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CNE: pasa todo y no pasa nada

Desde el retorno a la democracia en el año 79, los ecuatorianos vivimos esperanzados en que los procesos eleccionarios tengan como característica sine qua non, la eficiencia, la transparencia y la pulcritud en los procedimientos de quienes tienen como misión, promocionar la cultura democrática, fortalecer la participación política, promover la confianza ciudadana y trabajar por el reconocimiento institucional del Consejo Nacional Electoral, hoy en 2023, está claro que no han cumplido su misión.

Las redes sociales y los medios de comunicación en general se han visto inundados y han dado cuenta de los escandalosos episodios de fraude físico y telemático, los consejeros y su presidenta comparecen en los sets televisivos y radiales intentando explicar lo inexplicable, porque en el Ecuador pasa de todo y al mismo tiempo parecería, a juzgar por la indolencia generalizada que se palpa en el ambiente … no pasa nada.

Para desgracia de todos, tendremos que seguir alimentando una esperanza que nunca se concreta, porque vistos los sucesos acaecidos en estos tiempos, hemos sido testigos de polémicas decisiones e interpretaciones antojadizas de la ley que, han desembocado en el otorgamiento de derechos a unos, en desmedro de otros, en una suerte de “quítate tú, pa´ ponerme yo” y por arte de birlibirloque, entre atropellos y cálculos, sin más ni más, se repiten ahora presencialmente las elecciones en el exterior, a trancas y barrancas … y no pasa nada.

Sorprende que el consejero José Cabrera, experto en informática y miembro del pleno del organismo, se pronuncie luego de dos semanas de haber fallado estrepitosamente en el escrutinio, en el registro de resultados y transmisión de actas, sin contar con la confusión y mezcla de votos de las diferentes circunscripciones territoriales, en buen romance, luego de haberse perpetrado flagrantemente en contra de los derechos de nuestros compatriotas y del sistema democrático en general. Cabrera expresa, suelto de huesos en televisión nacional que, de los problemas suscitados se enteró por los medios de comunicación (!) y de renuncia ni hablar, tajantemente ha dicho que no, seguramente cree que su “sacrificio por la Patria” vale la pena.

Institucionalmente se ha esgrimido tibias explicaciones que apuntan a ataques externos, sin que se hayan tomado las precauciones debidas a nivel interno, la consejera Nájera exhibe documentos y acusa de direccionamiento del proceso de contratación pública y de toma de decisiones ilegales… y no pasa nada.

La presidenta Atamaint y los demás consejeros, Acero, Cabrera y Pita, en medio de la tormenta, no tienen la menor intención de ajustar las velas, cero correctivos, más allá de remitir a la Fiscalía un par de datos conocidos por todos y que no representan una actuación institucional contundente, como corresponde…y no pasa nada.

Es vox populi que la conspiración para inclinar la balanza, ronda la esquina de la Av. 6 de diciembre y Bosmediano, en cualquier caso, las autoridades electorales son directamente responsables y todos, incluidos mandos medios y operativos, deberán asumir ante la justicia y la historia, su responsabilidad, porque no se trata de ejecutar garantías de fiel cumplimiento y buen uso del anticipo y sanseacabó. Se trata de tener la precaución y seguimiento puntual de las actividades de la institución que dicen dirigir.

Si no existen respuestas satisfactorias al país, se impone la dimisión de todos y en ese caso, ad portas de la elección final, nos veremos abocados a una encrucijada dramática: Caos con ellos y caos sin ellos.

La solución podría estar, siempre y cuando reconozcan sus fallos lo cual es imposible, en pedir asistencia internacional y activación nacional de la sociedad civil, con un indispensable y riguroso filtro de honorabilidad tamizado por el escrutinio público.

Mientras tanto…en ciudad Gótica… en octubre esperamos un debate racional en donde los protagonistas sean los candidatos y sus propuestas, a través de un mecanismo sensato y bien elaborado.

También esperamos… los informes concluyentes de los magnicidios de Agustín Intriago y Fernando Villavicencio, porque como sociedad sería una barbaridad que estos crímenes empiecen a alinearse en los archivos no resueltos de la historia. Hay autores intelectuales que deben ser aprehendidos, estén donde estén.

Finalmente, para no perder la costumbre, hay que decir con vergüenza que, el país asiste nuevamente a diferentes disputas que nos afectan a todos como nación, las instituciones convertidas en trincheras, a fuego cruzado, abusando del poder y del derecho, sin recato alguno se bambolean entre el ridículo, la inoperancia y la trafasía.   Fuente: El Telégrafo

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