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Vacunas en Guayaquil: voces y víctimas

Vacunas en Guayaquil: voces y víctimas’, es un podcast de Vistazo que retrata la pesadilla de trabajadores y comerciantes que intentan salir adelante en una de las ciudades más violentas del continente. Escucha el primer episodio:

Eduardo prefiere no salir solo, y cuando lo hace, usa una gorra para esconder su rostro. Caminar por sitios públicos, para él, se convirtió en una actividad que desafía su paz: necesita verificar que nadie intente seguir sus pasos. Hace un tiempo, la vida de este emprendedor del sector constructor, de 30 años, no era así; sus días cambiaron cuando se convirtió en una de las víctimas de las vacunas extorsivas.

Entre enero y febrero de 2024, la Policía Nacional registró más de mil denuncias relacionadas a casos de ‘vacunación’. En el mismo periodo, pero un año atrás, fueron 578 denuncias, es decir un incremento del 133 por ciento. Si bien hay distintos tipos de extorsiones, dice el General Víctor Herrera, comandante de la Zona 8, más del 90 por ciento son virtuales (a través de llamadas, mensajes o panfletos) y vacunas (intimidación presencial).

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A Eduardo lo extorsionaron física y virtualmente. Al inicio se acercaban a las obras y preguntaban por él o dejaban mensajes verbales. “Después dejaron un papel, la típica carta pidiendo dinero y se comunicaron directamente a mi número de teléfono”. En esos contactos, los extorsionadores se identificaban como parte de un grupo relacionado al crimen organizado y exigían dinero a cambio de seguridad.

$!Un trabajador de una tienda del sur de Guayaquil fue víctima de vacunadores que ataron a su cuerpo varios explosivos. Ocurrió el 30 de marzo del 2023.

Un comportamiento que, como ha detallado la Policía, es usado incluso por quienes no son parte de estructuras formales de delincuencia pero que aprovechan la oportunidad de la crisis de inseguridad. “Podemos decir que, en su mayoría, los extorsionadores son parte de la delincuencia común. Se aprovechan de la situación del país, de la intimidación”, dice Herrera. Se trata de delincuentes que se toman los nombres de las bandas para operar, atemorizar a los pobladores y conseguir su pago mensual, violentando con armas y, en ocasiones, con explosivos. Para ellos se trata de una lotería, esperando que alguien caiga por temor. Fuente: Vistazo

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