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Factores para la inestabilidad política en Ecuador

Gran parte de mi niñez, de mi adolescencia y parte de mi juventud, viví en Chile, país que en esos años tenía como forma de gobierno una dictadura militar, existiendo un gobernante que detentaba el poder, sin límites, ni contrapesos. Se podría afirmar que existía gran estabilidad económica y social, pero nada, absolutamente nada, podría justificar las muertes, los detenidos, desaparecidos y las constantes violaciones a los derechos humanos que día a día se producían en el país. Es por ello que puedo afirmar que la democracia, con sus falencias, pero con sólidas instituciones e independencia de funciones, sigue siendo el mejor de los sistemas políticos, en el cual, el poder es ejercido a través de elecciones libres y justas, siendo el presidente el primer mandatario legítimo, nos guste o no.

Estamos sin duda en un momento de extrema inestabilidad política en nuestro Ecuador, lo que no era difícil de presagiar debido a que el presidente Lasso llegó al poder, con mínima representatividad en la Asamblea Nacional. Desde el inicio de este período presidencial, la gobernanza ha sido incierta, cambiante y poco clara, lo que ha llevado a la falta de confianza en el gobierno, al que se le atribuye falta de políticas para la seguridad ciudadana y una aparente o nula inversión social.

En las causas de nuestra inestabilidad política inciden diversos factores tales como la corrupción, la desigualdad económica y social, lo que nos ha traído graves consecuencias como son la inseguridad, el aumento de la violencia, la migración forzada, la disminución de la inversión extranjera y la falta de crecimiento en áreas como la salud, la educación, la infraestructura vial y obra pública. A su favor, el gobierno ha esgrimido como argumentos la atención de vacunas a la pasada crisis COVID 19, así como positivos resultados macroeconómicos como la reducción del déficit fiscal.

La violencia criminal transnacional ha creado un clima notable de desestabilidad en nuestro territorio. Es importante que los gobiernos trabajen para prevenir y resolver los problemas y factores que conducen a la inseguridad ciudadana, a través de la promoción de la democracia, la justicia social, el fortalecimiento de las instituciones públicas, la inversión en sectores sociales prioritarios, el respeto a los derechos humanos y la lucha contra la corrupción.

Resulta imperante, además, una reforma al Código de la Democracia, que fortalezca a los partidos y movimientos políticos, ya que a través de ellos se puede lograr una gobernanza efectiva, existiendo representantes que son elegidos por pertenecer a una plataforma que descubre sus posturas y que los une en temas trascendentales como la salud, la justicia social, la seguridad, la economía, la educación y que no se trate de líderes mesiánicos, improvisados o populistas que quieren llegar al poder para satisfacer sus pretensiones personales por sobre las generales, sino que hayan sido formados sobre las bases sólidas del partido político que representan.

La crisis actual nos obliga a plantearnos una reforma política, institucional y de valores, profunda. Es necesario que se dejen de lado los retoques cosméticos a un país enfermo que necesita una cirugía eficaz en el accionar de sus instituciones públicas y en la aplicación de la justicia sin etiquetas políticas o de influencia de la corrupción. Debemos repensar una República de paz, tal como lo fue el Ecuador de antaño y que esta paz, sea producto del consenso ciudadano, siendo los partidos y movimientos políticos los primeros en comprometerse con esta causa de reconstrucción nacional de valores y justicia, de seguridad ciudadana y de crecimiento económico, sin más disputas estériles, sin crear más divisiones e incertidumbre en la ciudadanía, que es su primer mandante. Fuente: El Telégrafo

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