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Desarrollo urbano sostenible aún depende de cumplimiento de planes municipales que no están actualizados y que poco se aplican en la práctica

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La expansión de las ciudades ecuatorianas está marcada por los asentamientos irregulares en los que las personas viven en condiciones deplorables hasta que el Municipio correspondiente consolida estas áreas como parte de la zona urbana.

Tras décadas después llega la regularización de los predios, los servicios formales de luz eléctrica, agua potable por red, los sistemas alcantarillado sanitario y pluvial, para finalmente planificar las veredas, bordillos y la pavimentación de las calles.

Hay un desarrollo inverso alimentado por la migración del campo a la ciudad, el abuso de los invasores de tierras que cobran una especie de alquiler a los recién llegados y la especulación en el precio del suelo al alza, sobre todo de los predios más cercanos a las vías principales o la obra pública que se diseña y construye.

Es una situación sujeta a planes de ordenamiento territorial que poco se aplican en la práctica. En la conferencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre desarrollo urbano sostenible Hábitat III, realizada en Quito en el 2016, se creó una agenda que Ecuador y el resto de países deben cumplir para frenar esa realidad.

Xavier Cobeña, coordinador de proyectos en el país del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU Hábitat), afirma que uno de los propósitos del organismo es la promoción de esta nueva Agenda Urbana, que incluye objetivos como la densificación de las ciudades para frenar un crecimiento horizontal.

“Después de Hábitat III ayudamos al Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) en la elaboración de las guías para la planificación física de las ciudades y colaboramos en el proceso de construcción de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, Uso y Gestión del Suelo (LOOTUS aprobada en junio del 2016) y posteriormente su reglamento (publicado en abril del 2019). Esto está en proceso de implementación”, dice.

El plazo que dio este marco jurídico para que los Gobiernos autónomos descentralizados municipales y metropolitanos creen sus planes de uso y gestión del suelo feneció el 13 de septiembre de 2021.

La Superintendencia de Ordenamiento Territorial, Uso y Gestión del Suelo (SOT) creada por la LOOTUS, con sede en Cuenca, es la entidad que hace seguimiento al cumplimiento de este plazo.

“El objetivo es que este sea un instrumento que permita a las ciudades pequeñas e intermedias que tienen un cierto margen de maniobra lograr un desarrollo sostenible porque el crecimiento espontáneo de las ciudades se da por el descuido de las administraciones, pero también por una gran presión económica de las familias que migran del campo a la ciudad, entonces no hay vivienda social y el único mecanismo que encuentran es a través del tráfico de tierras”, sostiene Cobeña.

Una de las opciones amparada en la LOOTUS es que la administración municipal tenga la potestad de hacer declaraciones de reservas de suelo en las zonas hacia donde crece la ciudad, que permitan que el precio de la tierra permanezca estable.

“En las ciudades más grandes como Quito y Guayaquil, donde hay un mercado inmobiliario más dinámico, da la posibilidad de que la administración municipal pueda hacer lo que en otros países se conoce como venta de altura, en nuestra legislación sería la concesión onerosa de derechos que es permitir edificaciones más altas siempre y cuando ese proyecto inmobiliario pueda pagar a la ciudad para poder reinvertir en el equipamiento, la infraestructura”, añade el especialista.

La SOT tiene capacidad sancionadora y su misión es vigilar y controlar los procesos de ordenamiento territorial, uso y gestión de suelo, hábitat, asentamientos humanos y desarrollo urbano, competencia que recae en los Gobiernos autónomos descentralizados (GAD).

“No sé los datos exactos porque aún no han sido publicados, pero sé que muchos de los 221 municipios del país no han cumplido con este plazo. Los más grandes e intermedios sí han cumplido como Quito, Manta y Portoviejo”, dice Cobeña.

Hay casos positivos de aplicación de la LOOTUS en Portoviejo y Cuenca

Instalar infraestructura con viviendas sociales y que luego lleguen las personas es uno de los objetivos del desarrollo urbano sostenible, es decir, invertir lo que ha ocurrido históricamente con la invasión y el tráfico de tierras.

Hay experiencias positivas en Portoviejo y Cuenca. La Municipalidad de la capital manabita no redefinió sus límites urbanos para frenar un crecimiento de la ciudad sobre las zonas agrícolas.

Al igual que se invierte en proyectos en las áreas de la subcentralidad (en las parroquias) para evitar la expansión de la periferia de Portoviejo sobre zonas agrícolas y de bosques.

“La idea es que la gente del campo llegue a estas parroquias, como Calderón, Riochico o Picoazá, que están a 10, 20 minutos o hasta media hora de Portoviejo, para que puedan trabajar allí sin necesidad de asentarse en la periferia”, dice Cobeña.

Con esto se busca frenar un crecimiento horizontal y desordenado. “Si la tendencia de crecimiento de la mancha urbana se mantiene, en diez años se duplicaría el espacio que ocupa Portoviejo. Esa realidad es mundial y en unos sitios es más intenso que en otros. El fin es que en la misma área vivan más personas, esto ayuda a que las finanzas de los municipios mejoren ya que no construyen muchísimos metros lineales a la redonda de redes de agua y alcantarillado”.

Félix Jaime, subdirector cantonal de planificación urbanística de Portoviejo, afirma que la planificación en la capital manabita empezó en 2014 cuando la administración municipal se enfocó en la investigación y generación de estudios. En ese entonces se culminó el Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial (PDOT).

“Ninguna decisión en el Municipio se tomaba sin sustento. El PDOT fue el primero que incluyó normativa referente a la gestión de riesgos. Luego vino el terremoto (el 15 de abril del 2016), en ese momento se hacía el plan maestro urbano por lo que se cambió todo el enfoque. Hay que planificar de otra forma y se acogió el concepto de ciudad a escala humana, que es diseñar en función del ciudadano, como el que realiza las actividades cotidianas a pie. Priorizar al peatón, al ciclista, al transporte público, los de carga y finalmente a los autos privados. Invertir la pirámide de movilidad”, dice Jaime.

De ahí vino la aprobación de la LOOTUS a nivel nacional. “Entonces vimos una oportunidad de establecer políticas a largo plazo con una vigencia de 12 años. En base a esa ley, todos los PDOT de los Municipios tienen que modificarse e incluir el plan de uso y gestión del suelo (PUGS). Pudimos cumplir y lo terminamos porque ya lo habíamos empezado, nos ayudó la Universidad de Nueva York y la Cátedra Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) de ciudades intermedias sostenibles”, agrega el funcionario.

El PUGS incorpora un nuevo modelo de ciudad que prioriza la sostenibilidad y la resiliencia. “Proteger el ecosistema, garantizar la seguridad alimentaria y la dotación de servicios de infraestructura pública con un crecimiento planificado y ordenado, se priorizan las áreas verdes”, asegura Jaime.

La investigación científica ha sido una de las claves. El estudio de la Universidad de Nueva York sobre la huella urbana revela en base a proyecciones y modelaciones que para el 2050 se perderá casi todo el suelo. “Menos personas consumirán mucho más suelo y la ciudad va a crecer cinco veces del tamaño actual. Con la planificación queremos romper esa tendencia en Portoviejo”, dice Jaime.

Desde ONU Hábitat se habla de ciudades de quince minutos, tiempo máximo que llevaría el traslado desde la vivienda hasta los servicios más importantes, como salud, educación, empleo. Al igual que el crecimiento en altura y el uso de suelos mixtos residencial y comercial, lo que ayuda en la densificación de las ciudades y que las zonas permanezcan activas durante todo el día.

Cuenca ya implementa su plan de uso y gestión del suelo desde antes del plazo fijado en septiembre último por el reglamento de la LOOTUS. Con ello se han ordenado ciertas áreas a través de planes especiales que iban a ser impactadas por proyectos de movilidad, como el tranvía.

“Lo que pasa normalmente es que cuando se anuncia un plan de inversión pública, todas las personas que están alrededor empiezan a especular y no construyen para engordar el precio de los terrenos. Como saben que se ejecutará el proyecto de aquí a seis años entonces especulan. Con los planes especiales se congelan esos valores y se permite que en los lugares por donde pasará el tranvía se entre en un ordenamiento para evitar que haya uso incompatible con lo que se está planteando”, asegura Cobeña.

También tiene avanzado el proceso para conseguir financiamiento externo del proyecto que busca que el centro histórico de Cuenca sea libre de emisiones de gases de efecto invernadero al ambiente, lo que provoca el calentamiento global y deriva en el cambio climático.

Acceso a financiamiento es una limitante

El desarrollo urbano cuesta, más aún cuando se piensa desde un ámbito sostenible. “No es solo hacer nueva ciudad que es lo que se suele creer, como hacer ciudadelas, sino también es reformar, arreglar o redesarrollar lo ya construido y eso necesita recursos”, afirma José Morales, coordinador del Componente Agenda Urbana Nacional del Programa Ciudades Intermedias Sostenibles de la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ, según sus siglas en alemán).

Una de las falencias de la mayoría de los GAD es su poca capacidad de generar recursos propios y las limitaciones de las asignaciones del Gobierno central. Esto deja sin financiamiento los proyectos que garanticen un desarrollo urbano ordenado y una expansión de la malla de la ciudad con un menor impacto social y ambiental.

“Ninguna ciudad tiene esos recursos. Babahoyo o Nueva York, a ambas les falta plata, se necesita movilizar recursos. Las fuentes normalmente son la recaudación de sus propios impuestos, sin embargo, no es fácil ya que esto depende mucho de la economía, del número de habitantes. Pueden ser urbes con pocos pobladores, pero se necesitan muchos recursos para temas de agua potable, saneamiento, manejo de basura o mitigación de riesgos climáticos”, afirma Morales.

Una de las alternativas es el financiamiento externo al que acceden principalmente a través de créditos los municipios más grandes como Guayaquil, Quito o Cuenca. “La realidad de la gran mayoría de los 221 cantones del país es que no tienen esas posibilidades ni las capacidades de hacerlo”, agrega.

Lo que les queda es buscar financiamiento en el Banco del Estado. Pero una opción es el uso de los fondos climáticos.

El Acuerdo de París por el Clima del 2015 prevé la movilización de recursos de financiamiento climático desde los países desarrollados que más emiten carbono al ambiente hacia las naciones en desarrollo, para que hagan adaptación y mitigación al cambio climático.

“Se han creado varios fondos globales, el más conocido es el Verde del Clima. El problema es que hay dificultades para que los municipios medianos y pequeños del Ecuador accedan”, asevera Morales.

Uno de los factores es la capacidad instalada para aterrizar estos recursos, lo que depende de la estructura institucional local y nacional. “Estos fondos establecen algunas condiciones técnicas específicas. La más básica de todas y una de las más difíciles de comprender es que tienen que ser acciones que tengan un impacto climático”.

Por ejemplo, se tiene que calcular la cantidad de emisiones que se dejará de emitir a la atmósfera con la ejecución del proyecto que se quiere financiar. “Esta capacidad de medir emisiones es algo que muchas veces los municipios no tienen instalada”.

los planes tienen que estar vinculados y alineados a la Contribución Nacional Determinada del país, que es el compromiso del Ecuador ante el mundo para reducir sus emisiones y ejecutar acciones de mitigación y adaptación ante el cambio climático.

Colombia, México y Costa Rica están entre los países de la región que más acceden a estos fondos climáticos.

Ecuador ha conseguido financiamiento para conservación de bosques o reforestación, con lo que se compensa determinada cantidad de emisiones de carbono, pero no logra acceder a los fondos que financian el desarrollo urbano sostenible que requiere planes más complejos.

“Los proyectos de infraestructura pueden ser más resilientes al cambio climático, por ejemplo, con el cálculo del tamaño de las tuberías que se necesitan para el alcantarillado pluvial adaptado a los futuros escenarios de mayor cantidad de lluvias, o como son resilientes a sequías”, dice Morales.

El Ministerio del Ambiente es el encargado de aprobar los planes nacionales, como paso previo a conseguir el financiamiento de los fondos globales.

Parte de los estudios realizados en Portoviejo tienen financiamiento externo tradicional, es decir, no de los fondos climáticos.

ONU interviene con proyectos de planificación en Quito y Manta

ONU Hábitat ejecuta dos proyectos en Manabí. El primero es generar desde la Prefectura una planificación provincial junto a los municipios para la ejecución de proyectos que vayan más allá de los límites administrativos.

El otro plan, denominado ‘Ciudades Incluyentes’, se aplica en Manta y Quito con el fin de integrar a la población venezolana a estas urbes destino.

“Se mejora el perímetro urbano y se tiene prevista la construcción de centros de integración en la parroquia San Mateo de Manta y en la zona de Cotocollao en Quito, para que los migrantes conozcan a qué escuela pueden enviar a sus hijos o acceder a un trabajo formal. Es como un lugar que los acoja y les dé ciertas nociones para que se integren”, explica Cobeña.

La meta es terminar los dos centros de aquí al 2023. (I) Fuente: El Universo

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Noboa dice que las protestas son de mineros ilegales

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En entrevista con Radio Gaviota, en Machala, el presidente Daniel Noboa aseguró que los principales contradictores de la medida son traficantes de combustibles y mineros ilegales, quienes se benefician del subsidio e incluso cuentan con respaldo de políticos.

«Traficantes de combustibles y mineros ilegales están queriendo agitar y usan a actores políticos para que hagan relajo, porque son ellos quienes financian sus campañas«, afirmó Noboa.

El mandatario también no tardó en mencionar el correísmo y lo que el llamó «doble discurso». Noboa se refirió concretamente al reciente intento de la RC de impulsar en la Asamblea Nacional una moción de rechazo a la eliminación del subsidio.

“La bancada de la Revolución Ciudadana estaba rasgándose las vestiduras, haciendo relajo. Pero si Correa pasó diciendo en su gobierno que el subsidio era una medida perversa. Su propia gente está yéndose en contra de lo que dice su líder”, cuestionó Noboa.

El presidente así mismo se refirió a Leonidas Iza y dijo:

“Algunos se fueron hasta Azuay a la marcha, pero ahí (en Latacunga) no estaban. Nosotros teníamos a la gente alrededor de la Gobernación cantando el Himno Nacional. Eso no fue pagado”, señaló. (I)

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Amazonía: la minería criminal sigue impune

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Reportaje: Plan V

El  viernes 9 de mayo de 2025, once militares de la Brigada de Selva 19 de Napo murieron en una emboscada en el Alto Punino. El hecho ocurrió en un sector limítrofe entre las provincias de Napo y Orellana, donde los uniformados se encontraban desplegados en medio de una operación reservada contra la minería ilegal.

En la mañana de ese viernes, el ejército había enviado cuatro equipos de combate, formados por 80 efectivos militares armados, a varios puntos. Durante esa operación, los Comandos de la Frontera (CDF) atacaron a uno de los equipos con explosivos, granadas y fusiles y  once uniformados fallecieron. El incidente también dejó un herido del grupo criminal.

Los CDF surgieron como un grupo de disidentes de la extinta guerrilla colombiana FARC y empezaron a operar en Ecuador cuando Geovanny Andrés Rojas, alias Araña, tomó el mando de la organización, según una fuente de inteligencia colombiana. El grupo criminal opera principalmente en Sucumbíos y, además de la minería ilegal, se dedica al narcotráfico, según fuentes de inteligencia militar.

Comandos de la Frontera en Ecuador: 6 datos sobre sus operaciones y poder económico

Los grupos disidentes ya habían atacado a militares ecuatorianos. En febrero de 2018, en la frontera ecuatoriano-colombiana, en Esmeraldas, emboscaron a una patrulla militar. Ese enfrentamiento dejó un saldo de cuatro militares asesinados. El ataque se atribuyó al  Frente Óliver Sinisterra, otro grupo de disidentes de las FARC.

La masacre ocurrida en el Alto Punino, sin embargo, fue más grave y causó un gran impacto en las filas militares y en el Ecuador entero. Para muchos ecuatorianos, fue el bautizo de sangre en la conciencia del grado de penetración y el poder que ha alcanzado la minería ilegal asociada con grupos criminales armados, tanto colombianos, como ecuatorianos, allí también tienen presencia Los Choneros.

¿Podrían haberse evitado los hechos ocurridos en el Alto Punino, zona que ha sido  tomada militarmente por los grupos criminales para el control y explotación minera? ¿Por qué se permitió que la fiebre del oro en esta región se desarrollara a gran velocidad, en asocio con el crimen organizado,que ha disparado la violencia y, con ella, la tasa de homicidios en Orellana, como lo han constatado periodistas de Plan V?

El comandante del Ejército, el general Henry Delgado Salvador, aseguró públicamente que estaban investigando una filtración de información antes de la operación a los CDF desde las propias filas militares. Ni la Fiscalía ni el Ejército han informado aún sobre el resultado de sus investigaciones.

Más allá de una supuesta fuga de información, lo que sí se sabe es que, desde 2022, existía una hoja de ruta clara, trazada por expertos y funcionarios técnicos, con insumos importantes de la sociedad civil en las zonas afectadas, para que el Estado ecuatoriano, a través de distintas instituciones, actuara con urgencia y decisión para frenar el daño ecológico y el avance de los grupos criminales en la Amazonía ecuatoriana. Esta es la historia de por qué esos planes nunca se implementaron.

La alerta de la Asamblea: Napo en peligro

El 29 de septiembre de 2022, la Comisión Permanente de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Asamblea Nacional, entonces presidida por el diputado Washington Varela Salazar, emitió el único informe técnico y administrativo que generaría esta comisión hasta la fecha. Se titulaba: “Informe Técnico Nro. AN-CBRN-2022-001 de fiscalización y seguimiento a la minería ilegal en el sector Yutzupino, parroquia Puerto Napo, cantón Tena, provincia de Napo».

El informe daba cuenta de la expansión rápida e irreversible de la minería ilegal en la zona de Yutzupino, río Jatunyacu, en la provincia de Napo. El documento estaba firmado por el experto Dr. Rusbel Chapalbay, de nacionalidad kichwa amazónica, y un equipo de diez técnicos contratados por la comisión, a quienes los asambleístas habían encargado la elaboración del informe especial.

La preocupación de los miembros de la comisión parlamentaria surgió a partir de varios «incidentes» con mineros ilegales en la zona de Yutzupino, provincia del Napo. Entre octubre del 2021 y febrero del 2022, durante el gobierno de Guillermo Lasso, se realizaron dos grandes operativos policiales en esta zona. La entonces ministra del interior, Alejandra Vela,  visitó el lugar junto a mandos policiales y militares, e informó  que se habían detectado 107 máquinas retroexcavadoras, 87 de las cuales fueron incautadas y puestas a órdenes de la Fiscalía. Desde los voceros oficiales se anunciaron más investigaciones.

La Comisión de Biodiversidad —cuyas funciones terminarían abruptamente en mayo de 2023 por efecto de la muerte cruzada decretada por Lasso— alcanzó a realizar dos sesiones de fiscalización sobre el impacto y avance de la minería ilegal, en las que invitó a autoridades y expertos a informar sus actuaciones y dar su opinión, y produjo el informe, firmado por Chapalbay y otros, que detallaba el avance veloz e incontenible del fenómeno. En apenas cinco meses, se había consolidado como el foco de minería ilegal más grande de la Amazonía, hasta ese momento, sin que las autoridades hicieran algo para evitarlo, a pesar de las advertencias tempranas.

En la zona de Yutzupino, en octubre de 2021, se había detectado la presencia de cuatro retroexcavadoras y diez dragas y una afectación de tres hectáreas, con unas 50 personas en trabajos mineros. Un mes después, la afectación era de 69 hectáreas y 18 excavadoras. En diciembre, había aumentado a 75 hectáreas y, para enero, 79 hectáreas estaban comprometidas, con presencia reportada de 70 excavadoras. Para febrero, las hectáreas impactadas  eran 121 y se reportaron 148 excavadoras, 98 motores de succión de agua y 18 bombas de agua. Cinco meses después del primer «brote», unas dos mil personas hacían actividad minera en la zona. (Sí hay el mapa)

Ante la alarmante situación, en febrero de 2022 la Comisión exhortó al Ministerio de Energía y Minas a que suspendiera toda actividad minera en la zona. El 11 de marzo de 2022, la Comisión de Biodiversidad sesionó en la ciudad de Tena, capital de la provincia de Napo, ubicada en el centro de la Amazonía. A la sesión en Tena acudieron siete autoridades locales como el alcalde de la ciudad, el gobernador de Napo, los jefes militares y policiales de la provincia, el fiscal provincial, el presidente de la corte provincial, entre otros. Por parte de los movimientos sociales, estuvieron presentes representantes de pueblos indígenas, activistas ambientales y líderes comunitarios. En esa reunión se plantearon tres preguntas que se abordaron luego en el primer informe de la Comisión: ¿por qué las autoridades nacionales y locales evitaron intervenir ante la dimensión de la destrucción evidenciada en la zona?, ¿cuál fue el daño ambiental?, y ¿qué perjuicios económicos se generaron al Estado?

Seis meses después, el informe final de 186 páginas, resultado de las investigaciones de los expertos, fue entregado a la Comisión y presentado públicamente en sesión de la Asamblea. Se trata de un compendio detallado de la incapacidad e ineficiencia del Estado ecuatoriano para frenar el avance de la minería criminal, que hasta la fecha ha impactado a 18 de las 24 provincias del país. La investigación para el informe permitió “establecer una marcada diferencia entre la capacidad operativa, y de coordinación de los entes estatales de control frente a los sistemas y recursos implementados por las organizaciones inmersas en las actividades ilícitas del recurso minero, lo que evidencia afectaciones ambientales, culturales, sociales, institucionales y económicas”, dice este informe.

Además de ofrecer un diagnóstico claro del problema estatal, hacía  recomendaciones  a cada una de las entidades involucradas en el fenómeno del Napo. Estas no solo fueron bien recibidas por la Comisión, sino que quedaron recogidas en una resolución del Pleno de la Asamblea Nacional de Ecuador, en abril de 2023, antes de que el presidente Lasso decretara la disolución del Parlamento y se convocaran a nuevas elecciones un mes después.

La muerte cruzada también supuso la muerte del informe de la Comisión de Biodiversidad y de la labor de veeduría, control y exigencia a otras entidades estatales para que actuaran y evitaran una masacre, no solo del ecosistema amazónico, sino de vidas humanas que la violencia de los grupos criminales estaba cobrando en la región. Ni las recomendaciones, ni el informe fueron objeto de seguimiento y fiscalización por parte de los integrantes de la nueva Comisión de Biodiversidad que se posesionó meses después, en noviembre de 2023. Desde esa fecha hasta mayo de 2025, la comisión estuvo presidida por el asambleísta por Sucumbíos, Guido Vargas, un veterano dirigente de los transportistas pesados de esa provincia, sin experiencia alguna en temas de medioambiente y biodiversidad. En ese mismo lapso, el Estado no logró frenar el enorme crecimiento de la minería en la Amazonía, en el mismo Napo y luego en el Alto Punino, en Orellana.

Una larga serie de incapacidades

Como respuesta al desafío de combatir la minería ilegal, el Estado ecuatoriano creó en 2011, durante el Gobierno de Rafael Correa, la Comisión Especial de Combate a la Minería Ilegal (CECMI), compuesta por los ministerios del Interior, Defensa Nacional, Energía y Minas y Ambiente; la Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales No Renovables; el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencia; el Centro de Inteligencia Estratégica, y el Servicio Nacional de Aduanas del Ecuador. El organismo colegiado contaba también con miembros invitados: el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional del Ecuador y el Instituto de Investigación Geológico y Energético, de conformidad con el Decreto Ejecutivo 754, del 6 de mayo de 2011. La Fiscalía General, responsable de perseguir delitos mineros, ambientales y delincuenciales, nunca formó parte de esta Comisión Especial. Según una alta fuente de la entidad consultada por Plan V, el Ministerio Público no podía participar en organismos colegiados, tanto públicos como privados, encargados del control sin perder la objetividad procesal.

Aunque el CECMI supuestamente contaba con la participación de funcionarios poderosos y de las instituciones más importantes del país, su primera responsabilidad solo llegó a concretarse  11 años después de haber sido creada, cuando emitió el Plan de Acción Minero a través del Decreto Ejecutivo 151, del 5 de agosto de 2021.

Pero ni ese decreto, ni el 754 se cumplieron, en realidad, como lo determinó el informe presentado a la Asamblea.  La desinstitucionalización y el debilitamiento, principalmente del Ministerio de Energía y Minas y de la ARCERNNR (hoy ARCOM), eran evidentes.  El informe citaba varias deficiencias: la descoordinación interinstitucional entre los miembros de la CECMI, la ausencia de una estrategia conjunta y contundente para un trabajo permanente, la ausencia de equipos multidisciplinarios de especialistas, expertos civiles y de las fuerzas públicas, la falta de financiamiento y presupuesto permanente para combatir la minería ilegal, el desbalance de la CECMI entre un modelo centralizado y descentralizado en el territorio, y la falta de tecnología, equipamiento y maquinaria apropiados. En suma, en la provincia de Napo la minería ilegal funcionaba como un sistema criminal, “con mejores condiciones y ventajas que los entes del propio Estado ecuatoriano que tienen atribuciones para el control de la minería ilegal en el país”, dice en un apartado el informe.

El primer operativo policial a gran escala en la Amazonía ecuatoriana tuvo lugar en Yutzupino y evidenció la inutilidad de la Comisión Estatal integrada para tal efecto. El operativo, denominado “Manatí”, fue ejecutado en la parroquia Puerto Napo, cantón de Tena, desde el 13 hasta el 26 de febrero del 2022. En él participaron varios entes de control y se incautaron 148 excavadoras, 98 motores de succión de agua, 80 clasificadoras tipo Z, 220 herramientas de minería, entre otras cosas. Sin embargo, no hubo detenidos y el hecho haber transcurrido aproximadamente cuatro meses desde el inicio de las denuncias ciudadanas registradas por minería ilegal, además de comunicados reiterados del Ministerio del Ambiente como del Ministerio de Energía y Minas pidiendo la intervención de la CECMI, entre el 2 diciembre hasta enero del 2022, hasta que finalmente se realizó el operativo policial en febrero, evidenciaron la inoperancia estatal.

El Ministerio de Gobierno, entidad que presidía la CECMI en las fechas en que ocurrieron los hechos y el operativo Manatí, incumplió el numeral 2 del Art. 3 del Decreto Ejecutivo 754. Este artículo dispone que la Comisión debe “coordinar las acciones para asegurar la ejecución y cumplimiento de las disposiciones y normativas dictadas por las autoridades competentes, dentro de su ámbito de acción”.

La falta de decisión política de la presidencia de la CECMI y el débil liderazgo  operativo de la Gobernación de la provincia de Napo mostraron las limitaciones institucionales en este caso. La intervención extemporánea provocó  que las actividades mineras ilegales en Yutzupino se expandieran con la velocidad de una avalancha: se pasó de cuatro excavadoras en el mes de octubre del 2021 a 148 excavadoras en febrero del 2022, lo que causó,  además, afectaciones ambientales de 121 hectáreas aproximadamente, según el Ministerio del Ambiente.

En ese momento, la Comisión de Biodiversidad concluyó que el control interinstitucional sobre la actividad minera en la provincia de Napo, principal foco de la minería ilegal, era débil por la falta de acción y transparencia de las autoridades competentes. Tampoco existía un modelo minero de gobernanza local participativa que incluyera a la sociedad civil para articular políticas públicas efectivas y estrategias de respuestas integrales e inmediatas. No se contaba con tecnología de vanguardia, equipamiento sofisticado (helicópteros, vehículos todo terrenos, deslizadores, etc.) ni personal especializado multidisciplinario. De igual manera, otra debilidad se refería al manejo y acceso de información física y administrativa de concesiones, seguimiento, control y sanción por actividades de minería antitécnica e ilegal.

Un detalle que evidencia esta debilidad sistémica es el desconocimiento oficial de la producción minera en la provincia de Napo, la cantidad de regalías mineras declaradas por los concesionarios mineros, la extensión de la superficie explotada y los procesos de restauración ambiental, debido al difícil acceso y a la falta de disponibilidad de datos sobre volúmenes de producción de los recursos mineros extraídos por parte de los concesionarios y los extractores ilegales, así como a la escasa trazabilidad para determinar las declaraciones tributarias correspondientes. Además, tampoco se tenía información pertinente sobre las  concesiones caducadas que debían revertirse al Estado.

Uno de los expertos que participó en la investigación para el informe encargado por la Comisión dijo que, al detectar que centenares de hectáreas de concesiones mineras estaban caducadas, se pidió a las autoridades que las revirtieran y liberaran los territorios, pero “un asunto administrativo y engorroso nos detuvo, porque no había un solo protocolo de cómo hacerlo, no había un diálogo entre los ministerios de Ambiente y de Energía, ni con la ARCOM para sustentar técnicamente que un área estaba en condición de caducidad”.

Otra evidencia del debilitamiento de las instituciones para el control de la minería ha sido la falta de articulación entre ellas y la poca información compartida entre lo local y lo nacional.

Por ejemplo, la Comisión de Biodiversidad, que actuó hasta mayo de 2023, debió insistir de modo permanente para obtener la información, principalmente del Ministerio de Energía y la Agencia de Regulación y Control Minero, (ARCERNNR). En muchos de los casos, se alegó que no existía información administrativa y técnica en los expedientes de los procesos de minería, ni se entregó. Esto dificultó el acceso de la comisión para conocer el estado actualizado de las concesiones mineras de la provincia de Napo y  verificar si cumplían con los requisitos. De esta esta manera, se limitó el alcance de la fiscalización y control político respecto al análisis técnico, administrativo y legal.

La otra línea de control de la minería ilegal consiste en cerrar la llave del combustible, porque mover centenares de máquinas excavadoras requiere mucho diésel. Pero, según el técnico jefe de la Comisión de Biodiversidad, consultado para este reporte era muy difícil: “vimos que la persona encargada de monitorear a las gasolineras en esa zona estaba sola y trabajaba en el Coca. Un solo técnico trabajaba en tres provincias: Pichincha, Napo y Orellana. Una sola persona. Tampoco había claridad en los cupos de combustible asignado a las gasolineras”. Además, uno de esos técnicos fue detenido por contrabando de combustible. “Eso me mostró que la penetración de la corrupción estaba en todos los niveles. Me dejó muy sorprendido, porque vimos que personas con las que tratábamos de solucionar los problemas, eran parte del sistema de ilegalidad”.

Las acciones de la sociedad civil

Ante la ausencia y debilidad del Estado para controlar la minería ilegal, los colectivos sociales de la provincia de Napo crearon una iniciativa permanente. Fue en plena pandemia, en 2020, cuando los primeros habitantes de Tena tuvieron conciencia de las nuevas invasiones de la minería ilegal en la región. En ese entonces, se juntaron cerca de diez personas preocupadas por sus alcances. Para el 2024, ya eran más de 3000.

Han activado alertas en redes sociales y medios de comunicación, y han presentado denuncias ante las autoridades competentes. Estas han estado sustentadas en informes técnicos-científicos, mecanismos constitucionales y legales. Sin embargo, un gran número de denuncias y alertas sociales de este colectivo no han sido atendidas de manera oportuna. También han realizado eventos y conversatorios sobre la problemática, marchas y movilizaciones sociales. Entre las organizaciones que han surgido se encuentran Napo ama la vidaNapo resiste, el Consejo de defensores de los derechos humanos y de la naturaleza, la Fundación Yacu WarmisManos Unidas y la Fundación Maquita y la Federación de Organizaciones Indígenas de Napo.

En la cabecera del río Punino, los activistas de Napo ama la vida, denunciaron la presencia de más de cien excavadoras en plena actividad. Gracias a  los reportes de las comunidades y al uso de drones —que los mineros ilegales suelen bloquear con recursos electrónicos— se detectaron unas 275 operando en 65 frentes mineros en la provincia de Napo.

En noviembre de 2024, activistas de varias de estas organizaciones se juntaron en Tena, en el evento llamado Deteniendo el Biocidio minero en Napo, en el que,  durante ocho horas, buscaron la manera de fortalecer la gobernanza ambiental en medio del conflicto social causado por la expansión minera en Napo, que se duplicó entre 2022 y 2024, pasando de 1118 a 2024 hectáreas.  Esto equivale a 2830 canchas de fútbol  o unas 33 veces el parque La Carolina (de 61 hectáreas) de Quito, el más grande de la capital ecuatoriana.

Durante el acto, José Moreno, presidente del Consejo de Defensores de los Derechos de la Naturaleza, rezó de memoria las cifras de la destrucción y cuestionó el papel de las autoridades para detener la minería ilegal:Recordemos que en 104 días destruyeron la parte baja del río Jatunyaku entre dos mil mineros ilegales y se llevaron el oro equivalente a 700 millones de dólares. Como colectivo hicimos los cálculos de cuánto oro sale de nuestra provincia, esto puede llegar a 8 a 11 millones de dólares diarios, si sumamos los más grandes frentes mineros”. Añadió que en los últimos ocho meses se habían destruido 32 kilómetros del río Punino, zona donde habían detectado la presencia de grupos irregulares como Comandos de la Frontera, Los Lobos y mineros ilegales armados. “Hemos avisado a las autoridades y no hacen nada ¿Dónde están esos millones de dólares diarios que salen de nuestra provincia?”.

Las máquinas,  el combustible y el daño ambiental producido

La investigación de la Comisión de Biodiversidad mencionó que con la llamada  Ecuación del oro, Napo, realizada por el Ministerio de Gobierno del Ecuador en 2022, se establecía que para extraer cada gramo de oro en la Amazonía se necesitaba el trabajo de cuatro personas y una excavadora para procesar seis toneladas de tierra, usar 1.060 litros de agua y cinco gramos de mercurio. Solo pensar en el impacto de la extracción de un kilo de oro (1000 gramos), se entiende la dimensión del daño.

Entre 2017 y 2024, la importación de excavadoras representó un negocio de más de 500 millones de dólares, según los datos de importaciones registradas en el Banco Central del Ecuador y en el Servicio Nacional de Aduanas del Ecuador (SNAE).

En el operativo denominado Manatí se incautaron 148 excavadoras que ingresaron en el Centro de Acopio de Indicios y Evidencias de la Policía Judicial de la provincia del Napo, en calidad de evidencias incautadas. El informe de la comisión descubrió, sin embargo, que no existía un control eficiente del registro de la maquinaria y/o equipo pesado, específicamente “excavadoras y retroexcavadoras” utilizadas para minería, ya que únicamente se exige la presentación del Certificado de instalación y conectividad de GPS (emitido por un proveedor) para los actores mineros, según lo dispuesto en el Acuerdo Ministerial 002 del 6 de febrero de 2017. Además, es difícil rastrear a través de ella a los actores criminales y el uso de estos equipos para actividades ilícitas, ya que  usualmente es adquirida por terceros que tienen licencia para actividades distintas a la minería.

En la Comisión de Biodiversidad está registrado que el retraso de cuatro meses en atender las primeras denuncias permitió el ingreso masivo de maquinaria, equipos e insumos para las actividades mineras ilícitas, lo que llevó al empeoramiento de los daños ambientales.

En el Código Orgánico Integral Penal se tipifican los delitos contra los recursos naturales y los recursos naturales no renovables, pero no se entiende por qué la Fiscalía Provincial de Napo y el juez de la Unidad Penal de Tena tardaron demasiado en coordinarse e intervenir en el sector de Yutzupino. Así lo señaló el informe de la Comisión y agregó que  era  “necesario establecer mecanismos de articulación efectivos y eficaces; incluso ante la presunción del cometimiento de un delito ambiental, así como también en las resoluciones de las sentencias expedidas con acciones o medidas de remediación, restauración o reparación ambiental requeridas en las áreas intervenidas”. (Ver más al respecto de los procesos judiciales en la Parte 2 de de este informe especial)

La Fiscalía General del Estado informó que, desde 2011 hasta 2022, se habían registrado 121 noticias de delito en la provincia del Napo, de las cuales 112 correspondieron al delito de actividad ilícita de recursos mineros. De estas, sólo 14 obtuvieron una sentencia condenatoria. De las 1244 noticias por delitos conexos que podrían estar relacionados con la minería ilegal, 517 tuvieron sentencia condenatoria, lo que demuestra la demora en la investigación de los delitos relacionados con la  minería.

Sandra Rueda, una abogada que fue legisladora por Napo entre noviembre del 2023 y mayo del 2025, también fue fiscal en su provincia durante diez años y delegada de la Defensoría del Pueblo. Rueda considera que no hay voluntad por parte de la Fiscalía ni de la Judicatura para avanzar en los delitos derivados de la minería ilegal. Dice que la manera más eficaz de parar la devastación minera sería atajando el tráfico de combustibles:“Sin combustible no operan las excavadoras, ni el equipo de volquetas y vehículos que trasladan el material mineralizado”.

Pero es un delito casi imposible de juzgar. Antes de ser legisladora, Rueda también actuó como abogada defensora en procesos legales. En cuatro de estos procesos hubo detenidos y eran delitos flagrantes. “Pero ocurrió como siempre: se lanzan la pelota entre la Judicatura y la Fiscalía. En esos diez casos no se abrió una instrucción fiscal y menos un juicio, y las personas quedaron libres. Insistí mucho con la Fiscalía y la Judicatura, y se echaron la culpa una a la otra. La Judicatura aseguró que la Fiscalía no presentó los elementos suficientes”.

El argumento era que no se podía probar legalmente que el líquido aprehendido en los operativos era combustible. Como ex funcionaria de la Fiscalía del Napo, la abogada Rueda corroboró a este medio que no habían los reactivos ni los peritos para realizar las pruebas que se debían llevar a las audiencias.

Después, el silencio

La última sesión de la anterior Comisión de Biodiversidad sobre la minería ilegal en Napo y  otras provincias amazónicas tuvo lugar  el 8 de mayo de 2023. Los asambleístas que la integraban recibieron información de varias autoridades y organizaciones respecto a las actividades de minería ilegal en San Lorenzo, provincia de Esmeraldas, y en el cantón de Tena.

Durante la sesión, Franklin Soria, presidente del Movimiento Ecuador sin Minería, reflexionó sobre los efectos de la minería ilegal y la necesidad de reparación. A la vez advirtió que el Ecuador no solo perdía por los efectos y consecuencias de la minería ilegal, sino también por el robo de los minerales.

El entonces jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Nelson Proaño, reveló que, a esa fecha, existían 129 focos de minería ilegal y que 16 provincias estaban afectadas por los mineros ilegales, artesanales y grupos delincuenciales organizados. Para el 2025, las autoridades ya no podían precisar si había entre 300 y 600 focos de minería ilegal, pero coincidían en que las provincias afectadas ya eran 18.

En esa misma audiencia, Luis Maingón, entonces director de la Agencia de Control y Minero, detalló las actividades ejecutadas, así como las inspecciones de control llevadas a cabo en cada provincia por  funcionarios expertos en el tema. “Loja, El Oro, Esmeraldas e Imbabura son lugares donde se han realizado operativos e inspecciones de control”, afirmó.

Los asambleístas integrantes de la comisión coincidieron en que la minería ilegal afectaba al entorno y que los habitantes de esas zonas no podían llevar una vida tranquila. También advirtieron que los funcionarios, en sus comparecencias, se limitaban a presentar informes en mesa legislativa, pero no aportaban soluciones, por lo que las autoridades debían comprometerse con la población ecuatoriana a erradicar  esta mala práctica.

Al finalizar la reunión, la comisión decidió por unanimidad conformar una mesa técnica entre el Legislativo y el Ejecutivo para hacer seguimiento a las denuncias sobre la minería ilegal. Según la resolución, la mesa presentaría en 30 días un informe para conocimiento del Pleno. Sin embargo, el informe no se presentó y la mesa técnica no se pudo constituir por la disolución de la Asamblea.

Cuando se eligieron nuevos legisladores, la Comisión de Biodiversidad ya era otra. Desde que iniciaron su periodo en noviembre del 2023 hasta mayo del 2025, esta comisión no volvió a tratar un solo tema de minería ilegal en la Amazonía ecuatoriana.

Un presidente vinculado al transporte pesado

El nombramiento del dirigente de transporte pesado y ex prefecto de la provincia de Sucumbíos, Guido Vargas, como presidente de la Comisión fue sorpresivo, según fuentes técnicas de la Comisión consultadas por Plan V. En su trayectoria profesional resalta su nula experiencia en el tema ambiental. Vargas es representante de una provincia sumida en la violencia de grupos armados como los Comandos de la Frontera, que se ha convertido en un reconocido corredor para el tráfico de cocaína que sale de los laboratorios del Putumayo colombiano. Cientos de toneladas de droga son transportadas  por esta vía hacia los puertos del Ecuador en diversos medios de transporte terrestre.

Ex asambleísta Guido Vargas. Foto: Archivo Asamblea Nacional

Durante su periodo como presidente, Vargas dijo que la acción de la Comisión se había centrado en la discusión y aprobación de la Ley de la Amazonía y la fiscalización de actividades petroleras. El tema de la minería ilegal, sin embargo, que se ha convertido en el problema de mayor generación  de la violencia  y mayor devastación ambiental en la historia amazónica, no mereció tratamiento alguno de fondo en la Comisión. Los nuevos integrantes tampoco hicieron seguimiento a las recomendaciones que habían hecho los anteriores legisladores, tras el diagnóstico negativo del informe técnico que habían encargado.

Entre las tareas de seguimiento, estaban que el Ejecutivo reformara el Decreto Ejecutivo Nro. 754 de 6 de mayo del 2011, para crear la Comisión Especial para el Control de la Minería Ilegal y fortalecer este cuerpo colegiado. Cosa que no sucedió. Tampoco se dio la asignación presupuestaria para ejercer las funciones de coordinación, asesoría, activación de operativos y seguimiento; ni incorporó como miembros activos de la Comisión a la Fiscalía General del Estado, al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional de Ecuador, como se había planteado.

Tampoco reformó el Decreto Ejecutivo 151 de 5 de agosto del 2021 que expidió el “Plan de Acción para el Sector Minero del Ecuador”, y mucho menos se evaluó el cumplimiento de las disposiciones emitidas a las entidades públicas de control y seguimiento de las actividades mineras legales e ilegales.

Ni hizo seguimiento al  Ministerio del Interior, que debía desarrollar los protocolos para la planificación, gestión y aplicación de operativos de control de minería ilegal. Estos hubiesen permitido garantizar la ejecución legal efectiva y eficiente de personas aprehendidas, maquinaria retenida y decomisada e insumos químicos. También  hubiera generado mejores niveles de coordinación para obtener autorizaciones de allanamientos, decomisos y clausuras de actividades de minería ilegal.

La Comisión tampoco verificó que el Ministerio de Energía y Minas pusiera en marcha un plan y cronograma interinstitucional de intervención territorial minero, para verificar el cumplimiento de las obligaciones y marco legal vigente de los titulares mineros. O que el Ministerio del Medio Ambiente depurara el registro de concesiones otorgadas en la provincia de Napo, para cerciorarse que no hubieran permisos otorgados en áreas protegidas, y que le entregara un informe al respecto a la Comisión. Cosa que tampoco sucedió. Este ministerio también dejó de crear los instrumentos legales para aumentar los controles al tráfico ilícito y el uso no autorizado de sustancias químicas, residuos y desechos no peligrosos, peligrosos o especiales utilizados en la minería.

La Comisión no verificó que el Ministerio de Energía y Minas pusiera en marcha un plan y cronograma interinstitucional de intervención territorial minero, para verificar el cumplimiento de las obligaciones y marco legal vigente de los titulares mineros.

La Comisión tampoco dijo nada cuando otras entidades que igualmente debían presentar informes de sostenibilidad y sustentabilidad de los recursos minerales extraídos, como el Instituto Nacional de Investigación Geológico, Minero y Metalúrgico incumplieron. Ni averiguó por qué la Agencia de Regulación y Control, el Ministerio de Energía y Minas, el Servicio de Rentas Internas, y la Superintendencia de Compañías, tampoco conformaron nunca una comisión técnica multinivel para mejorar la coordinación interinstitucional entre los eslabones de control que permitiera mayor trazabilidad de las obligaciones tributarias, por ejemplo.

La anterior Comisión también había pedido a la Fiscalía General del Estado efectuar un análisis de la actuación del fiscal provincial del Napo, cuestionado por versiones entregadas en el seno de la Comisión, relacionados a noticias delitos de minería ilegal y los delitos conexos bajo el cargo; y, respecto de la fiscal  encargada de la investigación de los delitos del medio ambiente en el proceso 150101821110148. También  se exigió a la entidad que diera inicio a los procesos de determinación de daño ambiental en sede judicial, considerando los Arts. 251, 252, 254, 260 del COIP en: concesiones mineras que registren actividades de explotación de material aurífero sin actos administrativos previos; concesiones mineras que reiteran incumplimientos al plan de manejo, afectaciones al recurso hídrico, normativa y obligaciones ambientales; concesiones mineras que en expedientes de los entes de control registren procesos administrativos por incumplimientos técnico y legales. Hasta febrero del 2024, la Fiscalía había recibido 23 denuncias por delitos mineros y una sola de estas llegó a etapa de juicio. La nueva Comisión no  hizo ningún seguimiento de ello.

En resumen, la Comisión de Biodiversidad de la Asamblea, presidida por Vargas, no hizo cumplir, ni realizó el seguimiento a ninguna de las disposiciones de las distintas entidades que se habían comprometido a actuar. Mientras tanto, la minería ilegal y criminal no solo se incrementó sustancialmente en la zona del río Jatunyacu-Yutzupino, sino que también se extendió al río Punino y a sus zonas altas.

¿Una nueva comisión?

En mayo de 2025, la Asamblea Nacional tuvo nuevos legisladores, resultado de las elecciones generales de inicios de este año, lo que implicó otro cambio en la Comisión de Biodiversidad. Lo que en principio podría parecer una buena noticia, dada la inoperancia de los anteriores integrantes (solo una de ellas repite) en sus labores de seguimiento y control, no necesariamente lo es. Algunos de los legisladores actuales también pueden tener conflictos de intereses, según pudo comprobar Plan V al revisar algunos de sus perfiles y trayectorias profesionales.

Ecuador, 10 de septiembre del 2025.- En el marco del proyecto minero Loma Larga, ubicado en la provincia del Azuay, área Quimsacocha, la Comisión de Biodiversidad, controlada por el Gobierno, recibió a Inés Manzano Díaz, ministra de Energía y Minas; María Luisa Cruz, ministra de Ambiente, Agua y Transición Ecológica; Guillermo Salgado y Freddy Villao, de Dundee Precious Metals; Rómulo Ortega, director de avalúos y catastros del GAD Municipal de Cuenca; Hugo Navarrete, investigador de la Universidad Católica; y, Gabriela Chiriboga, especialista en Derecho Ambiental. Foto Pablo Maquizaca / Asamblea Nacional

La presidencia de la Comisión de Biodiversidad quedó en manos de una joven de 21 años de edad, Camila León, representante de la provincia del Azuay, que cuenta con experiencia en el servicio público como funcionaria del Ministerio de Inclusión Social. En esta provincia se está produciendo en este momento un virulento conflicto entre empresas mineras y el gobierno, por un lado, y comunidades campesinas e indígenas, por el otro. Estas últimas reclaman la no explotación de mineras en zonas de fuentes de agua de la provincia y el respeto a los resultados de una consulta popular de 2023 que negó la explotación minera.

Además de León, la nueva Comisión de Biodiversidad para el periodo 2025-2029 está conformada por Fernando Jaramillo (su vicepresidente), Franklin Samaniego, Yadira Bayas (vicepresidenta de la Comisión de Biodiversidad 2023-2025), Manuel Casanova, Esperanza Rogel, Pamela Aguirre, Sade Fritschi, Christian Hernández y Katherine Pacheco Machuca.

La nueva Comisión de Biodiversidad, que se posesionó en mayo del 2025, aún no ha expuesto sus planes para los próximos dos años, según determina la norma. No se sabe si piensa retomar algunas de las recomendaciones del informe especial sobre la minería ilegal en la Amazonia.

Esta última —representante de la provincia de El Oro, emporio de la minería legal e ilegal en el Ecuador— destacó en su hoja de vida su “trayectoria de más de una década en el sector privado, dentro del Grupo Empresarial ADMG, (lo cual) la llevó a ocupar importantes cargos en áreas contables y administrativas, llegando a desempeñarse como Jefa del Departamento Contable y Administradora General de Minera Beloro C.L. Esta experiencia fortaleció sus competencias en alta gerencia, liderazgo estratégico y visión organizacional”.

La asambleísta Pacheco, del partido de gobierno, es nieta de David Machuca Granda, dueño del Grupo Empresarial ADGM que concentra 11 empresas mineras, comercializadoras, productoras y explotadoras de oro, una empresa inmobiliaria y una ferretera. Machuca está entre los más poderosos mineros de la provincia donde se refina oro, legal e ilegal en grandes cantidades. Y la empresa donde trabajó su nieta,  Beloro, exportó 108 millones en oro en los dos últimos años desde su sede en Machala, según sus datos empresariales.

La nueva Comisión de Biodiversidad y Recursos Naturales, que se posesionó en mayo del 2025, aún no ha expuesto sus planes para los próximos dos años, según determina la norma. No se sabe si piensa retomar algunas de las recomendaciones del informe especial, ni cómo piensa ejercer seguimiento y control a las demás entidades estatales para frenar los efectos dañinos de la minería en las distintas provincias y el poder armado de los grupos criminales que también participan del negocio.

La primera intervención de la presidente de la Comisión, sin embargo, no deja un buen precedente: Camila León votó en contra de que la Comisión fiscalice a la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, por entregar la licencia ambiental a la minera canadiese Dundee Precious Metal, concesionaria el proyecto de megaminería Loma Larga, que afecta los páramos y fuentes de agua de Cuenca, la tercera ciudad más grande del país.Amazonía: la minería criminal sigue impune

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Municipios exigen diálogo con el Gobierno y transportistas para tratar compensaciones

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La Asociación de Municipalidades Ecuatorianas (AME) pidió que se establezcan mecanismo de diálogo para definir compensaciones reales por la eliminación del subsidio al diésel.

A través de un comunicado, los municipios de Ecuador rechazaron las declaraciones del ministro de Transporte, Roberto Luque, donde señalaba la posibilidad que los GAD definan «las tarifas de transporte o asumen los sobrecostos tras el retiro del subsidio».

«Los municipios tienen la facultad de planificar y regular el transporte intracantonal y aprobar las tarifas, pero en ningún caso están obligados a financiar déficits ocasionados por decisiones del Gobierno», recalcó AME en el documento, difundido el martes 16 de septiembre del 2025.

Los municipios reconocieron que la eliminación de este subsidio puede «ayudar al Estado a equilibrar las finanzas». Sin embargo, recalcaron que si no se establecen mecanismos permanentes de compensación, la consecuencia será un incremento inmediato en el costo del transporte, de los alimentos y de la canasta básica.

AME también cuestionó que los GAD no fueron incluidos en las compensaciones, pese a que utilizan diésel en maquinaria caminera, agua potable, recolección de residuos y servicios sociales. Y aclaró que estos costos no se trasladarán a la gente, pero enfatizó que implicaría menos inversión y menos obras.

Para evitar estos inconvenientes exigió al Gobierno un «cronograma de asignaciones y la creación de un mecanismo permanente de compensación que garantice la sostenibilidad de los servicios municipales».

Finalmente exigió la instalación urgente de una mesa técnica con el Ministerio de Transporte y los gremios de transportistas. Esto con el objetivo de definir parámetros reales de costos, tarifas y medidas de protección social permanentes.

Fuente: Teleamazonas

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