Lo que presenciamos ayer en Zamora Chinchipe no fue un simple acto de ayuda, fue una verdadera lección de dignidad y solidaridad. En medio de una de las peores crisis viales que ha enfrentado nuestra provincia, fueron las manos y las máquinas de la gente, sí, de nuestra gente, las que respondieron con la urgencia que el momento exige.
Debemos reconocerlo y aplaudirlo: la empresa privada, los mineros zamoranos, los de aquí, los que conocen estas tierras porque en ellas crecieron, estuvieron ahí, presentes con maquinaria y alimentos, cuando la vía Loja–Zamora se encontraba bloqueada y cientos de familias esperaban una respuesta. No lo hicieron para ganar aplausos, lo hicieron porque saben que la vida en nuestra provincia no puede detenerse. Su ejemplo fue tan contundente que incluso sorprendió al propio gobierno central, que vio cómo una comunidad se levantaba para solucionar lo que el Estado, hasta entonces, no podía.
No se trató únicamente de liberar la vía principal; hubo presencia en distintos puntos críticos de la provincia, demostrando que cuando las instituciones fallan, la fuerza colectiva del pueblo zamorano chinchipense emerge como su mejor recurso. La humildad y la resiliencia de nuestra gente volvieron a quedar en evidencia.
Sin embargo, esta admirable reacción ciudadana también revela las ausencias. ¿Dónde estuvieron aquellas grandes empresas nacionales y transnacionales que operan en nuestra tierra, las que cada día se benefician de nuestros recursos? No vimos a Coca-Cola, a Tía, a las grandes cerveceras ni a las distribuidoras de combustibles aportando en este momento crítico. Si estuvieron presentes, que lo demuestren. Mientras tanto, el reconocimiento merece ser para nuestras empresas locales, para quienes siempre han estado ahí en silencio, ayudando sin esperar reflectores.
Este acontecimiento debe ser un llamado de atención al Gobierno. La lección es clara: se debe escuchar y apoyar a quienes verdaderamente sostienen a Zamora Chinchipe en los momentos difíciles. Legalicen su trabajo, denles las herramientas técnicas necesarias, y coordinen esfuerzos con ellos en lugar de ignorarlos o amenazarlos. Es inadmisible que una provincia rica en recursos como el oro y el cobre continúe mendigando inversiones para su vialidad, un hospital que ya no da abasto, y proyectos como el cuarto eje vial que siguen en el abandono.
El pueblo humilde, al que durante tanto tiempo las autoridades locales y nacionales han dado la espalda, demostró que es capaz de más de lo que muchos imaginan. Hoy, esas mismas autoridades tuvieron que observar con vergüenza, quizá, cómo la fuerza privada y comunitaria lograba lo que ellas no pudieron en días.
Que la visita del ministro Roberto Luque no sea solo una postal para los medios nacionales. Zamora Chinchipe necesita acciones sostenidas, recursos reales y un compromiso verdadero con su desarrollo. No podemos seguir siendo la provincia que da al Estado, pero recibe migajas cuando las crisis golpean.
Aplaudimos la unidad. Agradecemos a nuestras empresas privadas, a nuestros mineros, a nuestra gente. Pero también exigimos al Estado que cumpla su deber: apoyar y trabajar junto al pueblo que nunca se rinde.