Jesucristo es la razón, el centro y la esencia de la Navidad.

Él es el amor hecho carne, la paz que sana corazones heridos, la reconciliación que restaura lo que parecía perdido y la unidad que vuelve a reunir a la familia alrededor del perdón. En la Navidad, Dios tendió el puente más grande de amor que la historia haya conocido: entregó a su Hijo unigénito para que la humanidad tuviera acceso a la vida eterna. Ese puente entre el cielo y la tierra tiene un nombre, y ese nombre es Jesucristo.

Él es el regalo más perfecto, el acto supremo de amor incondicional. Que esta Navidad no sea solo una tradición, sino una decisión: la decisión de amar más, de perdonar de verdad, de reconciliarnos con Dios y con quienes nos rodean. Que abramos el corazón para que Jesús nazca nuevamente en nosotros, iluminando nuestras vidas con su gracia, su paz y su amor eterno.

Porque cuando Cristo nace en el corazón, la Navidad deja de ser un día y se convierte en vida.

Feliz Navidad, y que el amor de Jesús sea la llama que nunca se apague.

Conclusión

La Navidad no es solo una fecha en el calendario ni una temporada marcada por el consumo y las apariencias. Es una invitación a detenernos, a silenciar el ruido exterior y a mirar al otro con compasión y misericordia. Es el recordatorio permanente de que la verdadera riqueza no se mide por lo que poseemos, sino por los valores que cultivamos y compartimos.

Comprender el origen de la Navidad, el significado de sus símbolos y su evolución a lo largo del tiempo nos permite celebrarla con mayor conciencia y profundidad. Más allá de las luces y los regalos, la Navidad nos llama al encuentro sincero, al fortalecimiento de la fe y a la renovación de la esperanza en un mundo que tanto la necesita.

Recuperar el espíritu navideño es, en definitiva, una decisión personal y colectiva: elegir el amor por encima del egoísmo, el perdón en lugar del rencor y la solidaridad frente a la indiferencia. Cuando Cristo ocupa el centro de nuestra vida, la Navidad deja de ser un momento pasajero y se convierte en un estilo de vida capaz de transformar corazones, familias y comunidades.

Que más allá de las luces que se apagan, permanezca encendida la luz de Cristo en nuestro interior, guiando siempre nuestros pasos con fe, esperanza y amor.

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Noticias Zamora

Nutrición y Deporte: la Dupla Ganadora

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Introducción

En un mundo marcado por el sedentarismo, el estrés y los malos hábitos alimenticios, hablar de salud ya no es una opción, sino una urgencia. El cuerpo humano fue diseñado para moverse y nutrirse de manera consciente; cuando estas dos acciones se descuidan, la calidad de vida se ve seriamente afectada. Frente a esta realidad, la Unidad Educativa “12 de Febrero”, en su modalidad intensiva, desarrolló el proyecto interdisciplinar “NUTRICIÓN Y DEPORTE: LA DUPLA GANADORA”, una iniciativa que nace con el firme propósito de promover el ejercicio físico y la alimentación saludable como pilares fundamentales del bienestar físico, mental y emocional de la comunidad educativa, en especial de docentes y estudiantes de la sección nocturna.

La alimentación saludable y la actividad física no son prácticas aisladas, sino fuerzas complementarias que, al unirse, potencian la energía, fortalecen el sistema inmunológico, mejoran el rendimiento académico y laboral, y reducen de manera significativa el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, el cáncer y los problemas cardiovasculares. Comer bien nutre el cuerpo; moverse lo activa. Juntos, construyen una vida más fuerte, equilibrada y plena.

Este proyecto tiene como objetivo que los estudiantes comprendan, desde la experiencia y la reflexión, la importancia de adoptar hábitos saludables como una inversión a largo plazo en su calidad de vida. A través del enfoque de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), se fomenta el trabajo colaborativo, la integración de saberes y la participación activa, respetando la diversidad y las realidades de nuestra comunidad educativa.

Adoptar un estilo de vida saludable desde hoy significa tomar decisiones conscientes que impactan positivamente en el presente y el futuro. Nutrición y deporte no compiten entre sí: se complementan, se fortalecen y se convierten en aliados esenciales para vivir mejor. Esta es la razón por la cual esta dupla no solo es ganadora, sino transformadora.

Dos fuerzas, un solo objetivo: salud, energía y bienestar 

El deporte y la alimentación saludable mantienen una relación inseparable: uno potencia al otro y juntos crean las bases de una vida activa, equilibrada y plena. La actividad física estimula el cuerpo, fortalece los músculos, mejora la resistencia cardiovascular y contribuye al bienestar emocional. Sin embargo, para que estos beneficios se manifiesten de forma óptima, el organismo necesita el combustible adecuado: una nutrición equilibrada.

Una alimentación saludable aporta la energía necesaria para rendir durante el ejercicio, facilita la recuperación muscular, fortalece el sistema inmunológico y previene lesiones. Los carbohidratos suministran energía, las proteínas reparan y construyen tejido muscular, las grasas saludables regulan funciones vitales y los micronutrientes aseguran el correcto funcionamiento del cuerpo.

Por otro lado, alimentarse bien sin acompañarlo de actividad física puede limitar sus beneficios, favoreciendo el sedentarismo y el aumento de peso. El movimiento transforma los nutrientes en fuerza, resistencia y vitalidad, mientras que la alimentación convierte el esfuerzo en resultados visibles y duraderos.

Cuando nutrición y deporte trabajan en conjunto, no solo se logra un cuerpo más fuerte y saludable, sino también una mente más enfocada, mayor autoestima y una mejor calidad de vida. Esta sinergia permite alcanzar un equilibrio integral, donde el cuidado del cuerpo se convierte en un hábito sostenible y consciente, más allá de objetivos estéticos o deportivos.

Nutrición inteligente: energía, salud y rendimiento 

Una alimentación saludable es la base del bienestar físico y del rendimiento deportivo. No se trata solo de comer suficiente, sino de elegir los nutrientes adecuados que permitan al cuerpo funcionar de manera eficiente, recuperarse del esfuerzo y prevenir lesiones y enfermedades.

Los macronutrientes son esenciales porque aportan la energía necesaria para la actividad física y contribuyen al desarrollo y mantenimiento de los tejidos:

  • Carbohidratos: son la principal fuente de energía del organismo, especialmente durante el ejercicio. Se encuentran en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y tubérculos. Consumirlos adecuadamente ayuda a mantener la resistencia y evita la fatiga.
  • Proteínas: fundamentales para la construcción y reparación muscular. Están presentes en carnes magras, pescado, huevos, lácteos, legumbres y frutos secos.
  • Grasas saludables: aportan energía sostenida y favorecen la absorción de vitaminas. Se encuentran en el aceite de oliva, aguacate, semillas, frutos secos y pescados grasos.

Micronutrientes: Las vitaminas y minerales cumplen funciones vitales como fortalecer el sistema inmunológico, regular el metabolismo y facilitar la contracción muscular. Minerales como el hierro, calcio, magnesio y zinc, y vitaminas como la A, C, D y las del complejo B, son especialmente importantes para quienes practican deporte de manera regular.

Fibra y agua: aliados silenciosos de la salud

  • La fibra mejora la digestión, regula el tránsito intestinal y contribuye a una mejor absorción de nutrientes. Se encuentran en frutas, verduras, cereales integrales y legumbres.
  • El agua es esencial para la hidratación, la regulación de la temperatura corporal y el transporte de nutrientes. Una hidratación adecuada antes, durante y después del ejercicio es clave para el rendimiento y la recuperación.

Consumir una dieta variada y equilibrada ayuda a prevenir enfermedades y mejora la concentración, el estado de ánimo y la capacidad de respuesta física. A continuación, te sugiero un menú semanal de alimentación saludable (con costos aproximados)

 

DÍA PRODUCTOS VALOR
 

 

 

 

LUNES

Desayuno: Avena con banana y leche $1.20
Almuerzo: Pechuga de pollo a la plancha + arroz integral + ensalada $3,50

 

Merienda: Yogur natural $0.80
Cena: Tortilla de verduras + pan integral $2.00
Sub total diario $7.50
MARTES Desayuno: Pan integral con huevo y fruta $ 1.50
Almuerzo: Lentejas guisadas con verduras $ 2.50
Merienda: Manzana $0.50
Merienda: Manzana $0.50
Cena: Ensalada de atún con vegetales $2.50
Sub total diario $7.00
MIÉRCOLES Desayuno: Batido de frutas con leche $1.30
Almuerzo: Carne magra + puré de papa + ensalada $3.80
Merienda: Frutos secos (porción pequeña) $1.00
Cena: Sopa de verduras casera $1.80
Sub total diario $7.90
JUEVES Desayuno: Yogur con avena y fruta $1.40
Almuerzo: Filete de pescado + arroz + verduras $4.00
Merienda: Banana $0.50
Cena: Ensalada de huevo y vegetales $2.00
Sub total diario $7.90
VIERNES Desayuno: Pan integral con queso fresco $1.50
Almuerzo: Pasta integral con salsa de tomate natural $2.80
Merienda: Yogur o fruta $0.80
Cena: Pollo con verduras salteadas $3.00
Sub total diario $7.90
SÁBADO Desayuno: Avena con manzana $1.20
Almuerzo: Arroz con vegetales y huevo $2.50
Merienda: Fruta de estación

Cena: Sándwich integral de pollo y vegetales

$0.50

$2.80

Sub total diario $7.00
DOMINGO Desayuno: Batido de frutas $1.30
Almuerzo: Pollo al horno + papas + ensalada $4.00
Merienda: Frutos secos o fruta $1.00
Cena: Ensalada ligera de verduras $1.50
Sub total diario $7.80
COSTO APROXIMADO TOTAL SEMANAL Entre $52 y $55

 

Educar con el ejemplo: sembrando hábitos saludables para toda la vida 

Inculcar hábitos positivos como el deporte y la alimentación saludable en nuestros hijos no es una opción, sino una responsabilidad. Practicar actividad física al menos cuatro veces por semana debería entenderse no como una simple recomendación, sino como una necesidad biológica. El cuerpo humano fue diseñado para moverse, explorar y desarrollarse a través del movimiento, no para el sedentarismo prolongado.

Como padres, madres y adultos responsables, nuestro rol es fundamental. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. El llamado “efecto espejo” es una de las herramientas educativas más poderosas: si nos observan activos, comprometidos con el deporte y llevando una alimentación equilibrada, ellos lo asumirán como parte natural de su estilo de vida. Las acciones, sin duda, educan más que cualquier discurso.

El deporte, además, no conoce barreras. Une generaciones, géneros, culturas e ideologías. Enseña valores como la disciplina, el respeto, la constancia, el trabajo en equipo y la superación personal. No se trata de competir con otros, sino de aprender a superarnos a nosotros mismos, celebrando el esfuerzo y el progreso.

Complementado con una alimentación saludable, el deporte se convierte en una poderosa herramienta para fortalecer la salud física, emocional y mental. Estos hábitos ayudan a regular las emociones, mejorar la autoestima, optimizar el uso del tiempo libre y prevenir enfermedades desde edades tempranas.

Hoy es el mejor momento para tomar decisiones conscientes que acerquen a nuestras familias a una vida plena. Hacer del deporte y la buena alimentación un hábito diario es un acto de amor, una inversión en bienestar y una forma de honrar el regalo más grande que tenemos: la vida.

Cuando el sedentarismo pesa más que los kilos 

El sobrepeso y la obesidad se han convertido en uno de los principales desafíos de salud pública de nuestra época, afectando de manera directa la calidad de vida de millones de personas. Estas condiciones no solo alteran la imagen corporal, sino que incrementan significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, los problemas respiratorios y las afecciones articulares.

Además de sus consecuencias físicas, el exceso de peso impacta profundamente en el bienestar emocional y social. Las limitaciones en la movilidad, el cansancio constante, la baja autoestima, la discriminación y el aislamiento social pueden derivar en ansiedad, estrés y depresión, afectando la salud mental y la percepción de bienestar personal.

Uno de los factores más determinantes detrás de estas problemáticas es el sedentarismo, un estilo de vida cada vez más común. La falta de actividad física regular, sumada a una alimentación inadecuada, crea un entorno propicio para el aumento de peso y el deterioro progresivo de la salud. Se estima que, de mantenerse esta tendencia, el sedentarismo podría provocar cientos de millones de nuevos casos de enfermedades prevenibles en el mundo en los próximos años. En países como Ecuador, una proporción considerable de la población adulta lleva una vida poco activa, lo que agrava aún más este panorama.

Este estilo de vida no solo eleva el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, sino que también debilita los huesos, afecta la calidad del sueño, reduce la energía diaria y disminuye la capacidad para enfrentar el estrés cotidiano. En consecuencia, el sedentarismo no solo acorta la esperanza de vida, sino que deteriora su calidad.

Por ello, hoy es momento de reflexionar y a tomar acción. Mantenernos activos y adoptar hábitos saludables no es un sacrificio, sino una inversión en bienestar, autonomía y felicidad. Porque donde termina la comodidad, comienza el progreso, y cada paso hacia una vida más activa es un paso hacia una mejor calidad de vida.

Moverse y nutrirse bien: la fórmula para vivir mejor 

Adoptar una rutina regular de actividad física junto con una alimentación equilibrada es una de las decisiones más inteligentes para cuidar la salud y mejorar la calidad de vida. Esta combinación poderosa permite mantener un peso adecuado, aumentar la energía diaria, fortalecer el sistema inmunológico y prolongar la esperanza de vida, favoreciendo un bienestar integral.

Desde el punto de vista físico, el deporte ayuda a reducir la grasa corporal y a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, el colesterol elevado y las enfermedades cardiovasculares. Además, fortalece músculos y huesos, mejora la resistencia, la flexibilidad y la coordinación, y optimiza el funcionamiento del corazón y los pulmones, reduciendo el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares.

Los beneficios no se limitan al cuerpo. A nivel psicológico y emocional, la actividad física actúa como un antidepresivo natural, ya que estimula la liberación de endorfinas y serotonina, conocidas como las hormonas del bienestar. Esto se traduce en una mejora del estado de ánimo, reducción del estrés y la ansiedad, mayor autoestima, mejor calidad del sueño y una mente más activa, concentrada y productiva.

En el ámbito social y afectivo, el deporte fomenta valores fundamentales como la disciplina, la constancia, el respeto por las normas, el trabajo en equipo y el liderazgo. También crea espacios de convivencia, fortalece las relaciones interpersonales y enseña a enfrentar desafíos, recordándonos que no se trata de competir con otros, sino de superarnos a nosotros mismos cada día.

Incorporar el movimiento en la rutina diaria no requiere grandes sacrificios: caminar, correr, bailar, andar en bicicleta, ejercitarse en casa o practicar deportes con amigos son opciones accesibles y efectivas. Cuando estos hábitos se complementan con una alimentación saludable, los beneficios se multiplican, ayudando a prevenir la obesidad, la diabetes y otras enfermedades que afectan seriamente la calidad de vida.

Finalmente, vale la pena reflexionar: ¿cuánto cuesta una enfermedad y cuánto sufrimiento podría evitarse? La prevención es más humana, más accesible y más efectiva que la medicina curativa. En este sentido, el ejercicio físico y la buena alimentación son una medicina gratuita, al alcance de todos, capaz de transformar no solo el cuerpo, sino también la forma en que vivimos y sentimos.

Conclusión

La nutrición y el deporte no son modas pasajeras ni simples recomendaciones: son decisiones de vida. Juntas conforman una dupla ganadora capaz de transformar la salud, fortalecer el cuerpo, equilibrar la mente y devolverle al ser humano la energía y vitalidad que necesita para enfrentar los desafíos diarios. Cuando estos hábitos se integran de manera consciente y constante, no solo previenen enfermedades, sino que elevan la calidad de vida y promueven un bienestar integral y sostenible.

Adoptar una alimentación saludable y una vida activa es una forma de autocuidado, pero también un acto de responsabilidad social. Cada elección diaria (lo que comemos, cuánto nos movemos, cómo cuidamos nuestro cuerpo) tiene un impacto directo en nuestro presente y en nuestro futuro. Educar en estos hábitos, especialmente desde edades tempranas, significa sembrar salud, disciplina y amor propio, valores que trascienden el ámbito personal y fortalecen a toda la comunidad.

Este proyecto demuestra que el cambio es posible cuando el conocimiento se une a la acción. A través del trabajo colaborativo, la reflexión y la práctica, se reafirma que el bienestar no depende de soluciones complejas, sino de decisiones conscientes y accesibles para todos. Moverse más y alimentarse mejor es una inversión en vida, no un sacrificio.

En definitiva, cuando nutrición y deporte caminan juntos, se convierten en una fuerza transformadora que impulsa una sociedad más sana, activa y comprometida con su bienestar. Porque cuidar el cuerpo es honrar la vida, y elegir hábitos saludables hoy es regalarse un mañana con más salud, más energía y más oportunidades para vivir plenamente.

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Más Allá de las Barreras: Un Llamado a la Dignidad y la Inclusión

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Introducción

Cada 3 de diciembre el mundo conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992 para recordarnos una verdad fundamental: una sociedad solo es justa cuando todas las personas pueden vivir con dignidad, acceder a oportunidades reales y participar plenamente en la vida colectiva.

En Ecuador, esta conmemoración nos invita a mirar más allá de los avances normativos y las políticas públicas, para reflexionar sobre las condiciones reales en las que viven miles de personas con discapacidad. ¿Hemos logrado construir entornos verdaderamente accesibles? ¿Garantizamos una educación inclusiva y de calidad? ¿Reconocemos y valoramos su talento, su voz y sus derechos? ¿O seguimos levantando barreras que limitan su autonomía y su proyecto de vida?

Las personas con discapacidad conforman un grupo diverso, con necesidades, capacidades y experiencias igualmente diversas. Sin embargo, muchas continúan enfrentando prejuicios, exclusión e indiferencia. Esta reflexión nos recuerda que la discapacidad no es un límite, sino una condición humana; y que las barreras más profundas y a menudo invisibles no están en los cuerpos, sino en las estructuras, las políticas y las actitudes sociales que frenan el desarrollo pleno de quienes viven con una discapacidad.

En este contexto, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad no es solo una fecha para conmemorar, sino un llamado urgente a la acción, a la empatía y a la corresponsabilidad. Nos enseña que la inclusión no se proclama: se construye. Y que ese compromiso involucra al Estado, a las instituciones, a las familias y a cada uno de nosotros.

Dignidad en Cifras: La Realidad de la Discapacidad en Ecuador 

En el mundo, más de 1.000 millones de personas (una de cada siete) viven alguna forma de discapacidad. En Ecuador, según datos del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (CONADIS), se registran aproximadamente 471.205 personas con discapacidad, lo que equivale al 2,67 % de la población nacional. Dentro de este universo el 45,66 % presenta discapacidad física, 23,12 %, discapacidad intelectual, 14,12 %, discapacidad auditiva, 11,54 %, discapacidad visual y 5,55 %, discapacidad psicosocial. Sin embargo, muchas de ellas continúan enfrentando abandono, exclusión y postergación. Esto se debe, en gran parte, a prejuicios y barreras sociales que limitan sus oportunidades. Tal como expresó María del Carmen Azuara de Curi: “No es la discapacidad lo que hace difícil la vida, sino los pensamientos y acciones de los demás.”

Estas cifras revelan una diversidad amplia de realidades y necesidades. Las discapacidades pueden ser físicas, sensoriales, intelectuales o psicosociales, y cada una requiere respuestas diferenciadas por parte del Estado, la sociedad, el sistema educativo y las familias.

Por ello, la lucha por empoderar, visibilizar y garantizar los derechos de las personas con discapacidad nos convoca a todos. Especialmente interpela a quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones y en la formulación de políticas públicas, pues la igualdad de oportunidades solo se materializa cuando la inclusión deja de ser un discurso y se convierte en acción.

Ejemplos inspiradores como Tony Meléndez, Adriana Macías y Nick Vujicic nos recuerdan que, con tenacidad y apoyo social adecuado, las barreras pueden transformarse en plataformas de crecimiento. Sus vidas son testimonio de la resiliencia humana y del enorme potencial que florece cuando se derriban los muros de la discriminación. 

Leyes que Protegen, Acciones que Transforman 

El Ecuador cuenta con un robusto marco constitucional y legal que respalda los derechos de las personas con discapacidad. La Constitución de 2008 las reconoce como grupo de atención prioritaria y garantiza igualdad de oportunidades, acceso a salud, educación, empleo, rehabilitación y la eliminación de todas las barreras que limiten su participación plena.

Sobre esta base, la Ley Orgánica del Servicio Público (LOSEP) dispone que las instituciones públicas con más de 25 servidores deben incorporar al menos un 4 % de personas con discapacidad, asegurando accesibilidad, adaptación laboral y protección contra la discriminación. Asimismo, la Ley Orgánica de Discapacidades establece mecanismos de certificación, registro, rehabilitación integral, inclusión educativa y social, y acceso a ayudas técnicas y ajustes razonables.

El CONADIS coordina políticas públicas y acciones nacionales para garantizar la inclusión, mientras que el Ministerio de Educación impulsa la educación inclusiva en escuelas regulares y unidades especializadas, con apoyos pedagógicos y adaptaciones curriculares.

El Ministerio de Salud Pública cumple un rol determinante: previene y detecta tempranamente condiciones discapacitantes, certifica la discapacidad, ofrece rehabilitación integral, entrega ayudas técnicas, garantiza atención prioritaria, sensibiliza a la población y produce datos epidemiológicos para la toma de decisiones. Su intervención marca el punto de partida para que las personas accedan a los derechos y servicios establecidos en la ley.

En conjunto, estas normas y políticas evidencian el compromiso formal del Estado con la inclusión. Sin embargo, el gran desafío sigue siendo su implementación efectiva: convertir los principios legales en acciones sostenidas que aseguren dignidad, igualdad y justicia social para todas las personas con discapacidad. 

La Inclusión Nos Convoca: Un Compromiso de Todos 

Alcanzar una verdadera inclusión de las personas con discapacidad no es responsabilidad de un solo actor: es un compromiso compartido entre el Estado, la sociedad, el sistema educativo y las familias. Solo cuando cada uno asume su rol con convicción, la inclusión deja de ser un ideal y se convierte en una realidad cotidiana.

El Estado: Garantizar derechos con acciones concretas

Corresponde al Estado asegurar que los derechos de las personas con discapacidad se cumplan plenamente. Esto implica:

  • Destinar recursos suficientes y sostener políticas públicas reales.
  • Implementar de manera efectiva la Ley Orgánica de Discapacidades.
  • Desarrollar programas integrales de salud, rehabilitación, educación, protección social y empleo.
  • Garantizar accesibilidad universal en espacios públicos, servicios, transporte y edificaciones.

Sin presupuesto, seguimiento y voluntad política, los derechos permanecen solo en el papel.

La sociedad: Transformar la mirada para transformar la inclusión

La inclusión comienza en la forma en que vemos y valoramos a quienes son diferentes. La sociedad debe avanzar del asistencialismo hacia el reconocimiento pleno de la dignidad y los derechos. Para ello es necesario:

  • Eliminar barreras físicas, sociales y estructurales.
  • Construir una cultura que celebre la diversidad funcional.
  • Garantizar accesibilidad comunicacional: lengua de señas, materiales adaptados y tecnologías de apoyo.
  • Impulsar empleo inclusivo y participación social efectiva.
  • Promover campañas de sensibilización en comunidades, escuelas y medios de comunicación.

Una sociedad que excluye se limita a sí misma; una que incluye, se fortalece.

El sistema educativo: Un pilar decisivo para el cambio

La educación tiene el poder de abrir puertas o de mantener barreras. Por ello, el sistema educativo debe:

  • Fortalecer la formación docente en educación inclusiva y atención a la diversidad.
  • Garantizar recursos especializados y adaptaciones curriculares.
  • Crear entornos accesibles, seguros e integradores.
  • Involucrar a las familias y redes de apoyo en el proceso educativo.

La escuela no debe reproducir desigualdades: debe ser el espacio donde se derriban.

Las familias: El primer sostén de la inclusión

La familia es el núcleo emocional y afectivo de toda persona con discapacidad. Su rol es fundamental para el desarrollo, la autonomía y la autoestima. Entre sus responsabilidades están:

  • Registrar y certificar la discapacidad para acceder a derechos y beneficios.
  • Buscar terapias, atención médica y rehabilitación temprana cuando sea necesario.
  • Informarse sobre apoyos disponibles y estrategias de acompañamiento.
  • Exigir inclusión educativa y social, participando activamente en escuelas y comunidades.
  • Promover la autonomía, la participación y los proyectos personales.

Una familia que acompaña y cree en las capacidades abre caminos donde otros ven límites.

Un compromiso que nos une

En este Día Internacional de las Personas con Discapacidad, renovemos nuestro compromiso de pensar, decidir y actuar con un enfoque verdaderamente incluyente. La única discapacidad peligrosa es la incapacidad de amar, de sentir y de tener corazón.

La inclusión no es un favor: es justicia. Solo cuando nuestras acciones —y no solo nuestras palabras— transformen la vida de quienes han enfrentado barreras históricas, podremos afirmar que estamos construyendo una sociedad realmente humana.

No es la Discapacidad: Son las Barreras que Construimos 

Las mayores barreras no están en los cuerpos, sino en las sociedades que aún no aprenden a incluir. Cuando el Estado, las instituciones y la comunidad no garantizan una protección real a las personas con discapacidad, las consecuencias son profundas, injustas y dolorosas.

Exclusión social y marginalidad:

Sin accesibilidad, empleo digno, educación inclusiva o apoyos adecuados, miles de personas quedan fuera de la participación social, económica y política. Esta exclusión no solo limita su desarrollo individual; también empobrece a la sociedad al privarla de su talento, creatividad y diversidad.

Pérdida de oportunidades y desarrollo truncado:

La ausencia de inclusión educativa, laboral y comunitaria implica la pérdida de capacidades, proyectos de vida y aspiraciones. Una sociedad que impide el desarrollo pleno de todos sus miembros se limita a sí misma y renuncia a su propio potencial humano.

Mayor vulnerabilidad frente a pobreza, discriminación y violencia:

Cuando las políticas no son efectivas o no se aplican, aumentan los riesgos de abandono, abuso, maltrato y discriminación. La exclusión genera ciclos persistentes de pobreza que afectan no solo a la persona, sino también a su familia y a su entorno más cercano.

Impacto en la salud y el bienestar integral:

Sin acceso a rehabilitación, atención médica o apoyo psicosocial, la calidad de vida se deteriora notablemente. La salud física y emocional se ve afectada por la falta de servicios adecuados, la sobrecarga familiar y el aislamiento social.

Retroceso en derechos humanos y justicia social:

Negar protección y garantías a las personas con discapacidad es vulnerar principios esenciales de igualdad y dignidad. Es incumplir compromisos éticos y legales, debilitando la convivencia democrática. Un país que excluye no avanza: retrocede.

Una reflexión necesaria:

Cuando una sociedad cierra puertas, lo que se limita no es la discapacidad, sino nuestra propia humanidad. La inclusión no es un gesto de buena voluntad; es una obligación ética, legal y profundamente humana. Construir un país más justo empieza por derribar las barreras que nosotros mismos hemos creado.

Más Allá de las Aulas: Un Camino Abierto a la Dignidad y al Futuro 

Durante mi gestión al frente de la Dirección Distrital 19D01 Yacuambi–Zamora Educación (1 de septiembre de 2013 al 6 de marzo de 2019), una de mis prioridades fue fortalecer las oportunidades educativas para las y los estudiantes de la Unidad Educativa Especializada “Andrés Francisco Córdova”, institución dedicada a la formación de personas con discapacidad. Hasta el año 2016, esta unidad únicamente ofertaba la educación básica superior hasta décimo grado. Sin embargo, gracias a un trabajo comprometido y articulado, impulsamos y elaboramos el proyecto para la creación del Bachillerato en Hotelería y Turismo, aprobado en 2017 y que permitió proyectar la primera promoción de bachilleres para el año 2020.

Como parte del fortalecimiento institucional, gestionamos un convenio con CELEC que hizo posible la construcción de tres aulas completamente equipadas, con mobiliario adecuado y accesos inclusivos para garantizar un entorno seguro y pertinente a las necesidades de estudiantes con discapacidad.

En el ámbito académico, realizamos gestiones ante el Gobierno de Japón, a través de la Agencia de Cooperación Internacional JICA–Ecuador, logrando la presencia de docentes especialistas provenientes de este país. En una primera etapa contamos con el valioso acompañamiento pedagógico de Yuki Codera y posteriormente de Yuki Manno, dos destacadas profesionales que apoyaron en la capacitación del personal docente, el trabajo con las familias y la atención directa a los estudiantes de la institución.

Gracias a estos esfuerzos sostenidos, desde 2020 hasta 2025 la Unidad Educativa Especializada “Andrés Francisco Córdova” ha graduado seis promociones de bachilleres con discapacidad. Esto no solo representa un logro educativo, sino también un avance significativo para su inclusión laboral, en cumplimiento del artículo 64 de la LOSEP, que obliga a las instituciones públicas con más de 25 servidores a contratar al menos un 4% de personas con discapacidad.

Es una enorme satisfacción saber que contribuimos a que las personas con discapacidad culminen su bachillerato y cuenten hoy con herramientas que fortalecen su autonomía, dignidad e inclusión plena en la sociedad.

Conclusión 

El Día Internacional de las Personas con Discapacidad no es solo una fecha en el calendario: es un recordatorio de que la dignidad, la igualdad y la inclusión deben ser parte de nuestra vida cotidiana. En Ecuador contamos con un marco legal y normativo que reconoce y protege los derechos de las personas con discapacidad; sin embargo, la distancia entre la ley y la realidad sigue siendo amplia. Persisten barreras físicas, culturales, sociales y estructurales que limitan el acceso pleno a la educación, a la salud, al empleo y a la participación comunitaria.

La inclusión no puede seguir siendo una aspiración abstracta ni un discurso repetido cada 3 de diciembre. Debe convertirse en una práctica concreta, en una decisión ética y en un compromiso sostenido. Implica garantizar condiciones dignas, promover oportunidades reales, eliminar prejuicios y transformar los entornos para que todas las personas puedan desarrollarse plenamente. El desafío es compartido.

El Estado debe asegurar políticas efectivas, financiamiento adecuado y una implementación real de la Ley Orgánica de Discapacidades. La sociedad debe abandonar el asistencialismo y reconocer la dignidad y el valor de la diversidad humana. El sistema educativo tiene que fortalecerse, adaptarse y abrir puertas, no cerrarlas. Y las familias necesitan acompañamiento, información y apoyo para promover la autonomía y los proyectos de vida de sus seres queridos.

Solo cuando cada actor asume su responsabilidad, la inclusión deja de ser un ideal y se convierte en realidad.

Solo cuando nuestras acciones facilitan la vida de quienes históricamente han enfrentado barreras, podemos afirmar que estamos construyendo una sociedad verdaderamente humana.

Porque, al final, una nación que excluye se debilita, pero una que abraza la diversidad se engrandece.

Que este 3 de diciembre sea más que una conmemoración: sea una invitación permanente a mirar sin prejuicios, a actuar con justicia y a construir un Ecuador donde todas las personas, sin excepción, puedan vivir con dignidad, participar plenamente y aportar al progreso colectivo.

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