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‘Este viaje empezó en la selva y terminará en mi país’: Así relata un ecuatoriano cómo llegó a Estados Unidos sin papeles y hoy es ciudadano

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NUEVA YORK. Eran las 2:15 de la madrugada. Un sábado de junio de 2003, cuando Gabriel cerró la puerta de su casa en la Maná, Provincia de Cotopaxi. Su madre y sus hermanos lo acompañaron hasta el aeropuerto. Seis horas en silencio, como si las palabras se hubieran gastado en las semanas previas. En la mochila llevaba varias cartas y fotos, poca ropa, algo de dinero y su pasaporte. “Con eso y fe, dijo, creí que alcanzaba”. La salida no fue dramática ni ruidosa: fue un abrazo largo en la acera húmeda y el sonido opaco de sus pasos alejándose.

Desde Quito voló a San Salvador. Allí empezaba de verdad el viaje: un bus lo llevó hasta Guatemala y de ahí a México, donde el camino se convirtió en una cadena de esperas, escondites y caminatas interminables. El grupo lo formaban rostros cansados de Ecuador, Honduras y Nicaragua. Viajaba también una mujer con su hijo pequeño. Gabriel, el más joven y fuerte, se ofreció a ayudar. “No iba a dejarles solos. Si me alcanzaba el aire, cargaba al niño”.

La selva fue un cuchillo lento: lodo a la cintura, ríos oscuros, lianas que parecían manos. No fueron días heroicos sino días húmedos, pegajosos, con la sensación de que el cuerpo empezaba a oxidarse. A ratos, los coyotes, menos crueles de lo que había escuchado, les dejaban hacer llamadas rápidas. “Bastaba un ‘llegué bien’ para que mi mamá respirara”, recuerda. Para entonces, Gabriel ya entendía que el viaje no se contaba en kilómetros sino en esperas.

A la salida del Darién —para los que viajaron por una ruta más complicada que la de Gabriel— Centroamérica se volvió un corredor de casas de seguridad: piezas compartidas, colchones en el suelo, puertas que se abrían solo cuando sonaba un teléfono. Lo que para otros era una travesía de semanas, en su caso se transformó en seis meses: se detenían para reagruparse, para juntar dinero, para esquivar controles.

Hoy, esas mismas pausas siguen existiendo, aunque con otras formas: miles de migrantes quedan atrapados durante meses en ciudades fronterizas, a veces a la espera de “una confirmación” que nunca llega, empujados a vivir en un limbo que parece no tener final.

La ruta por México, un embudo y también pesadilla
México fue el gran embudo. Tapachula se le quedó grabada como una palabra viscosa: filas, calor, papeles que prometían poco. Pasó semanas bajo techo ajeno, “durmiendo con los zapatos y la pequeña mochila puestos por si tocaban la puerta, o porque alguien te podía robar lo poco que tienes”. Oía hablar del tren, la Bestia, y prefería caminar. “La espera era peor que la selva. Uno no sabe si avanza mañana o en un mes”.

El norte de México fue un susurro de instrucciones: cambiar de camión al atardecer, no mirar a los ojos, seguir la mochila roja. Cruzaron por Sonora cuando el sol caía. “Ahí se aprende a caminar con el agua en la boca”, dice. Fueron dos noches así, la arena metiéndose en los zapatos y el niño dormido a ratos entre sus brazos. “Me repetía: ya casi, ya casi. No puedes detenerte aquí”.

“El cruce final no tuvo nada de épico: fue una carrera muda bajo el riesgo constante de ser descubiertos por la patrulla fronteriza, guiados a oscuras hasta un punto convenido en la carretera. El faro de un camión se movía apenas. ‘Vi las luces del otro lado y el corazón se me salió. Era miedo y esperanza juntos’, recuerda. Cuando por fin pisó suelo estadounidense, las piernas no le respondieron. ‘Caí de rodillas y lloré. No era ese tipo de alegría que uno brinca; era más bien el cuerpo diciendo: llegaste’.

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Testimonios de esa frontera hablan de caminatas de dos y hasta tres noches por el desierto, de cuerpos que avanzan doblados por el cansancio, deshidratados, con los pies llagados. Algunos alcanzan la carretera y suben a un camión que los lleva a casas de seguridad en las afueras de Tucson; otros se quedan en el camino. Gabriel tuvo suerte: lo dejaron en una habitación con un colchón, una ducha y un plato de arroz. Dos días después lo subieron a una camioneta rumbo a Houston y de ahí a un autobús interminable hacia la costa este. Nueva Jersey no fue un destino soñado: fue la dirección donde un conocido podía abrirle la puerta”.

La segunda travesía: sobrevivir en tierra ajena
El primer trabajo fue en el campo: tomates, pepinos, espalda encorvada y el silbido de los aspersores a las cinco de la mañana. “Me dolía la cintura, pero estaba agradecido”. Luego vino la construcción: sacos de cemento, paredes rectas, la satisfacción de dejar algo en pie al final del día. Con el tiempo, juntó lo suficiente para abrir un pequeño negocio. “No quería que mis hijos digan que su papá solo trabajó para otros”.

Sus hermanos fueron llegando. Primero se sumaron a su emprendimiento; después, uno abrió un restaurante. Al principio, el permiso lo sacaron a nombre de otra persona. “Así funcionaba: confianza y necesidad. Sin eso no habríamos sobrevivido”. Entre todos, levantaron una red que era trabajo, pero también refugio.

La vida privada dio un giro cuando conoció a una mujer y se casó. “Muchos pensaron que era por papeles, pero yo sabía que no era tan fácil. Igual tenía que salir y pedir perdón en Ecuador”. Todo cambió cuando nació su hijo, diagnosticado con una condición psicológica que requería tratamiento constante. “Mi hijo fue mi salvación. Por él me dieron la residencia sin que tuviera que salir. Y después, la ciudadanía. Esta vez sí la busqué: era la única forma de asegurarle un futuro”.

Con el pasaporte estadounidense en mano, el miedo aflojó. Pudo emprender sin mirar por encima del hombro y traer legalmente a parte de los suyos. “Cuando lo tuve en la mano, pensé: valió la pena cada lágrima”. Aun así, la brújula interior apuntaba al sur.

Hoy, Gabriel mira la frontera desde la distancia y le parece otra. Las cifras dicen que el Darién se ha vaciado como nunca: 13 cruces en mayo de 2025 y 10 en junio, una caída del 99,98% respecto a los picos recientes. “Si lo intentara ahora, no lo lograría”, admite. La política endurecida y el cierre de rutas empujaron a la gente hacia un silencio estadístico que no necesariamente significa que el problema se haya resuelto.

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El desierto sigue siendo la trampa mortal de siempre. La frontera entre México y Estados Unidos es, desde hace años, la ruta terrestre más letal del mundo: la deshidratación y la desorientación matan más que los muros. “El calor no perdona. El agua se acaba y la cabeza empieza a decirte que te sientes un rato. Si te sientas, te quedas” admite.

Gabriel entiende también que las esperas hoy se multiplican por sistemas y cierres: filas que duran meses, aplicaciones que desaparecen con un decreto, familias quedándose paradas en una ciudad que no eligieron. A comienzos de 2025, centenares de miles de personas aguardaban citas cuando el gobierno estadounidense cerró la aplicación que ordenaba parte del flujo; muchos quedaron varados sin un plan B. “Yo tuve suerte con el tiempo en que me tocó”.

Aunque levantó su vida en Estados Unidos, Gabriel nunca dejó de construir una casa en Ecuador. Uno de sus hermanos ya se regresó. Él sueña con jubilarse allá, gastar lo ahorrado en las calles donde aprendió a correr descalzo. “Uno no quiere morir en tierra prestada”, repite. Cuando habla del futuro, lo hace como quien reserva un pasaje con fecha abierta.

A veces recuerda al niño que cargó en la selva y a la madre que caminaba detrás. El suspiro cuando pisó tierra americana. Recuerda también al coyote que, de tanto contactarlo, llegaron a bromear entre sus hermanos que era coyotero familiar “así como hay doctor de cabecera, nosotros teníamos nuestro tramitador de cabecera” bromea.

El viaje de Gabriel empezó con una puerta cerrándose a las 2:15 y una mochila liviana. Terminó, de algún modo, cuando cayó de rodillas al otro lado de la frontera. Pero su geografía verdadera está al sur. “Este viaje empezó en la selva y terminará en mi país. Allá me esperan mi casa, mi gente, mi vida. Solo me falta volver”… Fuente: primicias

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Un año del caso Malvinas: Familias esperan justicia tras contradicciones de los implicados

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Ha pasado un año y nadie sabe o se atreve a decir la verdad completa. Hay versiones a medias y versiones contradictorias. Ninguno de los cuatro chicos de Las Malvinas está aquí para contar cómo, después de un partido de fútbol entre amigos, la noche del 8 de diciembre de 2024, fueron detenidos por una patrulla militar en Guayaquil. Los militares los golpearon, los torturaron y los abandonaron a su suerte en un lugar rural de Taura, heridos y desnudos. Josué, Ismael, Nehemías y Steven no vivieron para contarlo, pero esto se demostró en las audiencias del caso “Malvinas”. Hay videos grabados por los propios militares que lo corroboran.

Tres semanas después de la desaparición, sus cuerpos fueron hallados: calcinados, cercenados, sin órganos. ¿Quién se hace responsable? Las familias piden justicia y ruegan para que ningún padre o madre tenga que vivir la angustia de la que han sido víctimas, mucho menos la indolencia del Estado que no les dio respuestas a tiempo.

Durante la primera semana de la desaparición, aunque los padres ya estaban en contacto con agentes de la Unase, para investigar el hecho, nadie les confirmó que los militares se habían llevado a sus hijos. Entre el 14 y el 17 de diciembre el caso saltó a la prensa: se hablaba de que sujetos vestidos de militares secuestraron a los chicos, lo que se confirmó por esos mismos días, cuando se filtraron los videos de las cámaras de seguridad, en las que se veía como los militares subían a Josué, Ismael, Nehemías y Steven a dos camionetas.

Mientras tanto, los militares implicados ya habían organizado un chat grupal al día siguiente para acordar una sola versión. En las audiencias, el sargento Nelson S. Z. indicó que el 10 de diciembre del 2024, dos días después de la desaparición, el subteniente John Henry Z. E., a cargo de las patrullas, contó que un general y tres coroneles le ordenaron borrar un video con agresiones “porque el caso sería todavía más polémico de lo que ya era”.

Para el 19 de diciembre, con toda la presión encima, FF.AA. emitió un comunicado en el que decía que colaboraría con todas las investigaciones. No reconocía que los militares se llevaron a los chicos. Para el 21 de diciembre, el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, emitió un mensaje: responsabilizaba a grupos criminales de la desaparición y decía que querer responsabilizar a las FF.AA. por una supuesta desaparición forzada era hacerle el juego al crimen organizado.

$!Momento en que militares detienen a los niños de Las Malvinas.

DESAPARICIÓN FORZADA

Pero no era supuesta: fue una desaparición forzada y así lo determinó Fiscalía en su acusación. De hecho, el lunes 8 de diciembre, el Ministerio Público pidió 34 años de prisión para algunos de los 17 militares implicados.

Previamente, el soldado Álex Xavier Q. A., quien se sometió al procedimiento de cooperación eficaz, pidió disculpas a las familias de los chicos y aceptó haber encubierto información por temor a represalias de sus superiores.

No obstante, otros procesados mantienen la versión de que arrestaron a los chicos porque les proporcionaron información de que habían sido partícipes de un robo, y que no los agredieron y los liberaron sanos y salvos.

Con estas versiones a medias y contradictorias, dependerá del tribunal a cargo del caso, esclarecer la verdad en función de las pruebas presentadas. La Fiscalía no ha encontrado ningún indicio de que los menores hayan cometido un acto ilícito, según comentó Abraham Aguirre, abogado de las familias de las víctimas. Es más, Moisés L., uno de los cuatro soldados que cooperaron con la justicia, aseguró que un vendedor de agua les dijo que eran otras personas las que estaban asaltando.

En lo que coinciden todos los militares es que dejaron a los chicos, sanos o golpeados. Nadie sabe qué pasó después: hay una investigación a parte por ese caso y se presume que una banda los asesinó.

Ellos (los militares) sabían que era un sector de alta conflictividad inclusive en el juicio se mencionó a un reconocido Grupo de Delincuencia Organizada (GDO), que opera en ese sector, por lo que el ‘sanos y salvos’ no se cumplió”, subrayó Aguirre al cuestionar que las patrullas dejaran abandonados a los chicos a su suerte en Taura.

$!Los cuatro niños de Las Malvinas.

LO QUE SALIÓ A LA LUZ EN EL JUICIO

Tras la conmoción que generó el caso, la primera defensa de los militares aseguraba en varias entrevistas que los implicados colaboraron desde el principio de las investigaciones. Sin embargo, el proceso judicial ha evidenciado lo contrario.

Por ejemplo, un oficial ordenó a los soldados que eliminaran videos comprometedores, pero uno de ellos ya había enviado un clip a su hermana porque “las cosas se estaban saliendo de control”. Ese material luego se convirtió en una de las piezas clave, ya que en el video se escuchan frases como “ya llegamos al lugar donde van a morir” o “agradece que no te disparo”.

Así mismo, los 16 implicados tenían un chat para coordinar su defensa e incluso hubo discordia entre los integrantes del grupo por la información que iban a dar en primera instancia. Durante el juicio el soldado Christian A., el último cooperador eficaz que rindió versión, también contó que todos “acordaron lo que iban a decir” a tal punto que su primera versión escrita fue “copia y pega” del texto de otro compañero, cambiando solo un “par de palabras”. Esto bajo el argumento del “espíritu de cuerpo”.

No obstante, otro grupo de procesados han rechazado este tipo de acusaciones. El subteniente John Henry Z. E., principal señalado como presunto autor de desaparición forzada, aseguró que los colabores de Fiscalía fabricaron historias para obtener beneficios penitenciarios. Además, rechazó que haya ejecutado agresiones y disparos, indicando que todas las municiones se entregaron sin faltantes.

En su testimonio también señaló a los miembros de bandas criminales como los responsables de la desaparición y asesinato de lo cuatro menores. “Señor fiscal, por qué no se investiga. Los verdaderos responsables siguen afuera, quizás riéndose de lo sucedido”, acotó.

Él y al menos otros cuatro uniformados también coinciden en que el objetivo inicial era llevar a las víctimas a una UPC de Virgen de Fátima, pero en el camino se desviaron tras una alerta de desmanes en un night club. Por otro lado, los cooperadores han manifestado que no sabían el destino exacto o incluso que el subteniente quería llevarlos a una fosa, algo que él ha negado.

$!Reconstrucción de los hechos.

ERROR DE PROCEDIMIENTO

Independientemente de las versiones irreconciliables de cada grupo de militares implicados, el general Wagner Bravo, exsecretario de Seguridad Pública y del Estado, explica que hay un evidente error de procedimiento por parte de la patrulla.

“Tenían que haber esperado en el lugar hasta que lleguen agentes policiales porque ellos son los que deben detener a las personas en un acto delictivo, esa no es función de los militares, es un trabajo complementario con la Policía”, indicó el exfuncionario.

Agrega que el concepto de espíritu de cuerpo, que algunos implicados nombraron en sus testimonios, se ha “distorsionado” porque originalmente se refiere a ayudarse entre soldados en situaciones de peligro, pero eso no quiere decir que ante una irregularidad se trate de construir una historia o decir mentiras.

Sobre el argumento de los acusados de que no podían desacatar órdenes de su superior, en este caso del subteniente, líder de la patrulla, Wagner Bravo aclara que las jerarquías funcionan en el marco de una orden militar para un trabajo profesional.

“Pero en el caso de una inconducta, ahora con aspecto legal, ellos sí podrían haber dicho: ‘Mi subteniente, no creo que esté bien porque estamos cometiendo una inconducta’. Inclusive eso también es espíritu de cuerpo, decir: ‘Oigan, no está bien’ y, si no me hacen caso porque soy de menor rango, por lo menos queda la constancia de que expresé mi postura”.

Bravo reconoce que el caso Malvinas sí ha golpeado la imagen de las Fuerzas Armadas y la institución debe tomarlo como una lección para fortalecer la preparación de soldados tanto a nivel táctico como en la parte legal de las normas que los rigen.

$!Reconstrucción de los hechos.

LAS CONTRADICCIONES DEL GOBIERNO

En diciembre del 2024, cuando se conoció la desaparición de los cuatro menores de Guayaquil, las principales autoridades emitieron declaraciones confusas. Por un lado, el ministro de Defensa, Giancarlo Loffredo, manifestó que las víctimas fueron detenidas porque “estaban presuntamente robándole a una mujer”. Mientras que el presidente Daniel Noboa dijo que “no se va a encubrir a nadie” e incluso sugirió “que los cuatro chicos sean considerados como héroes nacionales”.

En enero del 2025, Loffredo fue obligado por una jueza a pedir disculpas públicas en cadena nacional, pero en su mensaje también advirtió que llegará “hasta las últimas consecuencias” para que la magistrada sea sancionada. Además, dijo que se estaba usando “una narrativa de derechos humanos como instrumento de persecución política”.

Tras estas y otras breves declaraciones de Loffredo bajo la misma narrativa, el Gobierno no volvió a pronunciarse sobre el caso. Incluso ahora que cuatro militares han pedido disculpas y reconocido irregularidades en la captura de los menores, las autoridades han mantenido un absoluto silencio. Vistazo pidió una reacción al Ministerio de Defensa, pero hasta el cierre de esta nota no ha existido una respuesta.

Jean Paul Pinto, experto en seguridad y defensa, considera que desde el Gobierno se trató de “defender lo indefendible y un año después nos damos cuenta que hubo un mal protocolo, que terminó con la muerte de los niños”, aunque aún no se ha determinado quién ordenó el asesinato, ya que todos los militares han insistido en no conocer detalles de lo que sucedió después del abandonarlos.

Califica la actitud del ministro Loffredo como “desafiante”, cuando más bien cabía unas disculpas y acciones concretas para evitar la repetición de este tipo de hechos.

“Hasta ahora no hay claridad sobre los correctivos que se han tomado, si es que se está trabajando en manuales o reforzando el entrenamiento. Un año después esa es la gran deuda”.

Asimismo, Pinto cree que el caso deja en evidencia que “no es una buena idea” que los militares intervengan en temas de seguridad pública “porque las consecuencias pueden ser graves tanto para los ciudadanos como para la propia institución”. Por ello, indica que las intervenciones militares deben ser en temas específicos, que respondan al entrenamiento que han recibido.

$!Disculpas públicas del ministro de Defensa.

GARANTÍA DE NO REPETICIÓN

Abraham Aguirre, abogado de las familias de las víctimas e integrante del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), señaló que desde el Gobierno recibieron comentarios “lacerantes, estigmatizantes y peyorativos”.

Además, recordó que la exministra del Interior, Mónica Palencia y el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredoapelaron el habeas corpus con el que una jueza dispuso que el caso sea tratado como desaparición forzada, logrando que se revoque la sentencia.

Ante estas actitudes, la defensa ha interpuesto una acción extraordinaria de protección en la Corte Constitucional en contra del tribunal de la Corte Provincial de Justicia del Guayas, que revocó el habeas corpus.

Aguirre comentó que el objetivo no solo es poner en evidencia la actitud de la Corte, sino también que los Ministerios del Interior y Defensa asuman su responsabilidad. “Queremos una garantía de no repetición”.

Mientras tanto, en Quito se lleva a cabo una segunda investigación por el presunto delito de secuestro con resultado de muerte, la cual determinará a los autores materiales e intelectuales del asesinato de los cuatro menores de Las Malvinas.

Las indagaciones aún siguen en reserva y se desconoce detalles tras casi un año de la desaparición. No obstante, Aguirre avanzó que los militares también podrían ser procesados en esta causa “al ser servidores públicos que debían precautelar por la seguridad de las víctimas, teniendo en cuenta que eran de un grupo prioritario”.

Durante el proceso judicial un hombre, identificado como Luigi V., aseguró en una primera versión que alias ‘Momo’, un líder local de la banda criminal ‘Los Lobos’, que opera en Taura, dio la orden para asesinar a los menores e incluso especificó los apodos de emisarios del cabecilla delictivo.

Sin embargo, el presunto testigo desapareció y no rindió testimonio anticipado, aunque la investigación policial iría encaminada en una teoría similar. En la doceava sesión del juicio, el mayor de Policía, Edwin Sánchez, expuso el contenido de su informe preliminar, de diciembre del 2024, en el que señaló a ‘Momo’ y otros dos integrantes de ‘Las Águilas’ como presuntos autores materiales del crimen.

De hecho, en el celular de ‘Momo’, explotado en el marco de un proceso por el delito de tenencia y tráfico de armas por el cual fue recapturado en marzo del 2025, se encontró una foto de un hombre con un supuesto uniforme junto a una persona sin camiseta y en pantaloneta. También, se conoció que el criminal estaba pendiente del caso Malvinas, ya que tenía publicaciones de medios de comunicación sobre el tema. Fuente: Vistazo

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Lundin Gold lidera el sector minero e ingresa por primera vez al top 100 de reputación corporativa de MERCO en el Ecuador

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Lundin Gold, empresa canadiense operadora de Fruta del Norte, ingresó por primera vez al top 100 del ranking Merco de empresas con mejor reputación del Ecuador en su primera década de presencia en el país. Además, alcanzó el primer lugar en el sector minero, un doble hito que consolida su liderazgo en la industria y evidencia la madurez de un modelo de gestión alineado con estándares de transparencia, responsabilidad y excelencia. Merco evalúa, a través de una rigurosa metodología, la percepción de líderes empresariales, analistas, periodistas especializados, academia, ONG, consumidores y otros grupos de interés, lo que refuerza la legitimidad y alcance de este resultado.

“Figurar en el top 100 de este ranking con solo seis años de operaciones en el país es un logro especialmente significativo considerando el modelo Business to Business de nuestro giro de negocio. Este resultado en Ecuador es reflejo de nuestra sólida Estrategia de Sostenibilidad y de los impactos positivos que ha generado de manera consistente a lo largo de los años. Esta Estrategia está construida sobre una serie de alianzas que permite que nuestros grupos de interés conozcan a fondo la forma en la que trabajamos.”, señaló Juan José Herrera, director de Sostenibilidad de Negocios de Lundin Gold.

La presencia de Lundin Gold en este reconocido monitor internacional demuestra la coherencia entre su desempeño operacional, su filosofía corporativa y su Estrategia de Sostenibilidad.

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“Defensa jurídica desmonta denuncias y advierte: la remoción de concejales en Morona carece de sustento legal”

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Morona, Santiago — En una entrevista en un medio digital de Macas, la abogada Mónica Jaramillo, especialista en derecho electoral y defensa técnica de autoridades locales, informó a la ciudadanía sobre el proceso de remoción que enfrentan la vicealcaldesa y tres concejales del cantón Morona. El caso, activado a partir de denuncias ciudadanas y una acusación de supuesta arrogación de funciones en territorio perteneciente al cantón Sevilla Don Bosco, ha generado amplias reacciones en la provincia.

Según explicó la abogada Jaramillo, las denuncias que buscan la remoción de las autoridades municipales no fueron presentadas por el exconsejero destituido Juan Escobar Guarderas, como se ha difundido públicamente, sino por Jorge Paucar Heredia y por el GAD Municipal de Sevilla Don Bosco, en tres acciones distintas:

  • Una contra los tres concejales.

  • Otra contra la vicealcaldesa y los concejales.

  • Y una tercera exclusivamente contra la vicealcaldesa.

El eje de las denuncias se basa en varias resoluciones adoptadas por el Concejo Municipal en noviembre de 2025, entre ellas, las resoluciones 9.16, 9.20 y 9.27— relacionadas con cupos y regulación de taxis en el cantón Morona.

Un proceso con tintes políticos y vicios de procedimiento

La defensa sostiene que el proceso presenta vicios sustanciales, especialmente en la convocatoria a la Comisión de Mesa, las excusas presentadas, la principalización de vocales, y elementos de procedimiento que son obligatorios conforme al artículo 336 del COTAD.

Jaramillo recordó que el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) ha sido claro en varias absoluciones de consulta entre 2023 y 2025: la mayoría de procesos de remoción en el país no han prosperado por fallas procedimentales y por su evidente carácter político.

“Macas es la nueva víctima de una narrativa de conmoción”

La abogada cuestionó la presencia en el cantón del exconsejero Guarderas, a quien señaló por “vender humo” y generar una narrativa que confunde a la ciudadanía, sin tener legitimidad ni participación formal en las denuncias.

“Una persona que no pertenece al cantón ni eligió a las autoridades no puede venir a imponer una agenda política. La remoción debe basarse en hechos verificables, no en espectáculos mediáticos”, afirmó.

Requisitos para la remoción y votación necesaria

Jaramillo precisó que la remoción no es lo mismo que una destitución y que únicamente puede concretarse mediante:

  • Una denuncia ciudadana debidamente fundamentada y reconocida ante notario.

  • La tramitación del proceso por parte de la Secretaría del Concejo Municipal y la Comisión de Mesa.

  • La votación del Concejo Municipal, que requiere las dos terceras partes, es decir, cuatro votos.

En caso de que el Concejo apruebe la remoción, la abogada informó que se recurrirá al Tribunal Contencioso Electoral para solicitar una absolución de consulta, mecanismo que ha revertido múltiples decisiones en el país por incumplir garantías y solemnidades legales.

Expectativa jurídica

“Honesta y jurídicamente esperamos que estas denuncias no pasen de la Comisión de Mesa y sean archivadas. Si llegaran al pleno, sustentaremos con pruebas que no existe incumplimiento de funciones”, declaró.

Llamado a la ciudadanía

Para finalizar, Jaramillo exhortó a la comunidad a informarse con rigor jurídico y a no permitir que intereses externos afecten la institucionalidad del cantón:

“La remoción es un mecanismo ciudadano que debe ejercerse con legitimidad, fundamentos técnicos y responsabilidad democrática. Cuando hay tintes políticos y no bases jurídicas, estos procesos no prosperan y solo generan inestabilidad en la gestión pública.”

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