Nacionales
Expediente El Rodeo: Jueces al banquillo por rebajas y extorsiones

Una red que extorsionaba presos para liberarlos fue desmantelada en 2019; cuatro jueces de Manabí fueron investigados por este entramado. Las evidencias inculpaban a dos de ellos, pero solo uno fue sentenciado a seis años de prisión con cuatro implicados más; todos están libres. El otro juzgador fue exculpado porque el fiscal no lo acusó, en medio de duros cuestionamientos a su decisión.
Omar Orellana aún era juez de garantías penitenciarias cuando se descubrió que también integraba una red que extorsionaba a reclusos en las cárceles El Rodeo y Bahía de Caráquez, en la provincia de Manabí. Otros tres jueces fueron investigados por posibles vínculos con esta organización: Banny Molina, Jhandry Sabando y Javier López.
Esta trama, que se conoce como el caso “El Rodeo”, quedó al descubierto a mediados de 2019, por una delación: la pareja de un preso llamado Carlos Mejía, alias Nariz Virada, denunció al grupo de extorsionadores ante la policía porque no cumplieron sus ofertas de excarcelarlo, ya que los jueces estaban despachando otras solicitudes pactadas previamente. Ella había pagado por adelantado 500 dólares al agente penitenciario Eker García y al abogado Marcos Acosta, que acordaba con los juzgadores las liberaciones.
El esquema delictivo se comprobó con escuchas telefónicas y mensajes de texto entre los integrantes de la red, así como por decenas de versiones de los implicados y reportes penitenciarios. El caso fue impulsado por la Fiscalía y el Consejo de la Judicatura (CJ), que intervino como acusador particular.
Según la investigación fiscal, entre 2015 y 2019 esta red facilitó la excarcelación de unos 90 detenidos por delitos graves, en su mayoría por narcotráfico. Los reclusos obtuvieron privilegios que les permitieron salir en libertad, a pesar de no cumplir con todos los requisitos legales. En otros casos eran obligados a pagar las coimas, pese a que sí reunían las condiciones para su liberación.
Para apurar las liberaciones, los integrantes de la red abordaban a los presos que con ayuda de sus familiares pagaban sobornos que oscilaban entre los 500 y tres mil dólares. Los desembolsos se hacían después de la medianoche. Aprovechando la penumbra del cementerio de Portoviejo, los parientes pagaban a los intermediarios dinero en efectivo y botellas de whisky. Para no despertar sospechas, en otras ocasiones dejaban sobres sellados con dinero debajo de las puertas en las casas de los funcionarios. Cuando estaban más apremiados, los encuentros se realizaban en los parqueaderos de los presidios.
Durante la primera etapa de la investigación, los abogados del CJ y la fiscal Claudia Romero coincidieron en que los principales responsables eran los jueces Orellana y Molina, que fueron procesados cuatro meses después del inicio formal del caso, junto a los jueces Sabando y López. Este último, además, está envuelto en otro juicio por prevaricato: fue sentenciado a tres años de prisión por reducir la condena de 25 a 13 años a varios policías condenados por asesinato, que luego fueron liberados. López pidió la suspensión condicional de la pena, que deberá ser resuelta por la Corte Superior las próximas semanas.
Debido al fuero especial de los cuatro jueces, la causa subió de un juzgado inferior a la Corte. Fue así como el fiscal provincial Alberto Santillán se puso al frente de la investigación.
Cuando se celebró la audiencia de juzgamiento, en noviembre de 2020, Santillán no llamó a declarar a varios testigos, incluidos funcionarios penitenciarios, que en la primera etapa de la investigación habían contado cómo operaba la red y sus conexiones. Algunos de ellos dieron sus versiones por pedido de la anterior fiscal.
Durante sus alegatos finales, Santillán acusó a cinco de los procesados: el juez Orellana, los funcionarios penitenciarios Eker García, Einsten García, Rodrigo Menéndez y el abogado Marcos Acosta. Para ellos pidió la pena de 13 años por asociación ilícita y concusión. Luego de cinco días de audiencia, la Corte Provincial deliberó y los condenó a seis años de prisión.
Sin embargo, durante sus alegatos, Santillán se abstuvo de acusar al juez Banny Molina, aunque existían suficientes pruebas en su contra, según denunciaron las juzgadoras Gina Mora y Carmita García, que por mayoría dictaron la sentencia, con la oposición y voto salvado del tercer juez de la Corte.
Cuando la Fiscalía no acusa a un implicado, los jueces no pueden pronunciarse; quedan atados de manos. No obstante, al anunciar su fallo, en diciembre de 2020, las magistradas Mora y García dejaron sentada su preocupación indicando que el fiscal no actuó con objetividad.
“A nuestro criterio, y una vez que procedió a la valoración de la prueba sobre las demás personas procesadas, existían elementos inculpatorios suficientes que justificarían la participación de Banny Molina en los hechos investigados”, destacaron en la sentencia. No obstante –agregaron–, Santillán retiró los cargos, “imposibilitando a este tribunal analizar la prueba inculpatoria que fue anunciada por la Fiscalía”. Tras describir las contradicciones de Santillán, las juezas pidieron al CJ que investigara su actuación.
El CJ no respondió el pedido que se hizo para esta investigación periodística, con el fin de conocer si a Santillán se le abrió un expediente disciplinario o recibió alguna sanción. Asimismo, se requirió la versión del Fiscal para conocer por qué no acusó a Molina. Envió su respuesta a través de la Dirección de Comunicación de la Fiscalía. En ella advirtió que no podía pronunciarse porque el caso se encontraba en fase de apelación ante la Sala Penal de la Corte Provincial de Justicia de Manabí. Actualmente, Santillán es candidato para ocupar un cargo como Juez Nacional Anticorrupción.
Por su parte, Molina fue reintegrado a su cargo de juez de garantías penales en Portoviejo, en diciembre de 2020, luego de permanecer suspendido nueve meses, desde el 6 de marzo cuando fue enjuiciado.
Él forma parte de una camada de abogados jóvenes que se hicieron jueces durante el gobierno de Rafael Correa, quien, en 2011, llamó a una consulta popular para que se le permitiera “meter la mano en la justicia”. Así empezó una reforma del sistema judicial que implicó el nombramiento de más de mil nuevos jueces y cientos de fiscales. Sus designaciones y posteriores actuaciones fueron cuestionados por organismos nacionales e internacionales debido a su falta de independencia, sobre todo en los casos en los cuales litigaba el gobierno. Eso profundizó la politización de la justicia ecuatoriana.
Banny Molina hoy tiene 33 años. Llegó a la judicatura a los 25 años. Fue nombrado juez pocos meses después de haberse graduado como abogado en la Universidad San Gregorio de Portoviejo. En su descargo, durante el juicio, declaró que las autoridades de la Judicatura desataron una persecución mediática y policial, forzando pruebas y manipulando evidencias para perjudicarlo. Aseguró que los hechos denunciados por testigos y corroborados por 20 pruebas documentales nunca sucedieron. “O es que acaso que los funcionarios manabitas no tienen derecho a una vida social, a reunirse a llamar a un familiar y amigo”, dijo refiriéndose a las evidencias de las conversaciones que tuvo con otros procesados.
Molina también dijo que no firmó ninguna de las carpetas que dieron paso a la liberación de varios presos, lo cual fue responsabilidad de otros jueces. “Nunca recibí un solo centavo, ningún pago”, destacó.
Hoy, además, este juez de garantías oriundo de Portoviejo, la capital de Manabí, enfrenta otro proceso penal por prevaricato (fallar contra una ley expresa). El caso se remonta a 2018, cuando recibió un pedido de beneficios, interpuesto por Susana Molina Aray, sentenciada a dos años de prisión por abuso de fondos públicos.
Cuando era directora de Recursos Humanos en el municipio de Tosagua, en Esmeraldas, ella formó parte de una red de corrupción que recibió pagos desde cuentas del Banco Central por 218 mil dólares, entre 2008 y 2010. El caso involucró al alcalde y seis autoridades más.
Banny Molina aceptó el recurso de Susana Molina en 2018. Decidió que cumpliera la condena en su domicilio, por motivos de salud, aunque no había probado que sufría una enfermedad catastrófica. El juez no tenía competencia para disponer que la procesada no cumpliera su condena en prisión, según un informe del CJ.
La denuncia por un supuesto delito de prevaricato contra Banny Molina fue presentada por la jueza Carmen García, quien se percató de las irregularidades cuando el juicio por la corrupción en la Alcaldía de Tosagua llegó a su despacho para la ejecución de la pena. García es una de las juezas que dictó la sentencia del caso El Rodeo.
En el llamado a juicio, Molina fue absuelto provisionalmente en abril pasado. Los jueces de la Corte Provincial estimaron que no infringió ley alguna. La Fiscalía y el CJ apelaron la decisión, pero el Tribunal que conocerá la apelación todavía no se integra.
Actualmente ninguno de los sentenciados por asociación ilícita en las cárceles de Manabí está detenido. Recibieron medidas sustitutivas a la prisión preventiva. Deben presentarse periódicamente a la Corte de Manabí y tienen prohibición de salir del país.
Para esta investigación periodística se trató de ubicar al exjuez Orellana a sus números de referencia, pero no respondió las llamadas ni los mensajes.
El jueves 16 de junio de 2022 también se contactó a Molina a su celular y se le pidió una entrevista, a la cual accedió. Sin embargo, al siguiente día no respondió las llamadas. Las dos siguientes semanas se le volvió a pedir su pronunciamiento y tampoco contestó.
(I) Vistazo
Nacionales
Lavinia Valbonesi sobre el proyecto Ana: “Hemos transformado vidas”

Alegre, tranquila y con muchas ganas de ayudar a las mujeres. Así es Lavinia Valbonesi, primera dama de Ecuador, quien habló sobre Ana, su proyecto insignia que busca apoyar a las mujeres víctimas de violencia.
En entrevista al programa ‘Esto es Ecuador’, de Ecuador Tv, Valbonesi explicó que desde que empezaron sus recorridos por las diferentes provincias del país constató una realidad fuerte: 7 de cada 10 mujeres han vivido temas de violencia física, psicológica, patrimonial y demás.
Esas historias de superación inspiraron a la primera dama para crear Ana, cuyo nombre surgió del testimonio de una ecuatoriana. “No solo era una historia de dolor sino un ejemplo de que sí es posible cortar esos círculos de violencia”.
De hecho, Valbonesi quería que su proyecto tuviera “el rostro de una mujer ecuatoriana”.
En ese marco, la primera dama dice que gracias al proyecto: “Hemos transformado vidas (…) simplemente con ganas de servir y trabajar por la gente, por las mujeres”.
Tres pilares que sostienen a Ana
El proyecto Ana tiene tres pilares fundamentales:
- Prevención. En este pilar se trabaja con niños, niñas y jóvenes, por lo que se han realizado convenios con universidades, agrupaciones artísticas, musicales; además se han ofrecido becas para que las nuevas generaciones se mantengan ocupadas y se alejen de la violencia.
- Educación. En este eje se hicieron convenios con universidades, organizaciones, institutos nacionales e internacionales para ofrecer clases en diferentes áreas: marketing, carpintería, ventas, mecánica y otras. Una de las novedades -dice con alegría- es la próxima creación del primer carro construido por mujeres, por manos ecuatorianas.
- Empleabilidad. En este pilar se han realizado convenios con empresas para que den oportunidades laborales de mujeres o para que ellas potencien sus emprendimientos.
Los resultados del proyecto Ana
El proyecto Ana tiene 230.000 mujeres inscritas en su plataforma en línea; 20.000 graduadas; 3.000 mujeres empleadas; y 120.000 familias ayudadas, gracias al apoyo de la empresa privada.
“Gracias a alianzas el proyecto es una realidad y es una fundación autosustentable (…) Queremos crear productos para que la fundación se sostenga más allá del tiempo”, señaló.
A esto se suma que ya están en varias provincias del país, entre ellas, Orellana, Pichincha, Azuay, Esmeraldas, Guayas, Manabí, Los Ríos, El Oro y Galápagos.
¿Cómo inscribirse en Ana?
- Ingresa al sitio web www.proyectoana.org
- Haz click en la pestaña amarilla ‘Quiero formar parte’
- Llena el formulario que incluye los datos personales de la mujer. Estos son:
- -Nombres y apellidos
- -Cédula de identidad
- -Edad
- -Provincia
- -Ciudad
- -Sector
- -Número de contacto
- -Ciudad de capacitación
- -Estado civil
- -Hijos
- -Edad de hijos
- -Correo electrónico
- -Nivel de estudios
- -Capacitaciones disponibles
- -Becas disponibles para hijos menores de edad
- -Cómo se enteró del proyecto.
“En la página de Instagram tenemos los cursos. Nos mandan mensajes y estamos en contacto con todas las mujeres”.
Otra de las novedades de Ana es que no hay edades límites para seguir los cursos en línea de Ana. Tampoco sus condiciones, trabajo y demás.
Lavinia, entre su trabajo, la maternidad y sus gustos
Valbonesi trata de equilibrar su tiempo entre sus dos hijos: Alvarito y Furio y su trabajo en el proyecto Ana.
“Soy una primera dama de territorio. Trabajamos de lunes a domingo. Recorrimos todas las provincias, me gusta estar en territorio”, exclamó la primera dama.
Cuenta que ha llegado a los lugares en donde han habido emergencias como Cayambe, Manabí y Guayas. Allá ha llevado kits de alimentación, semillas, cuyes, etc.
Lavinia Valbonesi reconoce que es una amante de la comida. Sus platos favoritos son los patacones con huevo, el arroz con menestra y el arroz verde con carne frita. De hecho. Fuente: El Telégrafo
Nacionales
Técnico y con experiencia penal: así debería ser el Fiscal General del Estado, según juristas y académicos

Formación penal sólida, experiencia práctica en litigación, ética profesional comprobada y comprensión del entorno político. Esas son algunas de las características que debe tener el próximo Fiscal General del Estado, según coincidieron varios expertos reunidos en un conversatorio realizado este 23 de junio de 2025 en la Universidad Andina Simón Bolívar, en Quito.
El evento se realizó en el contexto del proceso de selección del Fiscal, que lleva adelante el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) y reunió a juristas, académicos y representantes gremiales, con el objetivo de discutir los estándares mínimos que debe cumplir quien asuma la titularidad de esta institución.
Conocimientos técnicos y experiencia penal
“Debe ser un abogado penalista, que conozca de derecho penal, procesal penal y política criminal, pero sobre todo que tenga práctica diaria en el sistema”, subrayó María del Mar Gallegos, litigante penal y una de las panelistas.
En su criterio, la experiencia en el terreno es indispensable para conocer las falencias estructurales del sistema judicial y para saber cómo abordarlas desde la Fiscalía.
Pamela Aguirre, abogada constitucionalista, agregó que el próximo fiscal debe actuar como garante del debido proceso, pero también ser firme en la persecución penal.
“La Fiscalía es la llave de la confianza ciudadana en la justicia. No puede estar en manos de improvisados ni de personas sin formación penal específica”. Pamela Aguirre, abogada constitucionalista.
Ambas expertas coincidieron en que no se trata solo de cumplir requisitos legales. El próximo fiscal debe entender el rol institucional de la Fiscalía como órgano autónomo, técnico y con alta carga política. Y eso requiere también conocimiento de derecho constitucional y derecho penal internacional.
Probidad y ética profesional
Además de lo técnico, el componente ético fue reiterado por todos los panelistas, dijo Gallegos, quien recordó que la Fiscalía, aunque no forma parte de la función ejecutiva, cumple un rol político en términos de lucha contra la impunidad.
“La hoja de vida debe ser intachable. No podemos tener una autoridad que genere dudas sobre su integridad”. María del Mar Gallegos, litigante penal.
Paúl Ocaña, presidente del Colegio de Abogados de Pichincha, resaltó que el perfil ideal también debe tener capacidad para generar confianza, dentro y fuera del sistema de justicia. “Todos los que trabajamos en derecho penal sabemos quién es quién. La transparencia empieza por el perfil del candidato”, dijo.
Capacidad de leer el contexto político
Otro elemento clave es que el próximo Fiscal General sepa actuar con independencia y, al mismo tiempo, interpretar el contexto político sin dejarse arrastrar por él.
“No se trata de que tome partido, sino de que entienda cuál es el momento que vive el país y cómo ejercer su rol sin convertirse en actor político”, explicó Gallegos. Para eso, dijeron los panelistas, se necesita temple, autonomía y una visión clara de lo que implica hacer política criminal desde el Estado.
El CES busca proponer un candidato
El presidente del Consejo de Educación Superior (CES), Pablo Beltrán, anunció durante el evento que el organismo trabaja para impulsar la participación de académicos en este concurso.
Según dijo, la idea es que docentes y expertos universitarios puedan postular como candidatos, contribuyendo con perfiles técnicos y comprometidos con el país.
“El Ecuador necesita autoridades competentes y éticas. Por eso, desde el CES hemos suscrito un convenio con el CPCCS para promover la participación académica en este y futuros procesos de selección”, aseguró Beltrán. Fuente: Primicias
Nacionales
Fiscal Toainga alerta sobre falta de garantías para jueces y fiscales frente al crimen organizado

La Comisión de Fiscalización y Control Político de la Asamblea Nacional continuó este lunes 23 de junio con la investigación sobre presuntas actuaciones irregulares de operadores de justicia. En esta jornada compareció el fiscal general subrogante, Wilson Toainga, quien alertó sobre la falta de garantías para jueces y fiscales frente al crimen organizado.
Durante su intervención, Toainga explicó que la actuación de los fiscales en casos de flagrancia depende en gran medida de los partes de aprehensión y de las novedades elaboradas por la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Sin embargo, no todos los partes ni expedientes cuentan con los elementos suficientes para formular cargos o se ajustan a los tipos penales mencionados en ellos.
Por ello, señaló, en ciertos casos los fiscales solicitan medidas cautelares personales o reales, como la prohibición de salida del país o la presentación periódica ante la autoridad judicial, siempre que los elementos probatorios lo permitan.
Asimismo, el funcionario reveló que actualmente 68 funcionarios judiciales están siendo investigados por presunto error manifiesto y negligencia en el ejercicio de sus funciones.
Toainga también informó que, como resultado de las investigaciones internas, hasta el momento siete fiscales y ocho jueces ya han sido sancionados por su accionar.
Fiscales y jueces no tienen garantías
En su comparecencia a la mesa legislativa, el fiscal Toainga también alertó de que los funcionarios judiciales están desprotegidos, sobre todo quienes tienen a su cargo casos de crimen organizado.
Toainga cuestionó que todos los operadores de justicia tienen las mismas medidas, pese a que el riesgo es mayor en el caso de quienes están al frente de los procesos relacionados con esta materia.
Además, el fiscal general recordó que existe normativa internacional excepcional relacionada con la materia del crimen organizado, que es una problemática regional y mundial que data de la década de los noventa. Frente a esto, nuestra legislación también debería contar con medidas excepcionales para garantizar la seguridad de los jueces y fiscales, añadió.
Según lo detallado por Toainga, un total de 53 fiscales están incluidos en el programa de asistencia a víctimas y testigos.
“No hay garantías de seguridad para los operadores de justicia. Necesitamos un respaldo. No podemos dejar que sigamos a la deriva. ¿Quién nos respalda a nosotros en nuestra seguridad y la de nuestras familias? Nadie nos respalda”, enfatizó Toainga. Fuente: Vistazo
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