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La historia no contada de Jaime Iván Kaviedes: «No crecí con los años, crecí con los daños»

El exfutbolista Jaime Iván Kaviedes se ha vuelto viral en redes sociales tras difundirse un video de su detención en Tena, provincia de Napo. Aparentemente, el ‘Nine’ habría agredido a policías, por lo que fue sentenciado a cinco días de prisión.

El hecho genera cuestionamientos sobre el accionar de los uniformados, puesto que en las imágenes se observa a uno de los gendarmes golpeándolo con un tolete, mientras él se desvanece en el piso.

De hecho, el Comandante General de la Policía Nacional, César Augusto Zapata, anunció que se iniciará una investigación interna por presunto abuso de los agentes.

La institución también manifestó que personas que estaban en un local de comida rápida, alertaron que se sentían agredidas por la presencia de Kaviedes. Por lo que una unidad tomó procedimiento, pero el exfutbolista habría indicado que es amigo de autoridades, que pertenece a una organización delictiva y que posteriormente se verían las retaliaciones al personal policial.

Desde hace mucho tiempo, el ‘Nine’ ha sido una persona que pocos conocen y todos juzgan. El goleador que nos llevó a nuestro primer mundial es el secreto mejor guardado del país. Algunos dicen haberlo visto jugar con taxistas por unos cuantos dólares, otros durmiendo en cementerios o peleando a puño pelado en los suburbios de Guayaquil.

Sobre Kaviedes se ha dicho de todo y él casi nunca ha aclarado algo. Sin embargo, en septiembre del 2020, Vistazo tuvo la oportunidad de entrevistarlo en su casa de Paute (Azuay) para que él mismo sea quien explique todas las polémicas y mitos que lo rodean.

Lo que nos contó fue realmente el guion de una historia de película tan increíble como terrorífica. Definitivamente, el ‘Nine’ es un sobreviviente.

Tan querido por los ecuatorianos y a la vez tan incomprendido…

Mis padres eran incompatibles sanguíneamente, primero nació mi hermano y murió. Luego nací yo y viví luego otro murió en el vientre de mi madre. Creo que desde que nací le llevo la contraria a la gente.

¿Siempre ha sido solitario?

Siempre fui reacio a hablar con la gente. No hablé ni tomé alcohol hasta los 30 años. Consumí cocaína a los 32, pero nunca estuve drogado mientras jugaba. Tengo dos años limpio. Como no hablo con la prensa, de mí se ha dicho de todo. Lo mío siempre fue una historia mal contada.

¿Descubrió los vicios en Guayaquil?

Vivía en un entorno de alcohol y droga en Guayaquil. Además, yo no iba a discotecas para consumir, sino para ver chicas. Tengo 9 hijos de madres distintas y uno adoptado. Estaba en una continua búsqueda de felicidad. Tuve muchas relaciones por el encanto de conquistar y para tener la ilusión de ser feliz, pero cómo podía dar algo que no tenía.

¿Cuál es su relación con sus hijos?

Fui muy irresponsable y recién intento conectar con ellos. No he sido papá. Tengo 9 niños desde los 22 hasta los 4 años y soy abuelo ya. Nunca tuve relación estable ni convivencia con ninguna mujer. Uno de mis hijos es adoptado, tiene 22 años y vive en Paraguay. ¿Su historia? Un día estaba cenando con el equipo de Barcelona en la Riviera en la Victor Emilio Estrada y cinco negritos se acercaron para vendernos rosas. Les dije: Yo adoptaré el primero que llegue al Monumental. Terminamos de comer, llegué al estadio donde compartía cuarto con Pancho Cevallos… el guardia tocó la puerta y me dijo: Su hijo está abajo. Lo adopté.

¿Usted tuvo carencia afectiva?

No, porque mis abuelos fueron padres mejorados. Mi vida pasó muy rápido. Era inmaduro, viví la vida como vino. Antes no sabía ayudar, para mí lo más fácil era regalar casa, carros… ahora sé que lo material se va y no reemplaza nada.

¿Ahora está viviendo la vida que anhelaba?

Vivo hace dos años en el campo frente a la montaña, tengo una parcelita para sembrar. Me acompaña mi novia, ya no quiero ser feliz, solo quiero estar tranquilo. Todos los días voy a visitar a los chicos en la clínica de rehabilitación, me gusta ayudar a la gente. La clínica me salvó, fueron 4 meses de reencontrarme con mi esencia.

¿No se arrepienta de nada?

En mi vida privada me arrepiento de muchas cosas, pero del fútbol nada. A mí me gusta jugarlo pero no soy futbolero. Cuando salía de las canchas me dedicaba a otra cosa y no me gustaba hablar de fútbol, jugadas. Nunca fue lo más importante.

ENTRE ADICCIONES Y SOLEDAD

¿Vino a Paute para limpiar su organismo, de qué?

Del alcohol y las drogas, consumí cocaína desde los 32 hasta los 39. Voy por el tercer año limpio. Ya me aburrí, no me quiero ir al infierno, algo bueno tengo que hacer acá.

¿Por qué se metió en las drogas?

Era mi entorno desde muy joven, quería comprender por qué los chicos no podían salir adelante. Y empecé a combinar amistades, tristeza, sufrimiento, vacíos. Me refugié en el alcohol y las drogas. No soy una víctima. Uno siempre decide el entorno donde quiere estar. Uno no puede ir por la vida escogiendo a las personas. Nadie te quiere hacer daño. Las personas solo hacen cosas, que nos afecten o no es cosa tuya. Soy fuerte y resisto el dolor, pero llegó un momento que no decir o expresarlo me afectó.

Estuvo cerca de la muerte… ¿Qué rescata de su etapa de adicto?

Conocí gente de todas las condiciones. He dormido en parada de buses y cementerios, apuñalaron alguien al lado mío, amigos se murieron de sobredosis, pero no lo cambiaría para nada porque hay un final feliz. Ya no sigo en la calle, estoy tranquilo. Ahora ayudo a los chicos de la clínica, cuento experiencias de vida… no doy consejos.

¿Sufrió depresión?

Estaba resentido con Dios porque me ayudó a que logre mi vida con goles pero no llenando el vacío de mis padres. Mi abuelo era administrador de una hacienda y nunca me faltó nada, pero desde pequeño sentía un vacío. No quería vivir, pero tampoco quería morir.

DE FÚTBOL Y EXCESOS

¿Qué recuerda del futbol de barrio en Guayaquil?

Los colegios daban becas, entonces fui a un complejo de un tío que se llamaba “La Cascada” en Colinas Alborada, que eran invasiones en esa época. Vivía allí y participaba a torneos de barrio, también estuve en el Liceo Cristiano. Tenía mi objetivo claro: Jugar en la selección (se ríe)… sabes que como profesional no tengo ningún título, pero tengo 300 en indor jugando en la calle y el campo.

¿Qué fue su fortaleza en el futbol?

Yo no era el que mejor llevaba la pelota, dribleaba o cabeceaba. Yo era quien la metía. Soy muy práctico, en el fútbol todo tiene un porqué.

¿Con qué director técnico se queda?

Se decía que en la selección había tres grupos: El de El Chota, otro de Esmeraldas y yo. El Bolillo fue el único que intentó comprenderme. Con él escuchaba música clásica. Recuerdo que antes del partido ante Brasil me fui al cine a ver “El Conde de Montecristo” mientras todos estaba concentrado en el partido. Él decía que algunos necesitan concentrarse, otros motivarse. Me dejó ir al cine e hizo que todos los jugadores lo aceptaran.

¿Por qué nunca pudo quedarse en un club?

Nunca terminé porque siempre quería regresar a ver a mis abuelos. Mis padres se murieron cuando tenía seis años y me crié con mis abuelos. Del campo me fui a vivir a la ciudad a los 14 años pero en el campo siempre fui feliz. Fui profesional a los 16 años. Tuve contrato con el Inter De Milán, precontrato con el Real Madrid. En el futbol llegué hasta donde quise, no hasta donde pude. No me frustro, eso la gente lo hace por mí.

¿Por qué jugó fútbol?

Mi abuela me inculcó los valores y la lectura desde temprana edad. Regresaba de la escuela, hacía los deberes y salía a patear una pelota contra la pared. Era mi desahogo, pero lo comprendí con la edad. Era un niño introvertido. Siempre mi abuelo me decía que podía interpretar mi estado de ánimo al ver el color de mis ojos. No crecí con los años, crecí con los daños. No le tenía miedo a morir.

¿Qué disfrutó del fútbol internacional?

Me impactó Italia porque mi abuelo tenía ascendencia italiana, allá disfruté la comida, aprendí a pintar. Leía mucho. En España, Italia, Portugal, Qatar, México, Argentina sigo teniendo grandes amigos. Recuerdo más a los amigos que los partidos.

¿Sigue jugando ahora?

Yo soy socio del club Aviced y mi amigo me preguntó si quería jugar. Lo hago para mantenerme en forma, pero ya no soy jugador. Hace poco hablé con los chicos de la Boca del Pozo de Emelec y me dijeron que ya era imposible que vuelva a jugar. “Imposible, solo cuesta un poco más”, dice Mujica así que decidí entrenar seis meses y participaré a la noche azul en enero. Meteré mi último gol en el Capwell.

NUEVA VIDA

¿Quiénes han sido las personas importantes en su vida?

Mis padres, mis tíos, mis abuelos. Mi abuela me enseñó a leer y ser sensible, mi abuelo a ser fuerte y no quejarme. En lo profesional me quedo con el Bolillo. Todo el mundo me habla de mi gol contra Uruguay, pero nadie recuerda que todos me querían sacar antes porque no metía goles.

¿Qué hubiera hecho en la vida si no fuera futbolista?

Veterinario o militar. Aunque no lo creas, yo sigo las reglas, pero siempre seguí más el corazón que la cabeza. Cuando estaba jugando en Oporto en Portugal, Mourihno era mi entrenador. Le detectan cáncer a mi abuelita. Le pedí permiso al profe para dejar el equipo y jugar en Ecuador. Me dijo que no, fui a hablar con el Vicepresidente y me dijo: “¿Y qué le va a curar?”. Igual me vine ganando casi 4 millones al año.

¿Quiere decir que guardó algo entonces?

Así dicen. Yo igual si me pongo a vender maduros con queso a la esquina yo triunfo. Si el sueño lo pasas a metas y lo estructuras se te va a cumplir. Es esfuerzo, disciplina, orden y sacrificio. La gente piensa que no soy así, pero se equivocan. Voy a triunfar como empresario. Me gusta el tema de bienes y raíces, construcción…

¿Qué le hace feliz ahora?

Tener una familia. Vivo con mi novia Katty desde hace 5 años. Encontré la paz en una clínica de rehabilitación aislada de la ciudad. Fue una decisión propia, nadie me obligó. Gracias al doctor de la clínica comprendí que me hacía feliz transmitir mensajes y ayudar a la gente que había sufrido lo mío. Me quiero morir ayudando a alguien.

Si alguien toca su puerta ahora y le pregunta quién es, ¿qué le diría?

Soy Iván, un adicto en recuperación, nieto de Benjamín Lorente y Francia Méndez y vivo para honrar su memoria.

Me despido de Iván después de una mañana conversando. En un rato más visitará los chicos de la clínica y luego entrenará con el objetivo de meter el último gol de su vida en el Capwell. Pensé entrevistar a un futbolista, pero descubrí un ser humano seguro y culto que disfruta de la lectura y la música. De repente Iván toma su celular y me enseña un video en YouTube. Escribí esa canción, se llama “Testigo de vida” y la canta Jhonatan Luna. “La vida son metas creadas a diario”, dice la canción. Hoy sentí que conocí el verdadero Iván… Fuente: vistazo.com 

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