En este momento estás viendo La apología del odio

La apología del odio

Luego del paro nacional convocado por el Movimiento Indígena, se generaron varios desmanes, que desembocaron en una serie de atentados contra la propiedad pública y privada. Asimismo, se desató una represión policial y militar que cobró la vida de varias personas.  El dolor causado por estos acontecimientos ha dejado una profunda herida social, que será muy difícil de sanar.

El Ecuador, es un país diverso, que posee una riqueza incalculable. Desde hace varios años, nos han vendido la idea de que somos un Estado que carece de recursos para cubrir obligaciones fundamentales como la educación y la salud. Las rencillas políticas y las malas administraciones han hecho de estos acontecimientos una apología del odio, que únicamente se puede combatir con educación.

En este contexto, es fácil acudir a los medios de sociales y revisar las publicaciones de quienes asumen ser los dueños de la opinión pública, para entender que el odio nos está aniquilando como sociedad. “Terroristas, narcotraficantes, anarquistas”, son varios de los epítetos que utilizan los voceros de los grandes medios de comunicación y también del Gobierno, para referirse a los líderes del Movimiento Indígena”.  El argumento y la simple reflexión de la realidad nada se asemeja a lo que mencionan o vociferan, pues nunca entenderán que en el paro nacional se movilizó un pueblo que reclamó sus justos derechos y aspiraciones.

Es complejo poder definir la situación política del país o pretender revisar qué pasará en el futuro. Entiendo que el Gobierno, más allá de sus errores y señalamientos equivocados sobre el financiamiento de las movilizaciones, no tiene el poder para definir una propuesta económica que solvente las necesidades de los sectores populares, ya que la ruta económica del Ecuador la traza el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este no es un invento mío, pues hace varios meses, el exministro de Finanzas, Simón Cueva, señaló que, al haber cumplido con las obligaciones correspondientes, este organismo multilateral ha permitido mayor inversión pública.

En este sentido, la profunda herida social y la apología del odio solo se puede curar con educación, por ello es deber de la academia, de las organizaciones políticas y de todo conglomerado social, establecer procesos educativos, para erradicar todos estos problemas. Nunca debemos olvidar, que la organización social es fundamental para exigir derechos, siempre respetando las diferentes corrientes del pensamiento.

Eduardo Loaiza Lima / 1104218563 / Eduardo18081983@gmail.com

Deja una respuesta