Opinión
Alausí con el corazón roto
Frente al dantesco escenario que ha provocado la mayor desgracia por movimiento de masas y deslizamiento de tierra en centros poblados que se recuerde en la historia de nuestro país, Alausí llora sus muertos, lucha por sobrellevar la situación y sufre en medio de una crisis generalizada.
Tristemente esta tragedia sorprende a Alausí, sin un hospital en condiciones humanamente aceptables, una economía devastada por la pandemia y la nula operación ferroviaria en el tramo a la Nariz del Diablo que era parte importante de su subsistencia. El secular abandono que el centralismo ha generado es desesperante, proyectos de toda índole, gestiones sinfín, ofertas de campaña y promesas que nunca se han cumplido, trabas burocráticas, negligencia manifiesta de autoridades de todos los niveles, desde siempre, han configurado una situación de verdadero atraso de este singular cantón ecuatoriano.
Alausí, aquel pueblo en el que sus habitantes habían empezado a cultivar una sensibilidad especial, una actitud que se traducía en amables palabras y gestos, buenas maneras, buen trato y respeto, hoy es un pueblo sombrío, triste, lleno de amargura e incertidumbre que intenta asimilar la desventura y empezar de nuevo.
El Ecuador entero se ha volcado con ayuda, porque es la hora de acudir en forma transparente, directa y efectiva en favor de los damnificados, porque ha llegado el momento de afrontar esta dura prueba, con valor, templanza y coraje, que el mundo entero sepa de que madera estamos hechos los alauseños de nacimiento, por herencia y de corazón que, amamos nuestra tierra más allá de la razón, más allá del dolor que implica pisar la tierra de nuestros muertos, la amamos con una pasión que no nos cabe en el pecho, con verdadera furia, pero al mismo tiempo con devoción y ternura.
Hoy la tristeza y la pena existen y deambulan por sus calles empedradas, callejuelas, plazoletas, recovecos, zaguanes y graderíos, los recuerdos surgen y permanecen a flor de piel, los amigos y familia ya no están, su geografía ha cambiado, pero se mantiene incólume la alauseñidad que se compara con la figura que Chesterton construye sobre la tradición, la alauseñidad se transmite como el fuego y no por la adoración de sus cenizas.
Los alauseños en Alausí deben saber que no están solos, deben saber que después de la tormenta tenemos que luchar juntos por la calma, que la unidad, la tolerancia y el trabajo tesonero son el único camino. El corazón del pueblo está roto, pero resurgirá sobre la base de la casta de sus hijos, porque sabemos que la inobjetable visión de futuro tiene corazón antiguo, porque fueron somos, porque somos serán… Fuente: El Telégrafo
Noticias Zamora
Más Allá de las Barreras: Un Llamado a la Dignidad y la Inclusión
Introducción
Cada 3 de diciembre el mundo conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992 para recordarnos una verdad fundamental: una sociedad solo es justa cuando todas las personas pueden vivir con dignidad, acceder a oportunidades reales y participar plenamente en la vida colectiva.
En Ecuador, esta conmemoración nos invita a mirar más allá de los avances normativos y las políticas públicas, para reflexionar sobre las condiciones reales en las que viven miles de personas con discapacidad. ¿Hemos logrado construir entornos verdaderamente accesibles? ¿Garantizamos una educación inclusiva y de calidad? ¿Reconocemos y valoramos su talento, su voz y sus derechos? ¿O seguimos levantando barreras que limitan su autonomía y su proyecto de vida?
Las personas con discapacidad conforman un grupo diverso, con necesidades, capacidades y experiencias igualmente diversas. Sin embargo, muchas continúan enfrentando prejuicios, exclusión e indiferencia. Esta reflexión nos recuerda que la discapacidad no es un límite, sino una condición humana; y que las barreras más profundas y a menudo invisibles no están en los cuerpos, sino en las estructuras, las políticas y las actitudes sociales que frenan el desarrollo pleno de quienes viven con una discapacidad.
En este contexto, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad no es solo una fecha para conmemorar, sino un llamado urgente a la acción, a la empatía y a la corresponsabilidad. Nos enseña que la inclusión no se proclama: se construye. Y que ese compromiso involucra al Estado, a las instituciones, a las familias y a cada uno de nosotros.
Dignidad en Cifras: La Realidad de la Discapacidad en Ecuador
En el mundo, más de 1.000 millones de personas (una de cada siete) viven alguna forma de discapacidad. En Ecuador, según datos del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (CONADIS), se registran aproximadamente 471.205 personas con discapacidad, lo que equivale al 2,67 % de la población nacional. Dentro de este universo el 45,66 % presenta discapacidad física, 23,12 %, discapacidad intelectual, 14,12 %, discapacidad auditiva, 11,54 %, discapacidad visual y 5,55 %, discapacidad psicosocial. Sin embargo, muchas de ellas continúan enfrentando abandono, exclusión y postergación. Esto se debe, en gran parte, a prejuicios y barreras sociales que limitan sus oportunidades. Tal como expresó María del Carmen Azuara de Curi: “No es la discapacidad lo que hace difícil la vida, sino los pensamientos y acciones de los demás.”
Estas cifras revelan una diversidad amplia de realidades y necesidades. Las discapacidades pueden ser físicas, sensoriales, intelectuales o psicosociales, y cada una requiere respuestas diferenciadas por parte del Estado, la sociedad, el sistema educativo y las familias.
Por ello, la lucha por empoderar, visibilizar y garantizar los derechos de las personas con discapacidad nos convoca a todos. Especialmente interpela a quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones y en la formulación de políticas públicas, pues la igualdad de oportunidades solo se materializa cuando la inclusión deja de ser un discurso y se convierte en acción.
Ejemplos inspiradores como Tony Meléndez, Adriana Macías y Nick Vujicic nos recuerdan que, con tenacidad y apoyo social adecuado, las barreras pueden transformarse en plataformas de crecimiento. Sus vidas son testimonio de la resiliencia humana y del enorme potencial que florece cuando se derriban los muros de la discriminación.
Leyes que Protegen, Acciones que Transforman
El Ecuador cuenta con un robusto marco constitucional y legal que respalda los derechos de las personas con discapacidad. La Constitución de 2008 las reconoce como grupo de atención prioritaria y garantiza igualdad de oportunidades, acceso a salud, educación, empleo, rehabilitación y la eliminación de todas las barreras que limiten su participación plena.
Sobre esta base, la Ley Orgánica del Servicio Público (LOSEP) dispone que las instituciones públicas con más de 25 servidores deben incorporar al menos un 4 % de personas con discapacidad, asegurando accesibilidad, adaptación laboral y protección contra la discriminación. Asimismo, la Ley Orgánica de Discapacidades establece mecanismos de certificación, registro, rehabilitación integral, inclusión educativa y social, y acceso a ayudas técnicas y ajustes razonables.
El CONADIS coordina políticas públicas y acciones nacionales para garantizar la inclusión, mientras que el Ministerio de Educación impulsa la educación inclusiva en escuelas regulares y unidades especializadas, con apoyos pedagógicos y adaptaciones curriculares.
El Ministerio de Salud Pública cumple un rol determinante: previene y detecta tempranamente condiciones discapacitantes, certifica la discapacidad, ofrece rehabilitación integral, entrega ayudas técnicas, garantiza atención prioritaria, sensibiliza a la población y produce datos epidemiológicos para la toma de decisiones. Su intervención marca el punto de partida para que las personas accedan a los derechos y servicios establecidos en la ley.
En conjunto, estas normas y políticas evidencian el compromiso formal del Estado con la inclusión. Sin embargo, el gran desafío sigue siendo su implementación efectiva: convertir los principios legales en acciones sostenidas que aseguren dignidad, igualdad y justicia social para todas las personas con discapacidad.
La Inclusión Nos Convoca: Un Compromiso de Todos
Alcanzar una verdadera inclusión de las personas con discapacidad no es responsabilidad de un solo actor: es un compromiso compartido entre el Estado, la sociedad, el sistema educativo y las familias. Solo cuando cada uno asume su rol con convicción, la inclusión deja de ser un ideal y se convierte en una realidad cotidiana.
El Estado: Garantizar derechos con acciones concretas
Corresponde al Estado asegurar que los derechos de las personas con discapacidad se cumplan plenamente. Esto implica:
- Destinar recursos suficientes y sostener políticas públicas reales.
- Implementar de manera efectiva la Ley Orgánica de Discapacidades.
- Desarrollar programas integrales de salud, rehabilitación, educación, protección social y empleo.
- Garantizar accesibilidad universal en espacios públicos, servicios, transporte y edificaciones.
Sin presupuesto, seguimiento y voluntad política, los derechos permanecen solo en el papel.
La sociedad: Transformar la mirada para transformar la inclusión
La inclusión comienza en la forma en que vemos y valoramos a quienes son diferentes. La sociedad debe avanzar del asistencialismo hacia el reconocimiento pleno de la dignidad y los derechos. Para ello es necesario:
- Eliminar barreras físicas, sociales y estructurales.
- Construir una cultura que celebre la diversidad funcional.
- Garantizar accesibilidad comunicacional: lengua de señas, materiales adaptados y tecnologías de apoyo.
- Impulsar empleo inclusivo y participación social efectiva.
- Promover campañas de sensibilización en comunidades, escuelas y medios de comunicación.
Una sociedad que excluye se limita a sí misma; una que incluye, se fortalece.
El sistema educativo: Un pilar decisivo para el cambio
La educación tiene el poder de abrir puertas o de mantener barreras. Por ello, el sistema educativo debe:
- Fortalecer la formación docente en educación inclusiva y atención a la diversidad.
- Garantizar recursos especializados y adaptaciones curriculares.
- Crear entornos accesibles, seguros e integradores.
- Involucrar a las familias y redes de apoyo en el proceso educativo.
La escuela no debe reproducir desigualdades: debe ser el espacio donde se derriban.
Las familias: El primer sostén de la inclusión
La familia es el núcleo emocional y afectivo de toda persona con discapacidad. Su rol es fundamental para el desarrollo, la autonomía y la autoestima. Entre sus responsabilidades están:
- Registrar y certificar la discapacidad para acceder a derechos y beneficios.
- Buscar terapias, atención médica y rehabilitación temprana cuando sea necesario.
- Informarse sobre apoyos disponibles y estrategias de acompañamiento.
- Exigir inclusión educativa y social, participando activamente en escuelas y comunidades.
- Promover la autonomía, la participación y los proyectos personales.
Una familia que acompaña y cree en las capacidades abre caminos donde otros ven límites.
Un compromiso que nos une
En este Día Internacional de las Personas con Discapacidad, renovemos nuestro compromiso de pensar, decidir y actuar con un enfoque verdaderamente incluyente. La única discapacidad peligrosa es la incapacidad de amar, de sentir y de tener corazón.
La inclusión no es un favor: es justicia. Solo cuando nuestras acciones —y no solo nuestras palabras— transformen la vida de quienes han enfrentado barreras históricas, podremos afirmar que estamos construyendo una sociedad realmente humana.
No es la Discapacidad: Son las Barreras que Construimos
Las mayores barreras no están en los cuerpos, sino en las sociedades que aún no aprenden a incluir. Cuando el Estado, las instituciones y la comunidad no garantizan una protección real a las personas con discapacidad, las consecuencias son profundas, injustas y dolorosas.
Exclusión social y marginalidad:
Sin accesibilidad, empleo digno, educación inclusiva o apoyos adecuados, miles de personas quedan fuera de la participación social, económica y política. Esta exclusión no solo limita su desarrollo individual; también empobrece a la sociedad al privarla de su talento, creatividad y diversidad.
Pérdida de oportunidades y desarrollo truncado:
La ausencia de inclusión educativa, laboral y comunitaria implica la pérdida de capacidades, proyectos de vida y aspiraciones. Una sociedad que impide el desarrollo pleno de todos sus miembros se limita a sí misma y renuncia a su propio potencial humano.
Mayor vulnerabilidad frente a pobreza, discriminación y violencia:
Cuando las políticas no son efectivas o no se aplican, aumentan los riesgos de abandono, abuso, maltrato y discriminación. La exclusión genera ciclos persistentes de pobreza que afectan no solo a la persona, sino también a su familia y a su entorno más cercano.
Impacto en la salud y el bienestar integral:
Sin acceso a rehabilitación, atención médica o apoyo psicosocial, la calidad de vida se deteriora notablemente. La salud física y emocional se ve afectada por la falta de servicios adecuados, la sobrecarga familiar y el aislamiento social.
Retroceso en derechos humanos y justicia social:
Negar protección y garantías a las personas con discapacidad es vulnerar principios esenciales de igualdad y dignidad. Es incumplir compromisos éticos y legales, debilitando la convivencia democrática. Un país que excluye no avanza: retrocede.
Una reflexión necesaria:
Cuando una sociedad cierra puertas, lo que se limita no es la discapacidad, sino nuestra propia humanidad. La inclusión no es un gesto de buena voluntad; es una obligación ética, legal y profundamente humana. Construir un país más justo empieza por derribar las barreras que nosotros mismos hemos creado.
Más Allá de las Aulas: Un Camino Abierto a la Dignidad y al Futuro
Durante mi gestión al frente de la Dirección Distrital 19D01 Yacuambi–Zamora Educación (1 de septiembre de 2013 al 6 de marzo de 2019), una de mis prioridades fue fortalecer las oportunidades educativas para las y los estudiantes de la Unidad Educativa Especializada “Andrés Francisco Córdova”, institución dedicada a la formación de personas con discapacidad. Hasta el año 2016, esta unidad únicamente ofertaba la educación básica superior hasta décimo grado. Sin embargo, gracias a un trabajo comprometido y articulado, impulsamos y elaboramos el proyecto para la creación del Bachillerato en Hotelería y Turismo, aprobado en 2017 y que permitió proyectar la primera promoción de bachilleres para el año 2020.
Como parte del fortalecimiento institucional, gestionamos un convenio con CELEC que hizo posible la construcción de tres aulas completamente equipadas, con mobiliario adecuado y accesos inclusivos para garantizar un entorno seguro y pertinente a las necesidades de estudiantes con discapacidad.
En el ámbito académico, realizamos gestiones ante el Gobierno de Japón, a través de la Agencia de Cooperación Internacional JICA–Ecuador, logrando la presencia de docentes especialistas provenientes de este país. En una primera etapa contamos con el valioso acompañamiento pedagógico de Yuki Codera y posteriormente de Yuki Manno, dos destacadas profesionales que apoyaron en la capacitación del personal docente, el trabajo con las familias y la atención directa a los estudiantes de la institución.
Gracias a estos esfuerzos sostenidos, desde 2020 hasta 2025 la Unidad Educativa Especializada “Andrés Francisco Córdova” ha graduado seis promociones de bachilleres con discapacidad. Esto no solo representa un logro educativo, sino también un avance significativo para su inclusión laboral, en cumplimiento del artículo 64 de la LOSEP, que obliga a las instituciones públicas con más de 25 servidores a contratar al menos un 4% de personas con discapacidad.
Es una enorme satisfacción saber que contribuimos a que las personas con discapacidad culminen su bachillerato y cuenten hoy con herramientas que fortalecen su autonomía, dignidad e inclusión plena en la sociedad.
Conclusión
El Día Internacional de las Personas con Discapacidad no es solo una fecha en el calendario: es un recordatorio de que la dignidad, la igualdad y la inclusión deben ser parte de nuestra vida cotidiana. En Ecuador contamos con un marco legal y normativo que reconoce y protege los derechos de las personas con discapacidad; sin embargo, la distancia entre la ley y la realidad sigue siendo amplia. Persisten barreras físicas, culturales, sociales y estructurales que limitan el acceso pleno a la educación, a la salud, al empleo y a la participación comunitaria.
La inclusión no puede seguir siendo una aspiración abstracta ni un discurso repetido cada 3 de diciembre. Debe convertirse en una práctica concreta, en una decisión ética y en un compromiso sostenido. Implica garantizar condiciones dignas, promover oportunidades reales, eliminar prejuicios y transformar los entornos para que todas las personas puedan desarrollarse plenamente. El desafío es compartido.
El Estado debe asegurar políticas efectivas, financiamiento adecuado y una implementación real de la Ley Orgánica de Discapacidades. La sociedad debe abandonar el asistencialismo y reconocer la dignidad y el valor de la diversidad humana. El sistema educativo tiene que fortalecerse, adaptarse y abrir puertas, no cerrarlas. Y las familias necesitan acompañamiento, información y apoyo para promover la autonomía y los proyectos de vida de sus seres queridos.
Solo cuando cada actor asume su responsabilidad, la inclusión deja de ser un ideal y se convierte en realidad.
Solo cuando nuestras acciones facilitan la vida de quienes históricamente han enfrentado barreras, podemos afirmar que estamos construyendo una sociedad verdaderamente humana.
Porque, al final, una nación que excluye se debilita, pero una que abraza la diversidad se engrandece.
Que este 3 de diciembre sea más que una conmemoración: sea una invitación permanente a mirar sin prejuicios, a actuar con justicia y a construir un Ecuador donde todas las personas, sin excepción, puedan vivir con dignidad, participar plenamente y aportar al progreso colectivo.
Noticias Zamora
“Guadalupe exige respuestas: 58 años de historia y aún espera obras viales inconclusas y recolección de basura digna.”
Por: Alcibar Lupercio
Conmemorar los 58 años de parroquialización de Guadalupe no es únicamente revisar un calendario institucional; es volver a escuchar el pulso íntimo de una tierra que, desde sus orígenes, ha sabido construir su identidad entre ríos intensos, montañas de selva y la perseverancia de su gente. En esta ocasión, invitado por Radio Fama de Yantzaza, tuve el honor de compartir una mirada crítica y afectiva sobre la historia, el presente y los desafíos que aún marcan la vida cotidiana de esta parroquia emblemática del cantón Zamora, en la provincia de Zamora Chinchipe.
La parroquia Guadalupe, cantón Zamora, provincia de Zamora Chinchip, fue creada por ordenanza municipal el 27 de abril de 1967; su parroquialización aparece publicada en el Registro Oficial Nº 262 con fecha 28 de noviembre de 1967.
“Guadalupe es tierra de hombres y mujeres trabajadores, una parroquia que abre sus puertas a propios y extraños y que festeja con orgullo su aniversario”
Infraestructura: avances valiosos, deudas pendientes
Hablar del desarrollo de Guadalupe implica también hablar de las rutas que la conectan con el resto de la provincia. Sus 58 años de vida administrativa han sido testigos de esfuerzos importantes, pero también de postergaciones que hoy se vuelven insostenibles.
Uno de los temas más urgentes es el estado crítico de la vía La Saquea – Muchime, cuyos tramos presentan deterioro y compromete la seguridad de los usuarios. Cunetas colapsadas de maleza, baches constantes y tramos en riesgo exigen un mantenimiento inmediato, responsabilidad que recae a la prefectura. A esto se suman los parques olvidados, espacios que deberían ser el corazón social de los barrios, pero que hoy permanecen descuidados, pues, hacemos un llamado al municipio a ser mas eficientes. La deficiente recolección de basura, que llega después de varios días o semanas, generando focos de insalubridad, mala imagen urbana y aumento del mosquito en depósitos improvisados. Una realidad que afecta especialmente a los niños y que contradice el derecho comunitario a vivir en entornos dignos.

El proyecto de asfaltado La Saquea – Guaguayme Bajo – Guaguayme Alto, obra vital para seis barrios ubicados aguas arriba del río Yacuambi, es otro ejemplo claro de una deuda que debe saldarse. Esta intervención de 5 km, ejecutada bajo modalidad de administración directa, que inició en julio de 2024 debía estar concluida en 2025. Sin embargo, la obra avanza a medias.
Desde este espacio hacemos un llamado respetuoso pero firme a la prefecta de Zamora Chinchipe, Ing. Karla Reátegui, para que se cumplan los plazos y compromisos adquiridos: “Las autoridades deben cumplir los plazos anunciados. El pueblo cree en sus autoridades cuando los proyectos se culminan en el tiempo planificado.”
La consolidación de este tramo, junto con el segundo tramo hacia Cantzama, no solo mejorará la conectividad, sino que articulará la producción, dinamizará el comercio y fortalecerá la economía de Guaguayme Bajo, San Juan, San Agustín, Guaguayme Alto, San Luis, Conchay, Cantzama Bajo y Cantzama Alto.
El pulso económico: diversidad, trabajo y necesidad de tecnificación
Guadalupe es un mosaico productivo. La labor diaria de su gente sostiene actividades tan diversas como:
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Cría de rana y tilapia en Piuntza, con impacto incluso internacional.
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Mueblerías y oficios artesanales que mantienen viva la tradición local.
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Ganadería, porcicultura y avicultura, pilares del abastecimiento rural.
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Agricultura diversificada, con yuca, plátano, caña y productos propios de la Amazonía.
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Minería, que también marca el comportamiento económico de la parroquia.
Pese a ello, la falta de tecnificación sigue siendo un límite estructural. Falta avanzar en sistemas modernos de ganadería, animales menores, invernaderos y, sobre todo, capacitación técnica continua para los productores.
Se requiere una mirada conjunta del Gobierno Provincial y del Gobierno Nacional, capaz de traducirse en políticas públicas reales, más allá de los proyectos aislados.
La salud como memoria social: la Clínica Nuestra Señora de Guadalupe
Recordé también la importancia histórica de la Clínica Nuestra Señora de Guadalupe, impulsada décadas atrás por el padre Jorge Nigsch, un espacio que llegó a ofrecer especialidades médicas a bajo costo y que convocaba pacientes desde Quito, Cuenca y otras provincias. Siendo la mayor beneficiada esta provincia.
Esta clínica fue más que un servicio: fue un motor social, un referente de organización y solidaridad. Apostar por revitalizar iniciativas de este tipo sería, hoy, una inversión no solo en salud, sino en la reactivación económica y reputacional de la parroquia.
Un mensaje para Guadalupe: identidad, trabajo y esperanza
“Felicito a todos quienes cada día hacen patria en esta tierra. Que sigamos trabajando con fuerza, aportando con nuestras ideas y nuestras manos para construir un mejor futuro para nuestros hijos. Que este Guadalupe verde y productivo siga floreciendo y llenando de oportunidades a las nuevas generaciones.”
Invito a celebrar no solo en este aniversario, sino durante todo el año, con la energía que nace del trabajo rural:
“¡Viva Guadalupe, viva nuestra gente, viva el sector productivo y viva la ruralidad y la ciudad, porque solo así seremos un cantón fuerte!”
Noticias Zamora
Hombres que Iluminan el Camino
Cada 19 de noviembre se celebra el Día Internacional del Hombre, una fecha que no busca exaltar el machismo ni destacar superioridades inexistentes, sino reconocer el valor, la misión y la responsabilidad que miles de hombres asumen silenciosamente su rol cada día. Durante años esta conmemoración pasó inadvertida, pero hoy cobra fuerza en medio de un mundo que necesita hablar de masculinidades sanas, de liderazgo responsable y de la urgencia de formar hombres íntegros, sensibles y valientes desde el hogar.
Este día nos invita a mirar al hombre con una perspectiva más humana y más profunda: no como un símbolo de dureza, sino como alguien que siente, que lucha, que carga, que protege, que ama. Nos recuerda que la verdadera hombría no se construye a golpes, sino con carácter, con respeto, con propósito y con amor.
Desde los valores bíblicos, sociales y familiares, esta celebración nos inspira a comprender lo que significa ser un hombre auténtico en tiempos donde la violencia, la indiferencia y la confusión emocional han distorsionado el ideal de masculinidad. Ser hombre (según el diseño divino y la responsabilidad humana) es iluminar el camino, no con discursos, sino con acciones; no con imposiciones, sino con ejemplo; no con fuerza bruta, sino con la fuerza del corazón.
Hoy celebramos no solo a los hombres, sino a quienes se esfuerzan por ser mejores hombres: mejores hijos, esposos, compañeros, padres, amigos, líderes y ciudadanos. Porque cuando un hombre crece, también crece su hogar, su comunidad y su país.
El Diseño Divino del Hombre: Identidad y Propósito
La Biblia presenta una visión profunda y trascendente acerca del valor y el propósito del hombre. Desde el inicio de la creación, Dios establece que el hombre fue hecho a su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Este detalle no es casual ni simbólico: significa dignidad inherente, capacidad moral, creatividad y una responsabilidad espiritual única.
Dios confía al hombre la tarea de cultivar y cuidar la tierra (Génesis 2:15), lo que muestra que su labor no se limita a trabajar, sino a proteger, preservar y administrar con sabiduría. De igual manera, la Escritura revela que el hombre está llamado a ser proveedor y guardián del hogar, dando prioridad al bienestar de su familia (1 Timoteo 5:8).
Pero la Biblia no solo define funciones; también revela el carácter que debe distinguir a un hombre conforme al corazón de Dios. Por eso enseña que el hombre debe:
- Amar a su esposa con el mismo amor sacrificial con que Cristo amó a la iglesia (Efesios 5:25).
- Mantenerse firme en la fe, actuando con valentía, integridad y responsabilidad (1 Corintios 16:13).
- Liderar con humildad y espíritu de servicio, no con imposición ni violencia, sino siguiendo el ejemplo de Cristo (Mateo 20:26).
Jesús también señala que la verdadera grandeza del hombre no se mide por su fuerza física, sino por lo que brota de su interior.
Como declara Lucas 6:45: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno… porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
Un hombre conforme a Dios es aquel que cuida su corazón, que alimenta su espíritu y que permite que su carácter sea moldeado por la Palabra. Por eso Santiago exhorta: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.”
Este llamado bíblico nos recuerda que la verdadera hombría no está definida por dominación, agresión o poder, sino por la mansedumbre, el dominio propio, el amor y la sabiduría que nacen de un corazón transformado.
Ser hombre, según Dios, es un privilegio y una responsabilidad: vivir con propósito, amar con entrega y proteger con nobleza. Es reflejar, a través de la vida diaria, el carácter de aquel que lo creó.
La Misión Sagrada del Hombre: Su Rol en la Familia y la Sociedad
El rol del hombre dentro de la familia y la sociedad no es una carga, sino una misión sagrada. Un verdadero hombre entiende que su presencia, su ejemplo y su entrega pueden transformar destinos enteros. Él no lidera desde la imposición, sino desde el corazón; no manda desde la fuerza, sino desde la responsabilidad.
En el hogar, el hombre es llamado a ser:
Guía espiritual, sembrando valores no con discursos vacíos, sino con el ejemplo vivo de su conducta.
- Proveedor responsable, que trabaja con honestidad y sacrificio, sabiendo que cada esfuerzo construye el futuro de los suyos.
- Protector emocional y físico, capaz de crear un ambiente donde la esposa y los hijos se sientan seguros, amados y en paz.
- Compañero y apoyo, presente en la crianza, en la educación y en las conversaciones que forman el corazón de los hijos.
En la sociedad, el hombre debe actuar como:
Modelo de rectitud, un referente de ética, justicia y coherencia.
- Agente de paz, que calma tormentas y evita conflictos, escogiendo la sabiduría por encima de la violencia.
- Constructor de comunidad, que aporta con su trabajo, su creatividad y su compromiso social.
Pero es importante decirlo con claridad: La agresión jamás es un acto de valentía. El hombre que levanta la mano contra una mujer revela su miedo, su cobardía y su incapacidad de gobernarse a sí mismo. Quien de verdad es valiente no lastima; edifica. No destruye; protege. No humilla; impulsa. Los hombres valientes: trabajan duro para sacar adelante a su familia, protegen a su esposa y a sus hijos “con uñas y dientes”, educan para que la siguiente generación viva mejor, se esfuerzan por equivocarse lo menos posible, enseñan amor a Dios, amor al deporte, amor al trabajo y lo más importante: nunca abandonan a los suyos.
Si un día uno de sus hijos, su esposa o un hermano se hunde en el mar turbulento de la vida, el hombre valiente no mira desde la orilla: entra al agua, sostiene, carga, levanta y acompaña hasta cruzar la tormenta. Porque la verdadera valentía nunca consiste en repartir golpes ni en perder la conciencia en una botella. La verdadera valentía consiste en nutrir la mente, ablandar el corazón y templar el alma, para que nadie de los suyos se quede atrás en la travesía de la vida. Cuando el hombre cumple su propósito con integridad, la familia se fortalece, la sociedad se equilibra y el futuro de las generaciones se edifica sobre cimientos firmes.
La primera obligación del hombre es ser feliz, y la segunda, hacer felices a quienes lo rodean. Porque, como se ha dicho, “un hombre sin carácter es como un soldado sin armas”. Y también es cierto que un hombre es verdaderamente rico no por lo que guarda en los bolsillos, sino por los brazos que lo abrazan cuando llega a casa.
Ese es el verdadero legado de un hombre: dejar huellas en corazones, no en el suelo.
El Poder de Pensar Bien de Ti
Todo hombre necesita pensar bien de sí mismo. No desde la soberbia, sino desde la conciencia de su valor, de su dignidad y de la imagen de Dios que lleva dentro. Lo peor que le puede ocurrir a un hombre no es fracasar, cometer errores o tropezar en la vida; lo verdaderamente grave es permitir que su mente se llene de pensamientos que lo empequeñecen, que lo desprecian y que lo hacen creer que no es suficiente.
David Fischman cuenta en El Espejo del Líder la historia de un rey que, enfermo y desesperado, pidió a un sabio que lo sanara. El gurú le dijo que se curaría cuando lograra ver “todo azul”. El rey, sin comprender la enseñanza, ordenó pintar su reino entero de ese color: casas, campos, vestidos y hasta la ropa de sus súbditos.
Meses después, el gurú regresó y fue obligado a ponerse un traje azul para poder entrar al palacio. Al ver al rey, le dijo con claridad:
“Su Majestad, yo jamás le pedí que cambiara la creación de Dios. Le pedí que cambiara la forma en que la mira. Usted no tenía que pintar el mundo: solo necesitaba ponerse unos lentes azules”.
Esta historia refleja la realidad de muchos hombres:
Nos esforzamos por cambiarlo todo (personas, situaciones, circunstancias), cuando el verdadero cambio debe empezar dentro de nosotros. Queremos modificar el mundo externo sin transformar primero la mirada interna.
Pero la vida cambia cuando cambiamos nuestra perspectiva. La conducta se transforma cuando primero cambiamos el pensamiento. Y el mundo se ilumina cuando el hombre aprende a mirar con ojos nuevos.
Hoy es un buen día para ponerte “lentes azules”: lentes llenos de confianza, esperanza, fe y autoestima. Cuando empiezas a creer en tu propio valor, te das permiso para crecer, para sanar y para avanzar. Entonces, y solo entonces, podrás apreciar la belleza de la vida y también la belleza que Dios depositó en ti.
Porque, al final, el hombre más poderoso no es el que domina tierras ni dirige multitudes, sino el que es dueño de sí mismo, como dijo Virgilio.
El que ha conquistado su mente, ha conquistado su mundo. El que se mira con respeto, caminará con propósito. El que se valora, construirá. El que se acepta, se transformará.
¿Qué es el verdadero significado de un hombre valiente?
Un hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino quien actúa con rectitud a pesar del miedo. La valentía se refleja en actitudes diarias:
- Reconocer errores y pedir perdón.
- Levantarse después de las caídas.
- Proteger a su familia con amor, no con agresión.
- Tomar decisiones difíciles con sabiduría.
- Ser firme en sus valores aun cuando otros no lo son.
De acuerdo con la Biblia, “esforzarse y ser valiente” (Josué 1:9) significa confiar en Dios, enfrentar desafíos con fe y mantener un corazón humilde. La verdadera valentía es moral, emocional y espiritual. La soberanía de un hombre está oculta en su conocimiento.
El Niño que Formamos Hoy, Será el Hombre que Sostendrá el Mañana
Formar bien a un hombre desde la familia no es una tarea secundaria; es una prioridad absoluta. La manera en que un niño es educado, amado, disciplinado y acompañado define la clase de hombre en la que ese niño se convertirá. Todo hombre adulto fue alguna vez un pequeño que necesitaba guía, afirmación, afecto y dirección.
Cuando un niño crece escuchando palabras que afirman su valor, recibiendo límites que moldean su carácter y viendo ejemplos que lo inspiran, ese niño desarrolla raíces profundas que lo sostendrán en la vida adulta. Pero cuando se le cría sin orientación, sin afecto o sin presencia paterna, queda vulnerable a la inseguridad, la violencia, la impulsividad y la confusión emocional.
Cuando la familia invierte tiempo en la formación emocional, espiritual y moral de un niño varón, está construyendo mucho más que un individuo: está edificando un futuro, un hogar, una sociedad.
Cada hombre bien formado se convierte en un pilar que sostiene, protege y transforma su entorno.
Porque el progreso de un país no depende solo de sus instituciones, sino de los hombres y las mujeres que lo habitan; y un hombre formado con valores es una de las mayores riquezas que una familia puede entregar al mundo.
Mensaje por el día del hombre
Este, 19 de noviembre, celebramos el Día Internacional del Hombre, reconocemos a todos aquellos que, con esfuerzo silencioso y amor profundo, se levantan cada día para ser mejores. Ser hombre no significa gritar, imponer o aparentar dureza; significa mirar hacia adentro, dominar el propio carácter y liderar con el ejemplo.
El verdadero hombre es quien visualiza el futuro de los suyos, los educa con sabiduría, trabaja con honestidad para sostener su hogar y demuestra su valentía no levantando la mano, sino levantando el corazón. La fuerza auténtica nunca humilla; inspira. Nunca hiere; protege. Nunca controla; acompaña.
A los hombres valientes que eligen caminar en la luz del altruismo y no en la sombra del egoísmo: a los que cargan, sostienen, enseñan y abrazan; a los que reconocen sus errores y deciden cambiar; a los que jamás abandonan a los suyos y luchan por ser mejores cada día…
hoy les honramos. Quizás la vida no les dio facilidades. Muchos crecieron luchando desde niños para salir adelante. Pero esa lucha los formó, los templó y los convirtió en pilares para su familia y su comunidad. Por eso, más que felicitarlos, los reconocemos. Porque el mundo necesita hombres que construyen, que aman con ternura, que protegen sin violencia, que inspiran con su ejemplo y que transforman con su bondad.
Y que esta celebración sea también un recordatorio necesario: que el primer ramo de flores que recibamos no sea en la tumba. Valoremos, respetemos y agradezcamos a los hombres buenos mientras están aquí, mientras luchan, mientras aman, mientras se esfuerzan.
A todos los hombres que cada día buscan ser mejores hijos, esposos, padres, hermanos, amigos, trabajadores, jefes y ciudadanos:
¡Feliz Día Internacional del Hombre!
Que nunca se apague tu valentía, tu nobleza ni tu deseo de crecer. Porque cuando tú creces, también crece tu familia, tu comunidad y tu país.
Conclusión
El Día Internacional del Hombre, celebrado cada 19 de noviembre en Ecuador y en muchas partes del mundo, no es solo una fecha en el calendario: es un recordatorio de la enorme responsabilidad y del precioso privilegio que implica ser hombre en la familia y en la sociedad. Es un llamado a honrar a aquellos que, guiados por principios bíblicos y valores trascendentes, eligen caminar con rectitud aun cuando nadie los aplauda y levantarse aun cuando la vida parece pesar demasiado.
En tiempos donde la violencia, el abandono y la confusión emocional afectan a tantas familias, el mundo necesita hombres que conozcan su identidad, que vivan con propósito, que amen con valentía y que lideren con humildad. Hombres que no teman sentir ni sanar; que no teman proteger sin dominar; que no teman amar sin condiciones. Hombres que entiendan que su fuerza más grande no está en sus manos, sino en su corazón y en su carácter.
La formación de un hombre comienza en su hogar, pero su influencia no termina allí: se extiende a su comunidad, a su trabajo, a sus relaciones interpersonales y, finalmente, al país que ayuda a construir. Un hombre bien formado es un puente hacia un futuro más justo, más pacífico y más humano.
Por eso, celebrar a los hombres es también reafirmar nuestro compromiso de acompañarlos, valorarlos y animarlos a crecer cada día.
Que esta fecha nos inspire a seguir formando hombres con sensibilidad y firmeza, con determinación y ternura, con fe y con coraje. Hombres que iluminan caminos no por obligación, sino por convicción; no por apariencia, sino por esencia. Hombres que dejan huellas en el corazón, no cicatrices en el alma. Hombres que muestran, con su vida, que la verdadera grandeza se construye con amor, sacrificio y nobleza.
Porque cuando un hombre crece, su familia florece, su comunidad se fortalece y su país se eleva.
Y cuando un hombre vive conforme al propósito para el cual fue creado, su luz es capaz de alumbrar generaciones enteras.
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