Nacionales
‘Nos trataron como a ganado’: lucha de 106 ecuatorianos contra esclavitud moderna

Trabajadores y Fiscalía demandan a Furukawa por trata con fines de explotación laboral y trabajo forzoso. La jueza decide este jueves si lleva a juicio a cinco gerentes y a la propia firma
Doña Luz* tiene 44 años y nunca fue una niña. Si piensa en su infancia no se le vienen a la cabeza ni juguetes ni patios de colegio, porque no fue a ninguno. Con apenas siete años llegó de la mano de sus abuelos a una de las haciendas de Furukawa Plantaciones C.A., una de las mayores multinacionales de cultivo de abacá del mundo, con sede en Santo Domingo y Esmeraldas, cerca de la costa pacífica ecuatoriana.
Desde que entró, su rutina fue la misma que la de su abuelo: llevar y traer en burro kilos y kilos de esa variedad de plátano con la que se fabrica papel moneda hasta la noche. Un día tras otro. En los 23 años que trabajó para la firma no consiguió ahorrar “ni un peso” ni tuvo derecho de ir a ninguna cita médica en ninguno de sus siete embarazos: “No podíamos parar de trabajar, dependíamos de eso. Como crecí viendo eso, pensaba que era lo normal; que el trabajo era eso. Ahora ya no tengo miedo de decir que nos trataron como al ganado, como esclavos”.
Luz es una de los 106 trabajadores y extrabajadores que se atrevieron a enfrentarse en tribunales a la empresa japonesa, uno de los motores económicos del país. Esta es la primera vez en Ecuador en la que se inicia un proceso penal contra una compañía por trata de personas con fines de explotación laboral, también conocido en el derecho internacional como “servidumbre de la gleba”, una condición en la que una persona está obligada por ley, costumbre o acuerdo a vivir y a trabajar sobre una tierra que pertenece a otra persona y a prestar servicios, mediante remuneración o gratuitamente, sin libertad para cambiar su condición.
La jueza a cargo, Susana Sotomayor, decidirá este jueves si llama a juicio a cinco dirigentes y exdirigentes y a la propia firma, en un litigio histórico. Tanto Alejandro Morales, a cargo de la acusación particular, como María Susana Rodríguez, fiscal especializada en Delincuencia Organizada Transnacional e Internacional, ven “un caso demasiado sólido” como para que se declare el sobreseimiento. “Este será el precedente para empezar a revisar muchas otras empresas como Furukawa, con métodos aún coloniales”, desea Morales.
La acusación señala como autores de los delitos a Marcelo Almeida, vinculado a Furukawa por dos décadas, Iván Segarra, antiguo administrador de campo, Adrián Herrera, gerente desde 2019, Hugo Chalen, quien mantiene funciones comerciales desde 2001, Paúl Bolaños, jefe administrativo de 2005 a 2006 y jefe de recursos humanos desde 2018 hasta la actualidad y la propia persona jurídica, Furukawa Plantaciones C.A., con un patrimonio de 18 millones de dólares.
Familias pobres. Ningún estudio. Toda una vida dedicada al abacá. Y una empresa que, según lo que narran los demandantes, cerraba la puerta carrozable con candado de lunes a lunes, siendo los dueños (ni siquiera los supuestos arrendatarios) quienes tenían una llave. “¿De qué voy a comer yo si no sé hacer otra cosa?”, se cuestiona una y otra vez don Jacinto*, quien aún trabaja en las plantaciones.
Don Jacinto, de 48 años, empezó a trabajar el abacá con siete años y nunca aprendió a leer ni escribir. “Ahora es que estoy aprendiendo a poner las letritas de mi nombre”, dice en videollamada con América Futura. Aún sufre las secuelas de una picadura de serpiente que sufrió en agosto de 2020. Le mordió mientras orinaba en uno de los espacios destinados a ello a la intemperie y sin ningún tipo de agua potable o saneamiento adecuado. “Aún cuando la herida botaba pus y olía feo, el ingeniero a cargo me dijo que uno solo se cura cuando trabaja”.
Esclavitud moderna
La lupa se puso por primera vez en la compañía japonesa en 2018, con un informe de la Defensoría del Pueblo, publicado el primer semestre del año siguiente, que relataba una situación de “esclavitud moderna” durante casi seis décadas. El organismo detalló condiciones “infrahumanas” de vivienda, trabajo infantil y adolescente y ausencia absoluta de derechos laborales de un censo propio de 1.244 personas. Es por ello que instó a diez carteras del Estado a que pusieran fin a los abusos.
“Se demostró que vivían en condiciones terribles”, explica el defensor del pueblo actual, César Marcel Córdova Valverde. “Cobraban mucho menos de lo estipulado por la ley, si tenían accidentes laborales, nadie se hacía cargo, muchos no tenían ni siquiera cédula y solo podían salir de la hacienda los domingos si es que tenían oportunidades económicas para hacerlo. Porque para eso también les cobraban”.
Meses después del informe, los ministerios de Trabajo, Agricultura, Salud, Educación, Inclusión Social, la Secretaría de la Política y Fiscalía, la Superintendencia de Compañías y los Servicios de Rentas Internas y Registro Civil constataron las mismas violaciones a los derechos humanos que denunció Defensoría. Algunos de los organismos iniciaron procesos independientes. La cartera de Trabajo cerró durante unos meses la empresa por haber sido testigos de trabajo infantil. Y la Fiscalía inició una investigación de más de tres años que culminó en la segunda quincena de enero de este año y que espera la respuesta de Sotomayor para continuar el litigio.
María Susana Rodríguez, fiscal especializada en delincuencia organizada transnacional e internacional denuncia que la firma ha “trastocado derechos humanos en relación a la dignidad humana, la salud y la vida”. “Hicimos un trabajo de hormiga, considerando que son un centenar de víctimas y que es una empresa con bastante poder en el país. Hemos intentado buscar la verdad y, a mi criterio, con todos los elementos que se fueron tejiendo, existe un caso sólido de trata de personas que va a marcar un precedente en el país y en la región”, afirma.
Si bien cada testimonio es distinto, hay factores comunes entre todos los demandantes. La gran mayoría de trabajadores son afrodescendientes, vienen de contextos pobres y tienen bajos o ningún nivel educativo. “La extrema vulnerabilidad y el analfabetismo de la mayoría es sobre lo que basa Furukawa su negocio”, critica Patricia Carrión, abogada de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos.
Diametralmente opuesta es la opinión de Pedro Jerves, antiguo abogado de Furukawa y actual defensa de Adrián Herrera, gerente general de la firma. Esta práctica “pasa en muchas otras empresas que operan en la ruralidad”, asegura. “Hay derechos y garantías que son estatales, pero le puedo asegurar que hoy en día todas las haciendas cuentan con tanques de agua potable y con luz. Es más, algunos tienen hasta DirectTv. Hemos hecho trabajos sociales que demuestran que efectivamente la gente vive bien”, sostiene.
La defensa de Jerves pasa por negarlo todo: el testimonio de los más de 106 demandantes, la credibilidad de la Fiscalía, el informe de la Defensoría del Pueblo y la rigurosidad del Ministerio de Trabajo. “Todo este caso se ha ido creando en base a ciertos intereses de ONG y por la presión mediática, que a veces es un poder del bien y otras del mal”, narra por videollamada. “Lo único que dice la acusación particular es que eso era como la novela del Huasipungo y poco más. La acusación es paupérrima”, afirma haciendo alusión a esa obra literaria ecuatoriana que retrata el sufrimiento de los indígenas.
Y, sin embargo, la decena de testimonios entrevistados por América Futura relatan condiciones que no necesitarían de la pluma de Jorge Icaza. Para don Esteban* lo que vivió durante 17 años en Furukawa ni siquiera se asoma a la hacienda Cuchitambo sobre la que el autor ecuatoriano narró un sinfín de abusos de los latifundistas a los indígenas. “Una vez me corté con la máquina y no me dieron (dinero) ni para una pastilla. Tuve que pagar yo como pude al médico, que me puso 18 puntos. Como no cobraba si no trabajaba, me puse un plástico para que no se me embarrara la pierna en lodo y seguí”, cuenta. Este hombre de 53 años, que perdió la pierna tras un accidente laboral con la misma máquina, no ha recibido ni un solo día de baja laboral.
“Hacer legal lo ilegal”
Para la fiscal, el mecanismo “de sometimiento” consistía en una simulación de arriendo de tierras “para evitar precisamente la relación laboral con los trabajadores”. Este método empezó en 2011 —tres años después de que se ilegalizara en el país la terciarización— y se mantuvo al menos hasta 2018. “Para que los campesinos pudieran trabajar en las plantaciones, pagaban a la empresa por el arriendo de la tierra, solo podían cultivar abacá y solo podían venderle a Furukawa. Trataron de buscar una figura legal para hacer legal lo ilegal”, sostiene. Aunque Rodríguez insiste en que “hubo sometimiento”, Jerves, abogado defensor, asegura que “todos los contratos se hicieron bajo notario público”. “Pero para no entrar en esta disquisición de que si fueron, no fueron, esta gente sabía lo que firmaba o no firmaba. ¿Qué sometimiento hay? A la gente en la costa, para ser bastante honesto, no se les puede controlar. Esta gente trabaja cuando quiere”, afirma.
Preguntado por la responsabilidad social de la compañía, es tajante: “Cualquier empresa puede invertir más y siempre será bueno invertir más, pero al momento, no se tienen los recursos. Pero eso no quiere decir que hay una responsabilidad social vinculada a lo penal”.
Abrir camino
Chapear, zunquear, tumbar, tusiar, burriar y maquinear. Todas las fases del proceso desde la tala de la planta hasta el secado y el empaquetado del abacá llevan horas de trabajo de hombres y mujeres que, de haber podido elegir, jamás hubieran trabajado para Furukawa. “No es tan fácil ir haciendo la huella como transitar ya por una trocha hecha”, explica la fiscal. “Y este es el caso que nos ha tocado. Abrir camino”. Alejandro Morales, letrado de los 106 empleados, espera que la jueza Sotomayor siente en el banquillo a los cinco directivos y exdirectivos. “Es un llamado a la comunidad regional de que estas prácticas coloniales todavía existen. Esto tiene que sentar un precedente. Se lo deben a las víctimas y al país”. Reportaje de El País de España
*Ninguno de los nombres de los testimonios son reales porque el proceso legal sigue aún en curso.
Nacionales
Lavinia Valbonesi sobre el proyecto Ana: “Hemos transformado vidas”

Alegre, tranquila y con muchas ganas de ayudar a las mujeres. Así es Lavinia Valbonesi, primera dama de Ecuador, quien habló sobre Ana, su proyecto insignia que busca apoyar a las mujeres víctimas de violencia.
En entrevista al programa ‘Esto es Ecuador’, de Ecuador Tv, Valbonesi explicó que desde que empezaron sus recorridos por las diferentes provincias del país constató una realidad fuerte: 7 de cada 10 mujeres han vivido temas de violencia física, psicológica, patrimonial y demás.
Esas historias de superación inspiraron a la primera dama para crear Ana, cuyo nombre surgió del testimonio de una ecuatoriana. “No solo era una historia de dolor sino un ejemplo de que sí es posible cortar esos círculos de violencia”.
De hecho, Valbonesi quería que su proyecto tuviera “el rostro de una mujer ecuatoriana”.
En ese marco, la primera dama dice que gracias al proyecto: “Hemos transformado vidas (…) simplemente con ganas de servir y trabajar por la gente, por las mujeres”.
Tres pilares que sostienen a Ana
El proyecto Ana tiene tres pilares fundamentales:
- Prevención. En este pilar se trabaja con niños, niñas y jóvenes, por lo que se han realizado convenios con universidades, agrupaciones artísticas, musicales; además se han ofrecido becas para que las nuevas generaciones se mantengan ocupadas y se alejen de la violencia.
- Educación. En este eje se hicieron convenios con universidades, organizaciones, institutos nacionales e internacionales para ofrecer clases en diferentes áreas: marketing, carpintería, ventas, mecánica y otras. Una de las novedades -dice con alegría- es la próxima creación del primer carro construido por mujeres, por manos ecuatorianas.
- Empleabilidad. En este pilar se han realizado convenios con empresas para que den oportunidades laborales de mujeres o para que ellas potencien sus emprendimientos.
Los resultados del proyecto Ana
El proyecto Ana tiene 230.000 mujeres inscritas en su plataforma en línea; 20.000 graduadas; 3.000 mujeres empleadas; y 120.000 familias ayudadas, gracias al apoyo de la empresa privada.
“Gracias a alianzas el proyecto es una realidad y es una fundación autosustentable (…) Queremos crear productos para que la fundación se sostenga más allá del tiempo”, señaló.
A esto se suma que ya están en varias provincias del país, entre ellas, Orellana, Pichincha, Azuay, Esmeraldas, Guayas, Manabí, Los Ríos, El Oro y Galápagos.
¿Cómo inscribirse en Ana?
- Ingresa al sitio web www.proyectoana.org
- Haz click en la pestaña amarilla ‘Quiero formar parte’
- Llena el formulario que incluye los datos personales de la mujer. Estos son:
- -Nombres y apellidos
- -Cédula de identidad
- -Edad
- -Provincia
- -Ciudad
- -Sector
- -Número de contacto
- -Ciudad de capacitación
- -Estado civil
- -Hijos
- -Edad de hijos
- -Correo electrónico
- -Nivel de estudios
- -Capacitaciones disponibles
- -Becas disponibles para hijos menores de edad
- -Cómo se enteró del proyecto.
“En la página de Instagram tenemos los cursos. Nos mandan mensajes y estamos en contacto con todas las mujeres”.
Otra de las novedades de Ana es que no hay edades límites para seguir los cursos en línea de Ana. Tampoco sus condiciones, trabajo y demás.
Lavinia, entre su trabajo, la maternidad y sus gustos
Valbonesi trata de equilibrar su tiempo entre sus dos hijos: Alvarito y Furio y su trabajo en el proyecto Ana.
“Soy una primera dama de territorio. Trabajamos de lunes a domingo. Recorrimos todas las provincias, me gusta estar en territorio”, exclamó la primera dama.
Cuenta que ha llegado a los lugares en donde han habido emergencias como Cayambe, Manabí y Guayas. Allá ha llevado kits de alimentación, semillas, cuyes, etc.
Lavinia Valbonesi reconoce que es una amante de la comida. Sus platos favoritos son los patacones con huevo, el arroz con menestra y el arroz verde con carne frita. De hecho. Fuente: El Telégrafo
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Técnico y con experiencia penal: así debería ser el Fiscal General del Estado, según juristas y académicos

Formación penal sólida, experiencia práctica en litigación, ética profesional comprobada y comprensión del entorno político. Esas son algunas de las características que debe tener el próximo Fiscal General del Estado, según coincidieron varios expertos reunidos en un conversatorio realizado este 23 de junio de 2025 en la Universidad Andina Simón Bolívar, en Quito.
El evento se realizó en el contexto del proceso de selección del Fiscal, que lleva adelante el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) y reunió a juristas, académicos y representantes gremiales, con el objetivo de discutir los estándares mínimos que debe cumplir quien asuma la titularidad de esta institución.
Conocimientos técnicos y experiencia penal
“Debe ser un abogado penalista, que conozca de derecho penal, procesal penal y política criminal, pero sobre todo que tenga práctica diaria en el sistema”, subrayó María del Mar Gallegos, litigante penal y una de las panelistas.
En su criterio, la experiencia en el terreno es indispensable para conocer las falencias estructurales del sistema judicial y para saber cómo abordarlas desde la Fiscalía.
Pamela Aguirre, abogada constitucionalista, agregó que el próximo fiscal debe actuar como garante del debido proceso, pero también ser firme en la persecución penal.
“La Fiscalía es la llave de la confianza ciudadana en la justicia. No puede estar en manos de improvisados ni de personas sin formación penal específica”. Pamela Aguirre, abogada constitucionalista.
Ambas expertas coincidieron en que no se trata solo de cumplir requisitos legales. El próximo fiscal debe entender el rol institucional de la Fiscalía como órgano autónomo, técnico y con alta carga política. Y eso requiere también conocimiento de derecho constitucional y derecho penal internacional.
Probidad y ética profesional
Además de lo técnico, el componente ético fue reiterado por todos los panelistas, dijo Gallegos, quien recordó que la Fiscalía, aunque no forma parte de la función ejecutiva, cumple un rol político en términos de lucha contra la impunidad.
“La hoja de vida debe ser intachable. No podemos tener una autoridad que genere dudas sobre su integridad”. María del Mar Gallegos, litigante penal.
Paúl Ocaña, presidente del Colegio de Abogados de Pichincha, resaltó que el perfil ideal también debe tener capacidad para generar confianza, dentro y fuera del sistema de justicia. “Todos los que trabajamos en derecho penal sabemos quién es quién. La transparencia empieza por el perfil del candidato”, dijo.
Capacidad de leer el contexto político
Otro elemento clave es que el próximo Fiscal General sepa actuar con independencia y, al mismo tiempo, interpretar el contexto político sin dejarse arrastrar por él.
“No se trata de que tome partido, sino de que entienda cuál es el momento que vive el país y cómo ejercer su rol sin convertirse en actor político”, explicó Gallegos. Para eso, dijeron los panelistas, se necesita temple, autonomía y una visión clara de lo que implica hacer política criminal desde el Estado.
El CES busca proponer un candidato
El presidente del Consejo de Educación Superior (CES), Pablo Beltrán, anunció durante el evento que el organismo trabaja para impulsar la participación de académicos en este concurso.
Según dijo, la idea es que docentes y expertos universitarios puedan postular como candidatos, contribuyendo con perfiles técnicos y comprometidos con el país.
“El Ecuador necesita autoridades competentes y éticas. Por eso, desde el CES hemos suscrito un convenio con el CPCCS para promover la participación académica en este y futuros procesos de selección”, aseguró Beltrán. Fuente: Primicias
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Fiscal Toainga alerta sobre falta de garantías para jueces y fiscales frente al crimen organizado

La Comisión de Fiscalización y Control Político de la Asamblea Nacional continuó este lunes 23 de junio con la investigación sobre presuntas actuaciones irregulares de operadores de justicia. En esta jornada compareció el fiscal general subrogante, Wilson Toainga, quien alertó sobre la falta de garantías para jueces y fiscales frente al crimen organizado.
Durante su intervención, Toainga explicó que la actuación de los fiscales en casos de flagrancia depende en gran medida de los partes de aprehensión y de las novedades elaboradas por la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Sin embargo, no todos los partes ni expedientes cuentan con los elementos suficientes para formular cargos o se ajustan a los tipos penales mencionados en ellos.
Por ello, señaló, en ciertos casos los fiscales solicitan medidas cautelares personales o reales, como la prohibición de salida del país o la presentación periódica ante la autoridad judicial, siempre que los elementos probatorios lo permitan.
Asimismo, el funcionario reveló que actualmente 68 funcionarios judiciales están siendo investigados por presunto error manifiesto y negligencia en el ejercicio de sus funciones.
Toainga también informó que, como resultado de las investigaciones internas, hasta el momento siete fiscales y ocho jueces ya han sido sancionados por su accionar.
Fiscales y jueces no tienen garantías
En su comparecencia a la mesa legislativa, el fiscal Toainga también alertó de que los funcionarios judiciales están desprotegidos, sobre todo quienes tienen a su cargo casos de crimen organizado.
Toainga cuestionó que todos los operadores de justicia tienen las mismas medidas, pese a que el riesgo es mayor en el caso de quienes están al frente de los procesos relacionados con esta materia.
Además, el fiscal general recordó que existe normativa internacional excepcional relacionada con la materia del crimen organizado, que es una problemática regional y mundial que data de la década de los noventa. Frente a esto, nuestra legislación también debería contar con medidas excepcionales para garantizar la seguridad de los jueces y fiscales, añadió.
Según lo detallado por Toainga, un total de 53 fiscales están incluidos en el programa de asistencia a víctimas y testigos.
“No hay garantías de seguridad para los operadores de justicia. Necesitamos un respaldo. No podemos dejar que sigamos a la deriva. ¿Quién nos respalda a nosotros en nuestra seguridad y la de nuestras familias? Nadie nos respalda”, enfatizó Toainga. Fuente: Vistazo
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