La decisión del gobierno de autorizar el porte de armas por parte de la ciudadanía, es la más imbécil, si cree que dicha medida ayudará a disminuir los índices de violencia en el Ecuador. Alguien tiene que advertirle que los resultados serán contraproducentes.
Todos los estudios hechos en países donde la población civil puede portar armas, demuestran de manera contundente que aquello, solo genera mayor violencia y, por ende, mayor inseguridad, donde los de abajo, los inocentes son los que tienen las de perder. Aquí algunos datos que corroboran lo dicho:
Es doce veces más probable que un arma de fuego sea utilizada en contra de algún miembro de la familia, que en contra de un delincuente que pretenda cometer un crimen.
La mayoría de los casos en los que un adolescente utiliza un arma de fuego en contra de compañeros de estudio o de trabajo, es porque ha sido criado en un ambiente donde sus padres poseen armas de fuego.
En la mayoría de las legislaciones, el propietario de un arma de fuego tiene serias responsabilidades por su uso, ya sea consentido o no. Si se le pierde el arma o le roban, y luego dicha arma es usada para cometer un crimen, puede pasar por su peor pesadilla.
En los hogares en donde hay armas de fuego, la mujer que es víctima de violencia doméstica, tiene 7 veces más probabilidades de que el abuso termine en femicidio en comparación con otro tipo de hogares.
Algunas situaciones transitorias de depresión, uso de medicamentos controlados o alcoholismo se ven seriamente agravados cuando la persona tiene acceso a un arma de fuego en su vivienda. Situaciones de suicidio en este contexto podrían ser más comunes.
La mayoría de las personas es capaz de disparar un arma. Pero una cosa es disparar y otra usarla eficazmente. El aprendizaje para manipular con destreza un arma, requiere meses de entrenamiento. Sin ese entrenamiento, el arma pasa a ser un problema más que una solución.
