Opinión
Alfombra roja para la minería
El gobierno actual no puede adjetivarse con el auto calificativo de gobierno del encuentro, sino más bien como el gobierno de los mineros. El decreto 151 que se expidió en agosto tiende la alfombra roja a la minería en el país y, al hacerlo, va en contra de los pronunciamientos de las consultas populares ciudadanas que han rechazado la minería en distintos territorios, y de la Constitución y los derechos de la naturaleza reconocidos en ella.
La sevicia de este decreto para impulsar la actividad minera no tiene parangón: en 100 días deben despacharse miles de concesiones mineras que cubren millones de hectáreas en el país. Así, se priorizan supuestos derechos del capital transnacional y nacional de los inversionistas de la minería en detrimento de los derechos colectivos y de los derechos de la naturaleza.
En el decreto, expresamente, se menciona que se priorizarán los controles ambientales ex post, esto significa que la protección del agua para consumo humano, riego, etc. queda absolutamente relegada a los intereses del capital de las empresas mineras, ya que se trata de apurar las concesiones sin que se pueda hacer un control ambiental riguroso para proteger las fuentes de agua de la contaminación que, está más que demostrado, provoca la contaminación de la minería.
Se decreta que se permita la participación de inversionistas privados en la Empresa Minera Nacional ENAMI, y no suficiente con esto, se dictamina que en el instructivo de concesiones mineras se de un trato nacional al capital transnacional. Más entreguismo no puede estar sintetizado en este documento denominado “Plan de acción para el sector minero del Ecuador”. Se devela de cuerpo entero el gobierno neoliberal en el poder.
Sin embargo, este mismo gobierno, en medio de su debilidad en la segunda vuelta de la campaña hasta se declaró ecologista, se comprometió y firmó acuerdos que le exigían el respeto a la naturaleza. Que no cumpla su palabra no sorprende, porque ya vimos que en plena campaña no lo hizo cuando se comprometió a la revisión de los votos. Lo que resulta inadmisible, desde cualquier punto de vista, es que se haga caso omiso al pronunciamiento de la ciudadanía que en varias ocasiones ha rechazado la minería: Kimsacocha, 2014; Pacto, 2015; Girón, 2019; Cuenca, 2021. Las poblaciones de los distintos territorios llevan una lucha decidida y valiente contra el extractivismo y la minería, conscientes de que la defensa del medio ambiente constituye la única vía para salvar el planeta y salvarnos. (O) Fuente: El Telégrafo
Por Mónica Mancero Acosta
Opinión
Minería y legalización ¿solución o nuevo problema en Zamora Chinchipe?
La provincia de Zamora Chinchipe, situada al sureste de Ecuador, conocida como la tierra de aves y cascadas por su gran biodiversidad y recursos minerales. Sin embargo, en los últimos años, la minería ilegal se ha convertido en un problema alarmante que amenaza no solo el medio ambiente, sino también las comunidades locales y el Estado constitucional de Derechos y Justicia. Este fenómeno exige un análisis profundo de sus causas, consecuencias y posibles soluciones.
El académico Ramiro Ávila, experto en Derechos Humanos y medio ambiente, advierte que “la legalización de la minería artesanal no puede ser un fin en sí mismo, sino una herramienta que permita garantizar los derechos de la naturaleza, las comunidades y la sostenibilidad. De lo contrario, corremos el riesgo de institucionalizar la destrucción”.
La minería ilegal en Zamora Chinchipe se ha expandido debido a la falta de control estatal, la demanda creciente de minerales preciosos como el oro y las oportunidades económicas limitadas en la región. Estas actividades extractivas, realizadas sin autorización ni regulación, generan impactos negativos que van desde la deforestación y contaminación de ríos hasta conflictos sociales.
Uno de los principales problemas es el uso de mercurio y otros químicos tóxicos en los procesos de extracción, lo que afecta gravemente la calidad de agua y pone en peligro la salud de las comunidades y la fauna local.
La minería ilegal en Zamora Chinchipe tiene múltiples repercusiones que afectan tanto a las comunidades locales como al entorno natural. En el ámbito ambiental, la destrucción de bosques y ecosistemas únicos compromete la biodiversidad y altera los ciclos naturales de los ríos. La contaminación por metales pesados, como el mercurio, tiene efectos a largo plazo en el suelo y el agua, dificultando la regeneración de estos ecosistemas.
En el plano social, muchas comunidades campesinas e indígenas se ven obligadas a abandonar sus tierras debido a la presión de mineros ilegales. Esto provoca una pérdida de tradiciones y modos de vida, además de generar conflictos entre los diferentes actores involucrados. Por otro lado, aunque genera ingresos para algunos, la minería ilegal perpetúa la economía informal, sin aportar recursos al Estado mediante impuestos o regalías, privando así a la provincia de fondos necesarios para el desarrollo sostenible.
En Ecuador, la minería está regulada por la Ley de Minería y la Constitución de la Republica del Ecuador del año 2008, que reconoce a la naturaleza como sujeto de derechos. No obstante, la aplicación de estas normas ha sido insuficiente en Zamora Chinchipe. La falta de recursos y coordinación entre instituciones ha permitido que la minería ilegal prospere en muchas áreas.
El Estado ha implementado operativos para erradicar estas actividades, pero su eficacia ha sido limitada. Además, las sanciones penales contempladas en el Código Orgánico Integral Penal (COIP) a menudo no disuaden a los infractores debido a la rentabilidad de la minería ilegal. Estas debilidades estructurales demandan una estrategia más integral para enfrentar el problema.
Una de las estrategias que ha generado debate es la legalización de la minería artesanal y de pequeña escala como una forma de mitigar los impactos de la minería ilegal. Esta medida busca integrar a los mineros en el sistema formal, garantizando el cumplimiento de normativas ambientales y laborales.
La legalización podría ofrecer diversos beneficios. En primer lugar, al operar dentro de un sistema legal, los mineros estarían obligados a adoptar prácticas más sostenibles, reduciendo la contaminación y el daño ecológico. Además, integrar a los mineros al sistema formal permitiría la recaudación de impuestos y regalías, generando recursos para la inversión pública en la región. Por último, esta medida podría disminuir los conflictos sociales y brindar acceso a programas de capacitación y asistencia técnica.
Sin embargo, la legalización de la minería debe garantizar que no se convierta en una puerta abierta para actividades nocivas y que el Estado disponga de los recursos necesarios para supervisar y regular eficazmente el sector. Además, se requiere un enfoque participativo que incluya a las comunidades locales en la toma de decisiones.
Es importante analizar el problema de manera integral, es necesario implementar alternativas que promuevan un desarrollo sostenible. Primero, el fortalecimiento institucional es clave. Dotar a las instituciones locales de recursos suficientes para monitorear y controlar la minería en la región podría mejorar la eficacia del Estado en la lucha contra la minería ilegal.
Segundo, invertir en proyectos de desarrollo sostenible, como el ecoturismo y la agricultura orgánica, podría ofrecer fuentes de ingresos legales y sostenibles para las comunidades. Estas alternativas económicas no solo diversificarían la economía local, sino que también preservarían el medio ambiente.
Tercero, las campañas educativas son importantes para ayudar a las comunidades a comprender los riesgos de la minería ilegal y promover una cultura de respeto hacia el medio ambiente. Finalmente, la cooperación internacional es fundamental, ya que la minería ilegal es un problema transnacional.
La minería ilegal en Zamora Chinchipe es un problema que requiere soluciones integrales y sostenibles. La legalización de la minería artesanal, junto con la promoción de alternativas económicas y el fortalecimiento de las instituciones, puede ser parte de la solución. Solo mediante la colaboración entre el Estado, las comunidades y el sector privado se podrá mitigar este problema y garantizar un futuro en el que la riqueza mineral de la región no se convierta en su mayor maldición.
Opinión
Rehabilitación fallida en el sistema penitenciario ecuatoriano.
Por: Franco Stalin Tamay Vega.
La crisis penitenciaria que enfrenta Ecuador en el siglo XXI es alarmante y representa uno de los mayores desafíos para el sistema de justicia y seguridad del país. Las cárceles, lejos de cumplir su objetivo rehabilitador, se han convertido en centros de operación para organizaciones criminales, muchas de ellas vinculadas al narcotráfico. Estas estructuras delictivas no solo controlan el interior de los centros de privación de libertad, sino que también extienden su influencia fuera de ellos, agravando la situación de violencia e inseguridad que afecta a toda la población.
El impacto de esta crisis es evidente en el incremento alarmante de la violencia en el país. Según estadísticas oficiales de InSight Crimen (2018), InSight Crimen (2024), DINASED (2024), la tasa de homicidios en Ecuador pasó de 5.8% por cada 100,000 habitantes en el año 2017 a 46.1% en el año 2023. Este incremento, que representa casi un aumento de ocho veces en solo seis años, evidencia el nivel de descontrol en materia de seguridad pública y el incremento de la estructura criminales en diversos sectores de la sociedad.
Un ejemplo de las fallas estructurales del sistema penitenciario fue el antiguo Penal García Moreno, que no cumplía con los estándares mínimos para garantizar la rehabilitación social de los privados de libertad. El hacinamiento, la insalubridad y la violencia constante entre los internos fueron factores determinantes para su cierre. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por modernizar las cárceles del país, estas problemáticas persisten en los actuales centros de privación de libertad.
En un Estado constitucional de derechos y justicia, los centros de privación de libertad deberían tener como objetivo principal la rehabilitación y reinserción de los privados de libertad. No obstante, surge la pregunta: ¿realmente cumplen con ese propósito? Una vez que una persona cumple su condena, se enfrenta a una sociedad marcada por el desempleo, la falta de oportunidades y la exclusión social, factores que frecuentemente la llevan a reincidir en actividades delictivas.
La solución a los problemas de delincuencia organizada en Ecuador no se encuentra únicamente en la privación de libertad. Tal como lo plantea Melton, el comportamiento criminal está influenciado por factores biológicos, psicológicos y sociales. En este sentido, es fundamental reconocer que la falta de oportunidades es uno de los principales detonantes.
Por ello, es fundamental implementar políticas públicas enfocadas en educación, salud y deporte, que sienten las bases para el desarrollo de futuras generaciones. Es necesario garantizar el acceso gratuito y universal a la educación, promover programas de prevención del consumo de drogas y fomentar espacios de recreación y formación integral. Asimismo, es importante fortalecer estrategias de empleo y reinserción social para quienes han cumplido sus condenas, con el objetivo de evitar la reincidencia y reducir los niveles de violencia.
Más allá de la construcción de nuevas cárceles o el endurecimiento de las penas, se requiere un enfoque integral que analice las causas estructurales de la delincuencia y priorice el bienestar social como herramienta preventiva. Solo de esta manera será posible reducir el impacto de la violencia, desarticular las redes criminales y garantizar la seguridad y justicia en Ecuador.
Opinión
La sociedad de rodillas
El Ecuador, pequeño reflejo de la realidad del mundo, está de rodillas frente a la combinación letal entre capitalismo dogmático religioso y una fuerza armada irregular, violenta. Nos llegó de pronto el veneno de lo que hoy se reconoce como “anarcocapitalismo” o capitalismo salvaje, sin tener el contrapeso de una sociedad – antídoto. Combatida la razón crítica, calificada a veces de manera distorsionada, como colonialista, queda un “lumpen” colocado en todos los pisos y estratos de la masa. El único valor que mueve sus instintos, es el del dinero, fuere por necesidad real de supervivencia, por necesidad de falso estatus materialista, por amenaza y coerción o por la patología de la acumulación.
Los individuos biológicos constituyen ahora una masa, que sienten y nada más; nadan en las pasiones y emociones trágicas y placenteras, una de ellas, comprar. Rezan plegarias automáticas a nombre de un dios secuestrado y acomodado a sus conveniencias: bendicen la mercancía y a los zombis, considerándolos entes iguales. Rinden culto a su cuerpo, su secreta deidad ritualizada. Estrujan todo lo que fue la esencia del proyecto “humanista” y humanitario. Destruyen el lenguaje racional y reflexivo para la creación y la conciencia crítica; acaban con el mito metafísico – filosófico, el ritmo cósmico, el amor y la capacidad de maravillarse del mundo.
Nadie quiere pensar la hondura del problema que nos está desgarrando: todo es un basural de opinión vacía. Las redes y los medios incentivan las emociones, siguiendo libretos internacionales, que escogen los tópicos de miedo, la pasión y la violencia. Dominan mediante la técnica de la repetición.
El capitalismo, sistema global económico, operado por los estados nacionales, crea las condiciones para la formación de elites, que contrapesa sus afanes de dominación y explotación, con el límite, para no destruir lo que necesitan: la sociedad y la masa consumidora. Los países tienen por lo general elites algo ilustradas. Ecuador no tiene nada, no se los ve. Los otros, los intelectuales, están silenciosos, como asistiendo a un entierro.
Es tan barroca decadente esta coyuntura (ojalá sea coyuntura), que baña todo el mito o utopía de la democracia. Todo es una puesta en escena curtida, putrefacta, llena de imágenes publicitarias horribles, con cartelitos de medio pelo. ¿Y los actores? Mejor no hablar de los actores. Fuente: El Telégrafo
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