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Alias Fito y su futuro en EE. UU.: ¿hablar a cambio de beneficios judiciales?

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La primera audiencia de alias Fito en Nueva York, se celebró en la sala 2A Sur del Tribunal Federal de Brooklyn. La operación es parte del plan “Take back America” (Recupere América), una estrategia del Departamento de Justicia de EE.UU. para desarticular redes criminales que, como la de José Adolfo Macías Villamar, no conocen fronteras.

Por más temido que sea en su país, cuando un capo cruza la frontera judicial hacia Estados Unidos, se enfrenta a un sistema que no improvisa. Allá no hay espacio para que prospere el caos procesal, los “errores de forma” u otras leguleyadas criollas.

Hay reglas claras, tiempos marcados y, sobre todo, una estructura pensada para conseguir un solo resultado: que el acusado colabore. El caso de alias Fito, el primero tras una reforma constitucional aprobada en referéndum, es una oportunidad para entender cómo funciona el aparato judicial federal estadounidense y por qué colaborar con la justicia suele ser, más que una opción, una necesidad.

Sin fianza y bajo presión

Todo comenzó con la lectura de cargos, al día siguiente de su aterrizaje en Long Island. Inicialmente se declaró no culpable, como casi todos lo hacen en esa fase previa. A continuación y a pedido del abogado defensor, que solicitó la fijación de una fianza para que se defienda en libertad, la jueza decidió mantenerlo bajo custodia.

La regla tácita es simple: si es extranjero y ha huido antes, no hay fianza. Así “Fito” fue declarado “riesgo extraordinario” y peligroso para la sociedad estadounidense.

Lo que continúa es la fase de descubrimiento de pruebas (discovery), en la que la Fiscalía entrega al abogado defensor todo el material probatorio que tenga: audios, videos, documentos, chats, testimonios de informantes, y mucho más.

Es una etapa que puede tomar varios meses. En paralelo, la defensa presenta mociones preliminares para tratar de anular pruebas o debilitar la acusación. De hecho, Alexei Schacht, el abogado de Macías, adelantó que no pueden acusar a su cliente de traficar armas en Estados Unidos cuando esta es la primera vez que él pisa territorio norteamericano.

Schacht es conocido por haber defendido a varios narcotraficantes colombianos y por su experiencia en crimen transnacional. Sin embargo, los expertos dicen que, cuando se trata de mafias internacionales, esos “cantos de sirena”, rara vez prosperan.

La única salida es hablar

Si no hay acuerdo entre las partes, se nombra un jurado y se inicia el juicio propiamente dicho. Pero eso ocurre en uno de cada 10 de estos casos. En el 90 por ciento restante, los acusados terminan aceptando algún tipo de acuerdo de culpabilidad.

Mientras en el Ecuador un juez puede sentenciar con un amplio margen de discrecionalidad, en Estados Unidos, las leyes federales imponen penas mínimas que ni el juez puede reducir… a menos que el acusado realmente coopere.

En el caso de “Fito”, los cargos lo llevarían a una sentencia mínima obligatoria de 20 años y una máxima de cadena perpetua. Lo que sí deberá considerar el juez, o la jueza que lleve la causa, es que para que Ecuador aprobara la extradición, el gobierno de Estados Unidos prometió por vía diplomática que no se le aplicará ni la pena de muerte ni una sentencia de por vida. Eso se solicitó porque aquí no existe ese tipo de condenas.

Y aunque esa cláusula humanitaria no obliga formalmente al juez, dicen los entendidos que es casi siempre respetada. Si las cosas van así, “Fito” esperaría una condena de entre 30 y 50 años… a menos que coopere sustancialmente.

En el sistema estadounidense, “cooperación sustancial” no es sinónimo de solo aceptar los cargos. “Es dar información que permita enjuiciar o capturar a otros delincuentes”. Y no a cualquiera: los fiscales quieren peces más gordos.

En el caso de “Fito”, eso significa ofrecer nombres, rutas, contactos y estructuras que vinculen a Los Choneros con el Cártel de Sinaloa, con mafias colombianas y/o con redes de narcotráfico internacional.

Y, mejor aún si poseyera información relevante de otras organizaciones criminales que estén en el radar de los Estados Unidos.

Solo si esa colaboración es valiosa, el Fiscal puede apelar a una norma que se aplica antes de la sentencia o, a otra que se aplica incluso después, para reducir años -o décadas- tras las rejas. De esto último sí hay precedentes como el de Carlos Lehder, fundador del Cártel de Medellín.

Visto todo esto, “Fito” tiene una gran ficha para jugar en la negociación: Aportar con “inteligencia criminal de alto nivel”. La verdadera sentencia no se dicta en el estrado… sino en la sala donde se negocia. Si lo hace quizás pueda volver a Manta, a recoger sus pasos, cuando ya haya entrado de lleno a la tercera edad.

La clave está en el grado de colaboración

  • El Chapo: castigo máximo

Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”, fue el líder más célebre del Cártel de Sinaloa y un maestro del escape: se fugó dos veces de prisiones mexicanas, una de ellas a través de un túnel de 1,5 kilómetros. Su última captura ocurrió tras un operativo que incluyó intervenciones telefónicas y seguimiento a su círculo cercano. Fue extraditado a Estados Unidos en enero de 2017.

Allí, lejos de buscar un acuerdo, optó por ir a juicio. Fue declarado culpable de 10 cargos, incluyendo narcotráfico, lavado de dinero y crimen organizado, y condenado a cadena perpetua más 30 años sin posibilidad de libertad condicional. Su caso es símbolo de castigo implacable.

  • Rodríguez Orejuela: capitulación financiera

Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, fundadores del Cártel de Cali, fueron detenidos en Colombia en 1995 y extraditados años después a EE.UU.

Enfrentaban múltiples cargos por tráfico de cocaína y lavado de activos. Optaron por negociar: se declararon culpables, entregaron 29 propiedades en varios países, aceptaron una condena de 30 años y se comprometieron con reparaciones económicas a sus víctimas.

Su estrategia priorizó la protección de sus familias. A diferencia de otros capos, su caso demuestra que se puede negociar sin delatar. Gilberto, el mayor de los hermanos, murió de COVID-19 a los 83 años, en una prisión de Carolina del Norte.

  • “Otoniel”: acuerdo pragmático

Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, fue líder del Clan del Golfo, una de las mafias más violentas y estructuradas de Colombia. Tras su captura en 2021 y extradición en 2022, se declaró culpable de liderar una organización criminal dedicada al narcotráfico, extorsión y asesinatos.

Fue sentenciado en EE.UU. a 45 años de prisión, una pena dura pero menor a la cadena perpetua que habría enfrentado en un juicio. Aunque no se conocen mayores detalles sobre su nivel de colaboración, se presume que hubo un acuerdo tácito que incluyó información operativa.

Su condena buscó marcar un precedente disuasivo para otras mafias regionales.

  • Lehder: cooperación total

Carlos Lehder, cofundador del Cártel de Medellín y aliado de Pablo Escobar, fue capturado en 1987 y extraditado a Estados Unidos. Recibió inicialmente cadena perpetua más 135 años por tráfico de cocaína y crimen organizado.

Sin embargo, se convirtió en testigo clave del gobierno estadounidense, colaborando en casos contra el cártel y testificando incluso en el juicio contra el dictador panameño Manuel Noriega. Su sentencia fue reducida drásticamente y, tras más de tres décadas preso, fue liberado en 2020.

Vivió en Alemania y, en marzo de 2025, regresó a Colombia a los 75 años. Su historia ejemplifica la fuerza del canje judicial.

Una jueza experta en capos

Alias Fito fue escuchado, el 21 de julio, por una jueza que no necesita presentación enlos pasillos del Poder Judicial de Estados Unidos. Se trata de Vera M. Scanlon, magistrada del Tribunal del Distrito Este de Nueva York, especializada -y curtida- en procesos de alto perfil vinculados al crimen or- ganizado internacional.

En esa misma corte y ante esa misma jueza se sentaron antes Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, líder del Clan del Golfo, y Martín Leonel Pérez Castro, alias “Richard”, excomandante de las FARC. Ambos fueron extraditados desde Colombia y procesados por dirigir redes transnacionales de narcotráfico que, además, financiaban es- tructuras armadas ilegales.

Scanlon también estampó su firma en la orden de captura contra Salvador Cienfuegos, exsecretario de Defensa de México, por sus pre- suntos vínculos con el cártel H-2. En otro caso, juzgó a Yamil Abreu Navarro, acusado de im- portar muchos kilos de heroína a Nueva York con apoyo del Cártel de Sinaloa. También ha presidido procesos contra una mafia neoyorquina, como el de 11 miembros de la familia Colombo, detenidos por extorsión, amaño de partidos deportivos y violencia organizada.

Aunque aún no se ha confirmado si Scanlon seguirá al frente del pro- ceso de alias “Fito” o solo participará en las audiencias iniciales, su historial anticipa que no le tiembla el pulso ante acusados con expedientes tan densos como violentos.

Nacida en Brooklyn, Scalon estudió Historia en Columbia College, donde también fue voluntaria en un comedor comunitario. Como abo- gada se graduó en la Universidad de Yale, alma mater que cuenta con una de las mejores facultades de Derecho del mundo.

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Un año del caso Malvinas: Familias esperan justicia tras contradicciones de los implicados

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Ha pasado un año y nadie sabe o se atreve a decir la verdad completa. Hay versiones a medias y versiones contradictorias. Ninguno de los cuatro chicos de Las Malvinas está aquí para contar cómo, después de un partido de fútbol entre amigos, la noche del 8 de diciembre de 2024, fueron detenidos por una patrulla militar en Guayaquil. Los militares los golpearon, los torturaron y los abandonaron a su suerte en un lugar rural de Taura, heridos y desnudos. Josué, Ismael, Nehemías y Steven no vivieron para contarlo, pero esto se demostró en las audiencias del caso “Malvinas”. Hay videos grabados por los propios militares que lo corroboran.

Tres semanas después de la desaparición, sus cuerpos fueron hallados: calcinados, cercenados, sin órganos. ¿Quién se hace responsable? Las familias piden justicia y ruegan para que ningún padre o madre tenga que vivir la angustia de la que han sido víctimas, mucho menos la indolencia del Estado que no les dio respuestas a tiempo.

Durante la primera semana de la desaparición, aunque los padres ya estaban en contacto con agentes de la Unase, para investigar el hecho, nadie les confirmó que los militares se habían llevado a sus hijos. Entre el 14 y el 17 de diciembre el caso saltó a la prensa: se hablaba de que sujetos vestidos de militares secuestraron a los chicos, lo que se confirmó por esos mismos días, cuando se filtraron los videos de las cámaras de seguridad, en las que se veía como los militares subían a Josué, Ismael, Nehemías y Steven a dos camionetas.

Mientras tanto, los militares implicados ya habían organizado un chat grupal al día siguiente para acordar una sola versión. En las audiencias, el sargento Nelson S. Z. indicó que el 10 de diciembre del 2024, dos días después de la desaparición, el subteniente John Henry Z. E., a cargo de las patrullas, contó que un general y tres coroneles le ordenaron borrar un video con agresiones “porque el caso sería todavía más polémico de lo que ya era”.

Para el 19 de diciembre, con toda la presión encima, FF.AA. emitió un comunicado en el que decía que colaboraría con todas las investigaciones. No reconocía que los militares se llevaron a los chicos. Para el 21 de diciembre, el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, emitió un mensaje: responsabilizaba a grupos criminales de la desaparición y decía que querer responsabilizar a las FF.AA. por una supuesta desaparición forzada era hacerle el juego al crimen organizado.

$!Momento en que militares detienen a los niños de Las Malvinas.

DESAPARICIÓN FORZADA

Pero no era supuesta: fue una desaparición forzada y así lo determinó Fiscalía en su acusación. De hecho, el lunes 8 de diciembre, el Ministerio Público pidió 34 años de prisión para algunos de los 17 militares implicados.

Previamente, el soldado Álex Xavier Q. A., quien se sometió al procedimiento de cooperación eficaz, pidió disculpas a las familias de los chicos y aceptó haber encubierto información por temor a represalias de sus superiores.

No obstante, otros procesados mantienen la versión de que arrestaron a los chicos porque les proporcionaron información de que habían sido partícipes de un robo, y que no los agredieron y los liberaron sanos y salvos.

Con estas versiones a medias y contradictorias, dependerá del tribunal a cargo del caso, esclarecer la verdad en función de las pruebas presentadas. La Fiscalía no ha encontrado ningún indicio de que los menores hayan cometido un acto ilícito, según comentó Abraham Aguirre, abogado de las familias de las víctimas. Es más, Moisés L., uno de los cuatro soldados que cooperaron con la justicia, aseguró que un vendedor de agua les dijo que eran otras personas las que estaban asaltando.

En lo que coinciden todos los militares es que dejaron a los chicos, sanos o golpeados. Nadie sabe qué pasó después: hay una investigación a parte por ese caso y se presume que una banda los asesinó.

Ellos (los militares) sabían que era un sector de alta conflictividad inclusive en el juicio se mencionó a un reconocido Grupo de Delincuencia Organizada (GDO), que opera en ese sector, por lo que el ‘sanos y salvos’ no se cumplió”, subrayó Aguirre al cuestionar que las patrullas dejaran abandonados a los chicos a su suerte en Taura.

$!Los cuatro niños de Las Malvinas.

LO QUE SALIÓ A LA LUZ EN EL JUICIO

Tras la conmoción que generó el caso, la primera defensa de los militares aseguraba en varias entrevistas que los implicados colaboraron desde el principio de las investigaciones. Sin embargo, el proceso judicial ha evidenciado lo contrario.

Por ejemplo, un oficial ordenó a los soldados que eliminaran videos comprometedores, pero uno de ellos ya había enviado un clip a su hermana porque “las cosas se estaban saliendo de control”. Ese material luego se convirtió en una de las piezas clave, ya que en el video se escuchan frases como “ya llegamos al lugar donde van a morir” o “agradece que no te disparo”.

Así mismo, los 16 implicados tenían un chat para coordinar su defensa e incluso hubo discordia entre los integrantes del grupo por la información que iban a dar en primera instancia. Durante el juicio el soldado Christian A., el último cooperador eficaz que rindió versión, también contó que todos “acordaron lo que iban a decir” a tal punto que su primera versión escrita fue “copia y pega” del texto de otro compañero, cambiando solo un “par de palabras”. Esto bajo el argumento del “espíritu de cuerpo”.

No obstante, otro grupo de procesados han rechazado este tipo de acusaciones. El subteniente John Henry Z. E., principal señalado como presunto autor de desaparición forzada, aseguró que los colabores de Fiscalía fabricaron historias para obtener beneficios penitenciarios. Además, rechazó que haya ejecutado agresiones y disparos, indicando que todas las municiones se entregaron sin faltantes.

En su testimonio también señaló a los miembros de bandas criminales como los responsables de la desaparición y asesinato de lo cuatro menores. “Señor fiscal, por qué no se investiga. Los verdaderos responsables siguen afuera, quizás riéndose de lo sucedido”, acotó.

Él y al menos otros cuatro uniformados también coinciden en que el objetivo inicial era llevar a las víctimas a una UPC de Virgen de Fátima, pero en el camino se desviaron tras una alerta de desmanes en un night club. Por otro lado, los cooperadores han manifestado que no sabían el destino exacto o incluso que el subteniente quería llevarlos a una fosa, algo que él ha negado.

$!Reconstrucción de los hechos.

ERROR DE PROCEDIMIENTO

Independientemente de las versiones irreconciliables de cada grupo de militares implicados, el general Wagner Bravo, exsecretario de Seguridad Pública y del Estado, explica que hay un evidente error de procedimiento por parte de la patrulla.

“Tenían que haber esperado en el lugar hasta que lleguen agentes policiales porque ellos son los que deben detener a las personas en un acto delictivo, esa no es función de los militares, es un trabajo complementario con la Policía”, indicó el exfuncionario.

Agrega que el concepto de espíritu de cuerpo, que algunos implicados nombraron en sus testimonios, se ha “distorsionado” porque originalmente se refiere a ayudarse entre soldados en situaciones de peligro, pero eso no quiere decir que ante una irregularidad se trate de construir una historia o decir mentiras.

Sobre el argumento de los acusados de que no podían desacatar órdenes de su superior, en este caso del subteniente, líder de la patrulla, Wagner Bravo aclara que las jerarquías funcionan en el marco de una orden militar para un trabajo profesional.

“Pero en el caso de una inconducta, ahora con aspecto legal, ellos sí podrían haber dicho: ‘Mi subteniente, no creo que esté bien porque estamos cometiendo una inconducta’. Inclusive eso también es espíritu de cuerpo, decir: ‘Oigan, no está bien’ y, si no me hacen caso porque soy de menor rango, por lo menos queda la constancia de que expresé mi postura”.

Bravo reconoce que el caso Malvinas sí ha golpeado la imagen de las Fuerzas Armadas y la institución debe tomarlo como una lección para fortalecer la preparación de soldados tanto a nivel táctico como en la parte legal de las normas que los rigen.

$!Reconstrucción de los hechos.

LAS CONTRADICCIONES DEL GOBIERNO

En diciembre del 2024, cuando se conoció la desaparición de los cuatro menores de Guayaquil, las principales autoridades emitieron declaraciones confusas. Por un lado, el ministro de Defensa, Giancarlo Loffredo, manifestó que las víctimas fueron detenidas porque “estaban presuntamente robándole a una mujer”. Mientras que el presidente Daniel Noboa dijo que “no se va a encubrir a nadie” e incluso sugirió “que los cuatro chicos sean considerados como héroes nacionales”.

En enero del 2025, Loffredo fue obligado por una jueza a pedir disculpas públicas en cadena nacional, pero en su mensaje también advirtió que llegará “hasta las últimas consecuencias” para que la magistrada sea sancionada. Además, dijo que se estaba usando “una narrativa de derechos humanos como instrumento de persecución política”.

Tras estas y otras breves declaraciones de Loffredo bajo la misma narrativa, el Gobierno no volvió a pronunciarse sobre el caso. Incluso ahora que cuatro militares han pedido disculpas y reconocido irregularidades en la captura de los menores, las autoridades han mantenido un absoluto silencio. Vistazo pidió una reacción al Ministerio de Defensa, pero hasta el cierre de esta nota no ha existido una respuesta.

Jean Paul Pinto, experto en seguridad y defensa, considera que desde el Gobierno se trató de “defender lo indefendible y un año después nos damos cuenta que hubo un mal protocolo, que terminó con la muerte de los niños”, aunque aún no se ha determinado quién ordenó el asesinato, ya que todos los militares han insistido en no conocer detalles de lo que sucedió después del abandonarlos.

Califica la actitud del ministro Loffredo como “desafiante”, cuando más bien cabía unas disculpas y acciones concretas para evitar la repetición de este tipo de hechos.

“Hasta ahora no hay claridad sobre los correctivos que se han tomado, si es que se está trabajando en manuales o reforzando el entrenamiento. Un año después esa es la gran deuda”.

Asimismo, Pinto cree que el caso deja en evidencia que “no es una buena idea” que los militares intervengan en temas de seguridad pública “porque las consecuencias pueden ser graves tanto para los ciudadanos como para la propia institución”. Por ello, indica que las intervenciones militares deben ser en temas específicos, que respondan al entrenamiento que han recibido.

$!Disculpas públicas del ministro de Defensa.

GARANTÍA DE NO REPETICIÓN

Abraham Aguirre, abogado de las familias de las víctimas e integrante del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), señaló que desde el Gobierno recibieron comentarios “lacerantes, estigmatizantes y peyorativos”.

Además, recordó que la exministra del Interior, Mónica Palencia y el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredoapelaron el habeas corpus con el que una jueza dispuso que el caso sea tratado como desaparición forzada, logrando que se revoque la sentencia.

Ante estas actitudes, la defensa ha interpuesto una acción extraordinaria de protección en la Corte Constitucional en contra del tribunal de la Corte Provincial de Justicia del Guayas, que revocó el habeas corpus.

Aguirre comentó que el objetivo no solo es poner en evidencia la actitud de la Corte, sino también que los Ministerios del Interior y Defensa asuman su responsabilidad. “Queremos una garantía de no repetición”.

Mientras tanto, en Quito se lleva a cabo una segunda investigación por el presunto delito de secuestro con resultado de muerte, la cual determinará a los autores materiales e intelectuales del asesinato de los cuatro menores de Las Malvinas.

Las indagaciones aún siguen en reserva y se desconoce detalles tras casi un año de la desaparición. No obstante, Aguirre avanzó que los militares también podrían ser procesados en esta causa “al ser servidores públicos que debían precautelar por la seguridad de las víctimas, teniendo en cuenta que eran de un grupo prioritario”.

Durante el proceso judicial un hombre, identificado como Luigi V., aseguró en una primera versión que alias ‘Momo’, un líder local de la banda criminal ‘Los Lobos’, que opera en Taura, dio la orden para asesinar a los menores e incluso especificó los apodos de emisarios del cabecilla delictivo.

Sin embargo, el presunto testigo desapareció y no rindió testimonio anticipado, aunque la investigación policial iría encaminada en una teoría similar. En la doceava sesión del juicio, el mayor de Policía, Edwin Sánchez, expuso el contenido de su informe preliminar, de diciembre del 2024, en el que señaló a ‘Momo’ y otros dos integrantes de ‘Las Águilas’ como presuntos autores materiales del crimen.

De hecho, en el celular de ‘Momo’, explotado en el marco de un proceso por el delito de tenencia y tráfico de armas por el cual fue recapturado en marzo del 2025, se encontró una foto de un hombre con un supuesto uniforme junto a una persona sin camiseta y en pantaloneta. También, se conoció que el criminal estaba pendiente del caso Malvinas, ya que tenía publicaciones de medios de comunicación sobre el tema. Fuente: Vistazo

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Lundin Gold lidera el sector minero e ingresa por primera vez al top 100 de reputación corporativa de MERCO en el Ecuador

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Lundin Gold, empresa canadiense operadora de Fruta del Norte, ingresó por primera vez al top 100 del ranking Merco de empresas con mejor reputación del Ecuador en su primera década de presencia en el país. Además, alcanzó el primer lugar en el sector minero, un doble hito que consolida su liderazgo en la industria y evidencia la madurez de un modelo de gestión alineado con estándares de transparencia, responsabilidad y excelencia. Merco evalúa, a través de una rigurosa metodología, la percepción de líderes empresariales, analistas, periodistas especializados, academia, ONG, consumidores y otros grupos de interés, lo que refuerza la legitimidad y alcance de este resultado.

“Figurar en el top 100 de este ranking con solo seis años de operaciones en el país es un logro especialmente significativo considerando el modelo Business to Business de nuestro giro de negocio. Este resultado en Ecuador es reflejo de nuestra sólida Estrategia de Sostenibilidad y de los impactos positivos que ha generado de manera consistente a lo largo de los años. Esta Estrategia está construida sobre una serie de alianzas que permite que nuestros grupos de interés conozcan a fondo la forma en la que trabajamos.”, señaló Juan José Herrera, director de Sostenibilidad de Negocios de Lundin Gold.

La presencia de Lundin Gold en este reconocido monitor internacional demuestra la coherencia entre su desempeño operacional, su filosofía corporativa y su Estrategia de Sostenibilidad.

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“Defensa jurídica desmonta denuncias y advierte: la remoción de concejales en Morona carece de sustento legal”

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Morona, Santiago — En una entrevista en un medio digital de Macas, la abogada Mónica Jaramillo, especialista en derecho electoral y defensa técnica de autoridades locales, informó a la ciudadanía sobre el proceso de remoción que enfrentan la vicealcaldesa y tres concejales del cantón Morona. El caso, activado a partir de denuncias ciudadanas y una acusación de supuesta arrogación de funciones en territorio perteneciente al cantón Sevilla Don Bosco, ha generado amplias reacciones en la provincia.

Según explicó la abogada Jaramillo, las denuncias que buscan la remoción de las autoridades municipales no fueron presentadas por el exconsejero destituido Juan Escobar Guarderas, como se ha difundido públicamente, sino por Jorge Paucar Heredia y por el GAD Municipal de Sevilla Don Bosco, en tres acciones distintas:

  • Una contra los tres concejales.

  • Otra contra la vicealcaldesa y los concejales.

  • Y una tercera exclusivamente contra la vicealcaldesa.

El eje de las denuncias se basa en varias resoluciones adoptadas por el Concejo Municipal en noviembre de 2025, entre ellas, las resoluciones 9.16, 9.20 y 9.27— relacionadas con cupos y regulación de taxis en el cantón Morona.

Un proceso con tintes políticos y vicios de procedimiento

La defensa sostiene que el proceso presenta vicios sustanciales, especialmente en la convocatoria a la Comisión de Mesa, las excusas presentadas, la principalización de vocales, y elementos de procedimiento que son obligatorios conforme al artículo 336 del COTAD.

Jaramillo recordó que el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) ha sido claro en varias absoluciones de consulta entre 2023 y 2025: la mayoría de procesos de remoción en el país no han prosperado por fallas procedimentales y por su evidente carácter político.

“Macas es la nueva víctima de una narrativa de conmoción”

La abogada cuestionó la presencia en el cantón del exconsejero Guarderas, a quien señaló por “vender humo” y generar una narrativa que confunde a la ciudadanía, sin tener legitimidad ni participación formal en las denuncias.

“Una persona que no pertenece al cantón ni eligió a las autoridades no puede venir a imponer una agenda política. La remoción debe basarse en hechos verificables, no en espectáculos mediáticos”, afirmó.

Requisitos para la remoción y votación necesaria

Jaramillo precisó que la remoción no es lo mismo que una destitución y que únicamente puede concretarse mediante:

  • Una denuncia ciudadana debidamente fundamentada y reconocida ante notario.

  • La tramitación del proceso por parte de la Secretaría del Concejo Municipal y la Comisión de Mesa.

  • La votación del Concejo Municipal, que requiere las dos terceras partes, es decir, cuatro votos.

En caso de que el Concejo apruebe la remoción, la abogada informó que se recurrirá al Tribunal Contencioso Electoral para solicitar una absolución de consulta, mecanismo que ha revertido múltiples decisiones en el país por incumplir garantías y solemnidades legales.

Expectativa jurídica

“Honesta y jurídicamente esperamos que estas denuncias no pasen de la Comisión de Mesa y sean archivadas. Si llegaran al pleno, sustentaremos con pruebas que no existe incumplimiento de funciones”, declaró.

Llamado a la ciudadanía

Para finalizar, Jaramillo exhortó a la comunidad a informarse con rigor jurídico y a no permitir que intereses externos afecten la institucionalidad del cantón:

“La remoción es un mecanismo ciudadano que debe ejercerse con legitimidad, fundamentos técnicos y responsabilidad democrática. Cuando hay tintes políticos y no bases jurídicas, estos procesos no prosperan y solo generan inestabilidad en la gestión pública.”

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